Lo natural indeseado
Escribir sobre la muerte es un riesgo enorme, que Aurelio Arteta borda y aborda situándose en el mismo filo de la navaja
Aurelio Arteta persigue la vejez como si esta le huyera. Y apenas tiene 73 años, aunque en esta edición preciosa de Pre-Textos se da a sí mismo (o se lo regala la editorial) el placer de prescindir de la edad en la zona en la que, en los libros, se resumen las biografías. Acaso hacen bien la editorial y Arteta, catedrático que fue de Filosofía Moral y Política en la Universidad del País Vasco, y autor hasta ahora, entre otras más de su oficio, de dos obras sobre este barco que se va y es la edad de los mayores. Antes de Y sólo será silencio (por ahora, el último de sus Cuadernos de la vejez) publicó A pesar de los pesares y A fin de cuentas.
La edad propia no tiene tanta importancia si el autor exhibe la capacidad de superarla con la velocidad de la escritura. Si esta es robusta y ligera como aconseja la buena música de narrar, como es el caso, dan igual los años que tenga el que firma los libros, pues éstos no perecen aunque quien los escriba pase de largo de los años que podrían hacerlo pretérito. Si ese baremo se lo adjudicamos a la prosa de Arteta, estaremos ante una obra que lo rejuvenece, aunque el tema sea tan viejo como las primeras preocupaciones del ser vivo llamado persona.
Escribir sobre la muerte es un riesgo enorme, que borda y aborda situándose en el mismo filo de la navaja donde la solemnidad te puede llevar al abismo de los circunspectos o a la naturaleza del humor y la buena compañía, pues solo si vas bien acompañado en ese ejercicio saldrás indemne de la escaramuza. A Arteta habría que abrazarlo por haberse negado, desde la primera línea, a ser solemne. Al contrario, cumple con profundidad y a paso ligero el oneroso propósito de ocuparse de materia tan difícil sin que en ningún momento se te caiga el libro de las manos, o se te muera. Logra Arteta sortear lo oscuro o fúnebre acompañado de autores a los que cita dominándolos con la antigua técnica del aforismo, que él moderniza caminando por un alambre fino al final del cual le espera (a él y al lector) una sonrisa franca, que no encierra ninguna melancolía. Aquí están, en su ejército de cientos de buenas compañías, Jorge Wagensberg (“Vivir envejece, envejecer humilla y la mayor humillación es morirse”), Schopenhauer (“Los últimos años de la vida se asemejan al final de un baile de máscaras en que se dejan caer las caretas”) o el propio Arteta, que interviene con saludable audacia a todo lo largo de su libro: “Se ha dicho que, de todos los acontecimientos inesperados, el más inesperado es la vejez”.
Sortear con la paciencia de esperar los asuntos que desembocan en la palabra mayor, la muerte, y ocuparse de la vejez como si esta fuera a la vez un hecho y una metáfora que Jorge Manrique relacionó con el mar (que es el vivir), para quitarle la negrura al luto, es una suerte mayor de los lectores que, generalmente, huyen de la muerte como alma que se llevó el diablo.
Y sólo será el silencio. Cuadernos de la vejez 3
Autor: Aurelio Arteta.
Editorial: Pre-Textos, 2020.
Formato: 276 páginas. 22 euros.
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