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Visionarios de un futuro insostenible: la música de The Velvet Underground vaticinó nuestro desafinado presente

En la primera biografía en castellano del grupo neoyorquino, Rafa Cervera hace una minuciosa aproximación a la banda y muestra interés por el destino posterior de sus miembros

Babelia 11/11/23  The Velvet Underground 2
DIEGO QUIJANO

Lou Reed y los Velvet vieron en lo que nos hemos convertido hoy”, postula el filósofo Massimo Palma en su reciente ensayo The Velvet Underground: Le son de l’excès (publicado en francés por Éditions de la Variation). “Aunque representaron los márgenes de su época, se han convertido en nuestros más perfectos contemporáneos”. Quizás promovida por el documental que Todd Haynes les dedicó en 2021, esta idea de influencia a largo plazo, que redime a la banda neoyorquina de su nada sorprendente fracaso inicial, ha florecido en los últimos tiempos. Los Velvet sucumbieron al desinterés del público de los sesenta, azorado por un vértigo de drogas lisérgicas, amor libre y contracultura. Hoy parece que aquella música chirriante o sosegada y las transgresoras letras que nos espejaban en las sucias calles vaticinasen este discordante presente nuestro.

En aquel primer álbum de 1967, The Velvet Underground & Nico, supervisado y vestido con un desconcertante plátano por un Andy Warhol que los animó a no censurarse jamás, ya estaban algunas de las realidades actuales: los populismos de esos políticos que gritan más que piensan, la epidemia de opiáceos farmacéuticos que azota a Estados Unidos, el modo en que el capitalismo margina a los más débiles, la relatividad moral y la alienación normalizadas por el multiverso, la asimilación social de las reivindicaciones LGTBI.

Que en su día estas canciones cíclicamente proféticas, pues desde los setenta han nutrido al punk-rock, el indie pop o el noise, fuesen incomprendidas, tiene su explicación en lo que Sterling Morrison, guitarrista y alma en la sombra del grupo, me dijo en 1985: “Quizás nuestra principal contribución fue que, incluso operando en los márgenes, fuimos capaces de afectar los puntos más remotos. Cualquier cosa periférica tarda más tiempo en causar un efecto en la corriente principal”. Hace ahora un año de la publicación internacional de mi antología de entrevistas con todos los miembros del grupo y sus allegados. Titulada Linger On: The Velvet Underground. Legend, Truth, Interviews (Ecstatic Peace Library), intentaba corregir el desmesurado enfoque en el eje Lou Reed/John Cale dando voz a todos los implicados y contando la historia completa, no únicamente la circunscrita a su breve existencia entre 1965 y 1970. En su reseña del libro, Peter Stanfield señalaba: “Toda esta productividad analizada aquí sugiere que la leyenda está haciendo algo más que balbucear: es la historia la que se está desvaneciendo”.

La avalancha de obras sobre los autores de Sister Ray podría deberse a ese desvanecimiento cuando se cumplen 10 años de la muerte de Reed. La oferta es amplia e incluye una novela gráfica del neoyorquino Koren Shadmi, All Tomorrow’s Parties: The Velvet Underground Story (Humanoids), donde finalmente los Velvet mutan en los Archies, conjunto que solo existía en dibujos animados. En el otro extremo, un sesudo estudio a publicarse en 2024, The Velvet Underground: What Goes On (Bloomsbury Academic), ­reúne a una docena de docentes universitarios que ahondan, desde varias disciplinas, en todas sus facetas: artísticas, sociológicas, sexuales, audiovisuales, literarias.

Las ventas, sin embargo, se las llevará el sinvergüenza Loaded: The Life (and Afterlife) of The Velvet Underground (White Rabbit Books), de Dylan Jones, veterano periodista de tendencias londinense que hoy dirige el gratuito Evening Standard. Confunde Jones lo que se conoce por historia oral con el recorta y pega de citas ajenas sin acreditar, conversaciones banales con figuras de su propio círculo y apuntes personales que subrayen la cronología y las grabaciones de la banda. Predominan las anécdotas escabrosas, los comportamientos excesivos, en 400 páginas que parecen editadas por un torpe algoritmo.

Loaded presenta dos problemas mayores. Uno, la perspectiva británica, condescendiente ante el universo neoyorquino de la Factory, como si no supiesen discernir entre el atrayente brillo de ese Manhattan donde las estrellas estaban a pie de calle, y el burbujeante, colorido Swinging London. Y dos, invita al coloquio a segundones que comparten sus vivencias al descubrir los discos de la banda o acudir a los conciertos de Reed, Cale y Nico en solitario. Qué relevancia tendrán los recuerdos del guitarrista de Adam & The Ants o el teclista de Duran Duran cuando son similares a los del lector. A mitad de recorrido, todo se diluye en chascarrillos sobre Warhol y opiniones de Courtney Love o Bono.

No comete ese error Rafa Cervera en la última novedad editorial sobre la banda, The Velvet Underground, etc. El grupo que pervirtió la música rock (Libros Cúpula). Aunque el subtítulo no sea afortunado, estamos ante el primer recuento en castellano, exhaustivo aunque no abrumador, de una historia que debía ser contada por alguien que no solo obtuvo enseñanzas vitales de esta música, también conoció a los cuatro componentes originales. Cervera ha observado en tiempo real la materialización de lo que los Velvet anunciaron, quizás sin saberlo ellos mismos, ese presente de interesadas ambigüedades y angustiosa confusión. Y lo va narrando con rigor y comprensión, acreditando puntillosamente sus fuentes, manteniendo el equilibrio coral. El prólogo de Ana Curra aporta una perspectiva autóctona que el lector agradecerá.

“The Velvet Underground pertenecen a una época de eclosión artística y política”, escribe Cervera. “Fueron disidentes que inspiraron disidencias. Debido a su relación con Warhol, son también fotografía, cine, moda. Dejaron su marca durante una era —la de la hegemonía de la música pop de raíz anglosajona— que ahora está llegando a su fin, y eso refuerza todavía más su importancia histórica”. Podría discutirse que Blondie y Talking Heads sean los herederos directos —Joy Division o Sonic Youth tendrían una mayor vinculación musical—, pero a Cervera no le interesa el rock’n’roll genuino, cuya penúltima expresión estaría en los Velvet, sino el pop en su acepción más culta. No debe seguir confundiéndose a Warhol, crucial promotor a quien Reed despidió en 1968, con la banda que nos legó Heroin, Venus in Furs, White Light/White Heat, Candy Says, Ocean o Sweet Jane. Cervera lo evita con íntima pasión, una minuciosa aproximación analítica y el interés por las trayectorias posteriores de los protagonistas. Pero parece subyugado por el peso del relato, lo que en parte recorta su vuelo literario.

“Los críticos no pueden vislumbrar el futuro, solo encarar lo que ocurre hoy y a lo mejor revisitar el pasado; el arte del futuro siempre lo profetizan los artistas”, dijo David Bowie, primer prosélito de los Velvet sin cuya obcecación no estaríamos hablando de ellos. “Podían decirnos lo buenos que eran los Beatles, pero yo pensaba en los Velvet. Son los artistas quienes crean la cultura, no los críticos”. Tenía Bowie toda la razón. Pero cuando la historia se desvanece, libros como The Velvet Underground, etc. —desde ya obra de referencia y esclarecedora lectura— ayudan a retrasar ese inevitable deterioro. Las fiestas del mañana están quedando atrás.

‘The Velvet Underground, etc. El grupo que pervirtió la música rock’. Rafa Cervera. Libros Cúpula. 432 páginas. 23,90 euros.

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