Olvídate de los chakras: cómo meditar cuando no sabes meditar
No hace falta ser un yogui para conseguir los beneficios, que no son pocos
Suma una pandemia, un confinamiento y una nueva normalidad a un ritmo de vida frenético. Cualquiera se convierte en una bomba de relojería. Y así estamos. A uno se les pican los dientes por el bruxismo y otros se les cae el pelo a mechones. Antes de que la cosa vaya a más, ¿por qué no buscar alguna forma para intentar relajarnos? Consulto al Dr. Google. Bingo, hay respuesta: contra el estrés, meditación. A esta técnica milenaria no parece haber quien se le resista. Desde el budismo hasta el paganismo, todas las creencias la practican. Y si varios miles de años no son suficientes para convencernos de que algo debe funcionar, la ciencia cuenta con diversos estudios que respaldan sus beneficios.
Pero empecemos por una lectura más ligera, de papel cuché, y pinchemos en el enlace que cuenta como, bajo el título de “La princesa y el chamán”, la princesa Marta Luisa de Noruega y su pareja, el chamán Durek, impartieron una serie de charlas relacionadas con este arte milenario durante los meses de cuarentena. En ellas, 900 personas pagaron 10 euros para que estos gurús les ayudaran a encontrar la paz interior a través de vídeos online, según un reportaje de The New York Times. Entre sus fieles seguidores se encuentra una vez más Gwyneth Paltrow, a quien la comunidad científica ha tenido que corregir en más de una ocasión. Motivo suficiente para dejar a un lado esta historia con título de película de Disney y tintes de charlatanería.
Sigue la búsqueda. Toca tirar por los beneficios demostrados. Atención: el Ministerio de Sanidad tiene esta práctica incluida entre las 66 terapias aún en evaluación dentro de su campaña CoNPrueba. Esto no quiere decir que sea una pseudociencia ni que no se puedan obtener bondades de ella. Le ocurre como al yoga, “mientras se use como una técnica de relajación, no hay problema. Sí lo hay cuando se le atribuye la capacidad de curar una enfermedad y no hay un estudio robusto que lo demuestre”, confirma Elena Campos, presidenta de la Asociación para Defender al Enfermo de las Terapias Pseudocientíficas.
Y sobre el bienestar psicológico que da practicar meditación sí hay evidencias. “Es una técnica de relajación que usamos los psicólogos, ya que ayuda a bajar las revoluciones, disminuye la impulsividad, mejora la toma de decisiones, aumenta la empatía, la concentración y la creatividad”, explica Elena Dapra, psicóloga clínica, portavoz del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (COPM) y especializada en mindfulness. Ahora toca buscar cómo se hace, y aquí es donde la cuestión empieza a ponerse peliaguda: de pronto hay que sentarse en posturas imposibles, en las que hay que contorsionar los miembros como si perteneciera uno al Circo del Sol, y ¿liberar los chakras? Igual es demasiado. ¿No hay una versión para dummies?
Pues sí, y lo primero que se aprende en esta modalidad contemplativa es que poner la mente en blanco“es imposible”, según la psicóloga. Qué alivio. Y que podemos olvidarnos de la flor de loto y demás posturas, que “cruzar las piernas no es cómodo”, añade. Así si llego al nirvana, más consejos. La experta recomienda buscar un lugar en el que podamos estar tranquilos y, una vez allí, sentarnos en una silla con las manos sobre las piernas o en el suelo formando un ángulo de 90º. Luego solo hay que cerrar los ojos y respirar. "Respiramos profundamente, mientras nos damos el mensaje de que van a pasar mil pensamientos por nuestra mente. Debemos dejarlos correr y no engancharnos a ninguno, es decir, los miramos pero no nos subimos a ninguno de ellos”, dice Dapra. Como cuando deslizas en Tinder porque no te gusta nadie. Y seguimos: “Hay que centrarse en la respiración, que debe ser profunda y suave. Inhalamos contando hasta siete, aguantamos un par de segundos con los pulmones llenos y exhalamos contando hasta siete. Y nos fijamos las sensaciones de nuestro cuerpo”. Eso es todo.
Pero si te quedas con ganas de más, existe otro método para principiantes que Dapra describe como “el del espejo”. Empieza igual que el anterior, sentados en un lugar tranquilo con los ojos cerrados. “Nos imaginamos frente a un espejo en el que nos estamos mirando, y debemos analizar y revisar cada uno de los detalles de nuestro aspecto físico. Cómo llevamos el cabello peinado, qué ropa tenemos puesta, el calzado que llevamos, si vamos o no depilados... Nos concentramos en esto y lo intentamos visualizar desde cada ángulo (arriba, abajo, por los lados...)”, explica la psicóloga clínica, quien añade que podemos ayudarnos con distintas aplicaciones de meditación que hay para móviles: “Sirven para ayudarnos a concentrarnos en la respiración y guiar la meditación”.
Ambas técnicas permiten “tomar conciencia y estar presente en el aquí y ahora". ¿Cómo? ¿Para qué? Dapra explica que “aprender a hacerlo evita que nos preocupemos por cosas del futuro, que es anticiparse a problemas que no han llegado y genera estrés y ansiedad". Vale la pena el esfuerzo. Pero si lo que queremos es conseguir este estado de relajación mental no sirve hacerlo solo un día. Sus beneficios se han demostrado en quienes practican meditación a diario. Elijamos la versión que elijamos, Dapra recomienda hacerlo “al menos tres veces a la semana, durante cinco minutos por la mañana y cinco minutos por la noche”, concluye.
Si le cogemos el gusto, ya podremos ir pasando de nivel. “Empezar a prestar atención al lenguaje de nuestro cuerpo, las sensaciones y la información nos da sobre las situaciones que vivimos a lo largo del día. Atender los pensamientos de polaridad —bueno y malo, o agradable y desagradable— para suspender los juicios que hacemos. Fijarnos en cómo aparecen las emociones...”, aclara Dapra. Y así hasta llegar al nivel de Daniel Thorson, un hombre que se pasó los 75 primeros días de pandemia en un retiro de meditación solitaria sin enterarse de que el mundo había cambiado por completo. Para qué volvería...
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