¿Réquiem por el PSPV?
"El PSOE es un instrumento al servicio de los ciudadanos, un medio para conseguir gobernar la sociedad allá donde democráticamente es posible hacerlo"
El teatro es un golpe en el estómago. Los actores se desnudan en cuerpo y alma. La política y sus agentes deberían aprender del verdadero teatro de la vida.
¿Por qué en el PSOE, los liderazgos no se ganan en las votaciones de los congresos, sino en los procesos electorales municipales, autonómicos o generales? ¿Por qué en el PSOE, si los resultados electorales no acompañan de poco sirve que el secretario general haya sido elegido por casi el 100% de los militantes? La respuesta es sencilla: el PSOE es un instrumento al servicio de los ciudadanos, un medio para conseguir gobernar la sociedad allá donde democráticamente es posible hacerlo. Los ciudadanos esperan de un partido político como el PSOE que gobierne para corregir la injusticia, modernizar, progresar contra la sinrazón, alcanzar un equilibrio. La organización política ofrece generosamente sus mejores hombres y mujeres, sus ideas a dicho propósito de gobierno. Pero a veces, cruelmente, prescinde de los líderes que no alcanzan el objetivo de crear gobierno. ¿Por qué el PSPV es la única federación socialista donde sus líderes aparecen empeñados en invertir el anterior proceso? ¿Por qué en el PSPV, sus militantes persisten tozudamente en los mismos líderes y familias políticas a pesar de encadenar derrota tras derrota?
La respuesta también es clara: los padres fundadores del PSPV siguen estando ahí década tras década sin entender que ellos pudieron ser el punto de partida, pero la federación socialista valenciana tiene que ser el punto de llegada y encuentro de la sociedad valenciana. Explicar los mecanismos psicológicos subyacentes es un reto más complicado. Aquello que nace de nosotros, o lo que hemos impulsado a crear, puede ser estrangulado en su desarrollo, cercenado en su crecimiento, de una forma consciente e inconsciente por nosotros mismos. En la medida que nos resulta insoportable ver que nuestro hijo, pareja o aquello en lo que depositamos nuestro ser, es un-ser-distinto-a-nosotros, un-otro. A veces tenemos una forma masiva de querer lo que queremos, especialmente lo que hemos creado, que asfixia su individualización, que boicotea su crecimiento autónomo. En tales circunstancias, los hijos, las parejas o los militantes se levantan madurativamente contra los mecanismos de sumisión y dependencia y provocan un salto de crecimiento. Cuando no lo hacen, cuando persiste ser-uno-en-el-otro, la existencia puede resultar traumática y empobrecedora. Desgraciadamente, líderes como Joan Lerma, Ciprià Ciscar y otros continúan queriendo al PSPV como si fuera algo indisoluble de ellos mismos. No han educado al PSPV para que prescinda de ellos, para la autonomía, es decir, para la razón. Las consecuencias de este funcionamiento psicológico en la relación padres fundadores-militantes-PSPV son dramáticas. A pocas horas del próximo congreso, en el abismo, por increíble que parezca, ¿serán capaces de transformar esta condición en una ventaja siguiendo el modelo del PSOE?
Sé que en mis palabras hay algo de desahogo, de ajuste de cuentas emocional conmigo mismo, pero sobre todo hay mucho de ilusión, de esperanza, porque son muchos los ciudadanos dispuestos a crear una organización política equilibrada y transformadora para gobernar en la razón y, asimismo, a que se levante dignamente contra los dogmas irracionales, los fanatismos, las injusticias en nuestra Comunidad.
Rafa Tabarés es catedrático de Psiquiatría de la Universitat de València e Investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red para la Salud Mental (Cibersam).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.