El incierto futuro de la obra social de Bancaja
La caja se convertirá en fundación, pero sus ingresos resultan dudosos
Bancaja, que ya no funciona de hecho como una entidad financiera tras su integración en Banco Financiero y de Ahorros (BFA), matriz de Bankia, dejará con toda probabilidad de serlo oficialmente tras la nacionalización del banco y será reconvertida en una fundación. El marco legal por el que transitará ese cambio, aunque no está exento de incógnitas, parece claro.
El verdadero problema al que se enfrentarán los futuros responsables de esa fundación, cuyo único objetivo consistirá en dirigir la obra social de la extinta caja, es de dónde van a obtener el dinero para mantenerla. La cuestión preocupa también en el Gobierno valenciano, que en plena ola de recortes del gasto público verá cómo se reduce profundamente la aportación social que realizaba la entidad.
La obra social ya ha sufrido una reducción muy acusada desde que empezó la crisis. De los 83 millones que alcanzó en su año récord, 2007, a los 28,3 millones previstos para este ejercicio. Es decir, se ha reducido a poco más de un tercio de lo que llegó a ser, pero todo apunta a que es solo el principio del declive, una vez que la vía natural de ingresos de la obra social, los beneficios de Bancaja, se ha extinguido. Y toda vez que su participación en BFA, por el proceso de nacionalización, desaparecerá o será prácticamente testimonial, tampoco los recibiría apenas por esa vía, en el supuesto de que BFA vuelva al camino de los beneficios.
La obra social ha sido especialmente importante en el ámbito de las becas (miles de universitarios valencianos erasmus se han beneficiado de ellas) y en el apoyo a ONG y asociaciones sin ánimo de lucro dedicadas por ejemplo a la ayuda a los discapacitados o enfermos con alzhéimer. Más vistosas, más generadoras de marca y más caras han resultado iniciativas culturales como la exposición de Sorolla. Y más discutibles, según las fuentes consultadas, las aportaciones realizadas por presiones políticas a proyectos no solo del Consell sino de muchos alcaldes.
Una opción sería que la Generalitat compensara en algún grado el vacío de los beneficios bancarios, pero su delicadísima situación lo hacen improbable a corto plazo. Las eventuales aportaciones privadas quedan, por tanto, como una de las pocas vías realistas para su sostenimiento, pero la mayor parte de las grandes empresas y fortunas valencianas también han notado el impacto de la larga crisis.
La senda trazada por la Consejería de Economía para la reconversión de la entidad contempla que la asamblea general de Bancaja a celebrar seguramente el mes que viene adoptará el acuerdo de transformarse en fundación. Esta asumiría los activos y pasivos de la obra social y debería centrarse en su “finalidad benéfico-social” y en el ámbito territorial valenciano, después de que en los años de previos a la crisis y dentro de la estrategia de expansión de la caja se extendiera a otras autonomías.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.