Asesinado por dejar la banda
Daniel murió de un disparo en un parque de L’Hospitalet
Daniel Martínez quería dejar la banda de los Bloods, pero no pudo. Un disparo acabó con su vida en un parque de L’Hospitalet de Llobregat, en septiembre de 2009. El fiscal pide para el entonces jefe de la banda —William Samuel— 20 años de cárcel. Contaban con 21 años y 25 años, respectivamente, ambos de nacionalidad ecuatoriana.
—Nadie te quería porque no servías para nada y yo te di la puta oportunidad. Ta bien, sigue así.
—Ah bueno, entonces si tú dices que no sirvo, ¿para qué me activaste a lo tuyo?
—Para que te hagas sangre, muchachos de ahora que ni sirven pa pelear me desafían.
—No te estoy desafiando. Sabes que nunca te he faltado al respeto y te tenía de ejemplo.
—Todos me decían que no servías y yo te di la oportunidad.
—Y yo te di las gracias por habérmela dado y estoy orgulloso de ser sangre, pero bueno. Así como bainas que no me gustan de mí, hay bainas que no me gustan que están pasando dentro de la nación” [sic].
Esta es la conversación que pocos días antes de su asesinato mantuvieron Daniel Martínez Dueñas y William Samuel Cañizares a través del sistema de mensajería por Internet Messenger. El primero quería dejar la banda de los Bloods, una de la docena de grupos de pandilleros que existen en Cataluña. Samuel por ese entonces era uno de los jefes del grupo en el Estado. El fiscal pide 20 años de cárcel para él. Los hechos ocurrieron en septiembre e 2009. Tenían 21 años y 25 años, respectivamente, ambos ecuatorianos.
Poco después, Daniel fue asesinado de un tiro en el pecho en el parque de la Marquesa, en L’Hospitalet de Llobregat. William Samuel, conocido como Samuel, se enfrenta a la petición de 20 años de cárcel ante la Audiencia Provincial de Barcelona como presunto autor del crimen, como inductor y por tenencia ilícita de armas. Otras dos personas, Brian A. Q. y Jonathan J. A., están en prisión por el asesinato de Daniel ante los ojos de su novia.
Se sabe cuándo se entra en una banda, pero no cuándo se sale, si es que se consigue, advierte la policía. Los Mossos d’Esquadra calculan que entre abril y marzo, Daniel, alias Kahitoz, decidió abandonar los Bloods, una banda latina enfrentada a los Latin Kings, por las palizas sistemáticas a menores y el abuso hacia los miembros del grupo, que debían pagar 10 euros semanales. “Empezó a no estar a gusto”, contó un testigo protegido a la policía catalana sobre lo que sentía Daniel.
Pero antes de morir asesinado, Daniel intentó solucionar por las buenas el conflicto. El 17 de septiembre de 2009, tenía todo listo para zanjar el asunto. Había recibido varios mensajes amenazadores a su móvil, del estilo “Haber si te atreves a bajar, cagado [sic]”.
A pesar del miedo y las conversaciones anteriores infructuosas, confiaba en salir airoso de la situación. Ese día se puso una camiseta blanca, una chaqueta marrón de cuadros pequeños, unos tejanos de la marca Levi’s y unas deportivas Converse. Se colgó su cadena plateada con el escudo del Sevilla, se ajustó su gorra, su anillo dorado, un pendiente con forma de estrella y una piedra incolora en la oreja izquierda. En la muñeca izquierda, como siempre, se ajustó su Swatch con la esfera amarilla y su pulsera con tres piedras azules.
Daniel se había citado con Esteban M., lugarteniente de Samuel, en el parque de la Marquesa. Iban a hablar de la ruptura por última vez, cerrarlo y seguir cada uno con su vida. Daniel intentó tratarlo por teléfono pero, tras el empeño de Esteban, accedió a verse. Temía por su vida. Así que se llevó a testigos.
Manuel E. M. acudió con él a la cita. Era a las seis, pero nadie se presentó, por lo que los amigos se separaron y Daniel se reunió con su novia Dayanara B., de 14 años, con la que tenía previsto bajar a vender su móvil al barrio de la Barceloneta, en la capital catalana.
A las ocho de la tarde, Manuel vio extrañado “muchos coches de policía” dirigirse al parque donde había dejado a su amigo junto a la menor. Enseguida, le empezó a sonar el móvil. El corazón se le aceleró.
Poco antes, Dani estaba charlando con Dayanara en un banco cuando vieron a un hombre acercarse. En la mano, bajada, portaba un arma. “¡Mira este man!”, alcanzó a decir Daniel. El joven, delgado, de 1,75 de altura, con un casco integral de color azul, se plantó delante, a medio metro. “Tuvo problemas para montar el arma”, recordaría luego Dayanara. Pero disparó, sosteniéndola con ambas manos.
El agresor huyó. Daniel apemas dio unas zacadas. En el pasaje de Amat, el joven se desplomó sangrando. Varias personas trataron de auxiliarle, pero murió.
Manuel recibió de repente una llamada. “Un amigo, Alexis, me dijo que a Daniel le habían disparado”, contó a los agentes. Corrió al parque, pero la policía le retuvo. Los teléfonos empezaron a arder. La amenaza se había cumplido. Daniel había sido asesinado por querer dejar la banda. Samuel niega cualquier implicación y apunta a otros miembros de la banda e incluso a grupos rivales. La fiscalía sostiene que ordenó a Brian que disparase al que había sido su amigo del alma.
Un juramento de sangre
Brian A. Q., un menor condenado por matar de un tiro a Daniel Martínez, de 21 años, era en ese momento, según la policía, un “observador”. Es el primer paso para acceder al grupo y hay que cumplir una misión. Los Mossos d'Esquadra sospechan que fue el asesinato de Daniel. “Esta posición podría decirse que es una fase de prueba, de aspirante”, recoge un informe de la policía catalana.
Una vez superado este rango, se acredita con una quemadura de cigarro en el brazo del aspirante y la persona está ya en condición de “activado”. Su objetivo en este punto es aportar tres nuevos “observadores” y cumplir tres misiones. Así se convertirá en “soldado universal”, que tiene “dos marcas de cigarrillos encendidos que se dejan consumir en contacto con la piel del brazo derecho”, asegura la policía.
El soldado universal es un miembro de pleno derecho, que tiene por encima al “comandante”, “supremo” o “duro”, que en este caso se trataría de William Samuel Cañizares, acusado de ser el inductor del asesinato de Daniel. El jefe luce una estrella de cinco “puntas”, con las marcas de cigarrillos. Todos, antes de formar parte de la banda han firmado un juramento de sangre, con 30 reglas. La traición, según los artículos 1, 5 y 19, lleva asociado la pena de muerte.
Los Mossos calculan que en Cataluña existen una docena de bandas, a las que denominan eufemísticamente Nuevos Grupos Juveniles Organizados y Violentos. Las componen unos 3.500 pandilleros, de 12 a 25 años y de 40 nacionalidades distintas. El top tres lo forman latinos, seguidos de españoles y magrebíes. Desde 2008, al menos nueve personas han muerto fruto de la rivalidad entre bandas en comunidad autónoma.
Latin Kings, Ñetas, Trinitarios y Mara Salvatrucha se encuentran entre las bandas más arraigadas en el territorio. Les siguen los Black Panthers, Bloods, 42, 48, Barrio 18, Base 6, Vatos Locos... Las mujeres también juegan su papel, van saltando de una banda a otra, e incluso han hecho amago de formar sus propios grupos, aunque la policía catalana no las considera bandas (Ladies, Sicarias o Lobas).
En poco más de nueve años, los pandilleros se han asentado en toda Cataluña. Y sus delitos no han dejado de crecer. En 2010, los Mossos les imputaron 1.550 infracciones, casi el 20% más que en el año anterior.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.