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Benítez quedó moribundo tras ser reducido por los Mossos en el Raval

El empresario del 'Gayxample' sangraba y no tenía pulso cuando fue atendido por el SEM La Policía afirma que la pelea previa con un vecino fue “de escasa intensidad”

El diputado de CiU Xavier Crespo, ayer, junto al director general de la policía, Manel Prat, tras un acto en el Born.
El diputado de CiU Xavier Crespo, ayer, junto al director general de la policía, Manel Prat, tras un acto en el Born. ALBERT GARCIA

Cuando el personal sanitario pudo atender a Juan Andrés Benítez, su vida pendía ya de un hilo. El empresario del Gayxample estaba sin pulso y presentaba heridas sangrantes en el rostro tras ser reducido de forma violenta por agentes de los Mossos d’Esquadra. Es lo que afirmaron ayer cuatro de trabajadores del Sistema de Emergencias Médicas (SEM) que asistieron a Benítez la noche del 5 de octubre en el Raval.

Un médico, una enfermera y dos técnicos declararon ayer como testigos ante la juez que instruye el caso Raval. Los operarios explicaron que, al llegar a la calle Aurora, atendieron a una mossa a la que, supuestamente, Benítez había mordido. No observaron heridas, pero sí un enrojecimiento. Mientras tanto, los mossos estaban deteniendo a Benítez sobre el asfalto. No vieron nada con claridad, pero escucharon gritos de “dolor”. Además de rodillazos y patadas, según los investigadores, el empresario recibió cinco puñetazos en la cabeza, lo que pudo ser decisivo en su muerte. Los agentes lo redujeron, lo esposaron y lo introdujeron en el coche patrulla. Un mosso se dio cuenta de que estaba inconsciente y avisó al SEM, que llevaba allí ya unos 15 minutos, detallaron.

Los profesionales observaron que Benítez estaba en parada cardiorrespiratoria y pidieron a los Mossos que le quitaran las esposas y lo sacaran del vehículo para atenderle. Uno de ellos vio “traumatismos” en la cabeza del empresario y “sangre en el perfil izquierdo” de su cara. Los médicos le practicaron maniobras de reanimación durante más de media hora. La víctima solo recuperó sus constantes vitales siete minutos. El resto del tiempo hasta su muerte —horas más tarde, en el Clínic— vivió “artificialmente”, agregaron los testigos.

Una testigo borró imágenes del ‘caso Raval’ en presencia de una ‘mossa’

El relato del personal sanitario apunta a que la intervención policial fue decisiva y desacredita las tesis del consejero de Interior, Ramon Espadaler, que sigue defendiendo a los agentes. Ocho de ellos están imputados por un delito contra la vida, torturas, obstrucción a la justicia y coacciones.

La autopsia reveló que Benítez murió por golpes en la zona “craneo-facial”, aunque también influyó una dolencia cardíaca. El atestado inicial de los Mossos precisa que Benítez se golpeó la cabeza contra la pared y que resultó herido en una pelea anterior con un vecino marroquí. Las imágenes de los hechos y los testigos lo han desmentido. Una ampliación del informe del Cuerpo Nacional de Policía ratifica que la pelea con El Yazid A. fue “de escasa intensidad y corta duración” y causó a Benítez “lesiones de escasa entidad”.

El informe policial detalla nuevos golpes tras volver a analizar las imágenes

El informe reconstruye los hechos de aquella noche. “El motivo que dio inicio” (...) fue “un delito de robo o usurpación” en la vivienda de Benítez, en la calle de Aurora.

El empresario denunció ese robo en casa con una llamada a la Guardia Urbana, posterior a la pelea. La transcripción de esa conversación ha provocado protestas de la Generalitat porque la Policía no incluyó la frase “estoy sangrando” que se oye decir a Benítez. En el nuevo el error ha sido reparado. En cualquier caso, Benítez alude al robo de su perro, un bóxer llamado Pepe. La búsqueda de Pepe fue el “origen de la pelea”. Benítez, “posiblemente bajo la influencia de algún tipo de sustancia”, sigue el informe, se dirige a una familia marroquí y exige a una mujer, “con violencia verbal y física”, que le devuelva al can.

El Yazid A., que ha sido exculpado, salió en defensa de su mujer y se peleó con Benítez, que después se calmó. Pasaron “entre siete y 20 minutos”, según los testigos, hasta que, alertados por los vecinos, llegaron las dotaciones de los Mossos. Una agente identificó a Benítez, que quería irse a su casa. Aquí, las versiones difieren, pero, de algún modo, el hombre golpeó a la mossa, lo que provocó la inmediata reacción de sus compañeros, que le redujeron en el suelo.

Las llamadas entre los Mossos y la sala de mando revelan que, desde el momento en el que identifican a Benítez hasta que le detienen, transcurren tres minutos. Otros siete minutos pasan entre la detención y el instante en que “es asistido por la ambulancia”.

Tras la actuación policial, algunos testigos vieron un gran charco de sangre en el lugar en el que el hombre había sido reducido. Esos testigos afirmaron que observaron a un mosso vertiendo una botella de agua sobre el charco, de ahí que la juez les haya imputado también por obstrucción a la justicia. “En las horas siguientes y en días posteriores”, sigue el informe, distintos agentes se presentaron en las casas de los vecinos para interrogar sobre la existencia de imágenes y, en su caso, pedir “la destrucción de los archivos”, lo que explica el delito de coacciones.

Caroline I., una francesa que vive en Barcelona, fue una de las personas que recibió la visita de una agente esa misma noche, según ha declarado ante los investigadores. La mujer escuchó unos gritos, salió al balcón y, al observar la escena, “hizo fotos y algún vídeo con su teléfono móvil” durante un minuto. Poco después, sigue su relato, “observó cómo una agente (mujer) de Mossos requería que se abriese la puerta de acceso a su finca, a la vez que seguidamente escuchó sonar el timbre de su vivienda”.

La mossa, siempre según la versión de esa testigo, le preguntó si había tomado imágenes de los hechos. Caroline I. contestó que sí y se ofreció a borrarlas “voluntariamente”, cosa que “realizó en presencia de la referida policía, la cual se marchó una vez que vio cómo la declarante realizaba dicha acción”. La mujer dijo que borró los archivos porque iba contra sus principios, aunque admitió que esa decisión “la precipitó la presencia y pregunta policial”. Dos de las fotos, detalló a la policía, las envió a un amigo a través de WhatsApp. La mujer entregó su móvil a los investigadores, que ahora están tratando de recuperar el material destruido.

Giovanna S., italiana, también grabó lo sucedido en la calle Aurora, pero no borró ningún archivo. Su vídeo, de hecho, es una de las piezas clave del caso Raval, ya que muestra los golpes que los Mossos propinaron a Benítez. Los investigadores han aumentado “los niveles de brillo y zoom” y, gracias a esa mejora técnica, han llegado a nuevas conclusiones. El informe detalla que, en uno de los vídeos, se observa a un mosso que “realiza los gestos típicos de propinar un total de seis puñetazos, en dos secuencias de cuatro y dos golpes respectivamente”.

El informe incluye un incidente ocurrido la noche del 4 de octubre (un día antes de los hechos) en la parada de metro de Barceloneta. Benítez tuvo que ser atendido porque se hallaba “con severos síntomas de intoxicación de algún tipo de sustancia alcohólica, estupefaciente o medicamentosa”. En la llamada a la Urbana consta que dijo: “Esta droga te hace perder la visión momentáneamente, pero después la recupera”. La juez aún no ha recibido el informe toxicológico que aclarará si Benítez estaba bajo los efectos de alguna droga, como también sostienen los testigos.

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