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Un ‘mosso’ dice a la juez que pensó que Benítez “fingía” tras ser reducido

El imputado limpió la sangre cuando el hombre ya estaba en parada cardiaca

Los abogados de la acusación, David Aineto y Laia Serra, ayer tras las declaraciones en el juzgado.
Los abogados de la acusación, David Aineto y Laia Serra, ayer tras las declaraciones en el juzgado.ALBERT GARCIA

Uno de los nueve mossos imputados por el caso Raval afirmó ayer ante la juez que pensó que Juan Andrés Benítez “fingía” haberse desmayado tras ser reducido de forma violenta por la policía autonómica. El hombre, de 50 años, acabó muriendo horas después. El agente fue uno de los últimos en llegar a la calle de la Aurora de El Raval, el pasado 5 de octubre. Por esa razón, y porque estaba ayudando a “contener” a los vecinos, dijo, apenas presenció la intervención de sus compañeros. El policía admitió que, mientras Benítez era reanimado por los equipos médicos, vertió agua en el charco de sangre que había quedado en el suelo.

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El noveno mosso fue uno de los encargados de ayudar a subir al coche patrulla al empresario del Gayxample. En ese momento, explicó, Benítez “deja la cabeza muerta y deja de moverse”. El policía decidió “dar la vuelta al coche porque no se lo cree”: opina que Benítez “está fingiendo” y valora aplicarle un “punto de dolor” —presionarle una zona del cuerpo— para comprobar su reacción, según la declaración, a la que ha tenido acceso EL PAÍS. Cuando entró en el coche, sin embargo, vio que otro compañero “ya estaba haciéndole un punto de dolor para ver si fingía”. Al comprobar que no era así, alertaron a los equipos del Sistema de Emergencias Médicas (SEM).

La imputación de este agente por obstrucción a la justicia surgió a raíz de la investigación de la División de Asuntos Internos (DAI) de los Mossos. Ante la DAI, el agente ya admitió que limpió la sangre con una botella de agua por higiene y defendió que es una “práctica habitual” tras una pelea. En un auto, sin embargo, la magistrada Eva Moltó rechaza ese argumento: “Ni razones de salubridad, higiene o protocolos justifican que unos agentes borren o alteren rastros de un posible hecho delictivo”.

El mosso explicó ayer que vio la mancha “poco antes de irse” de la actuación y que un compañero ya había intentado limpiarla antes. El mosso añadió que nadie le ordenó diluir la mancha y que, en ese momento, Benítez “está ya en la ambulancia”. Un compañero, matizó, le había explicado que había entrado en parada cardiorrespiratoria, pero que los médicos le habían logrado reanimar y, estable, se lo llevaban al hospital Clínic. Al imputado “no se le ocurrió”, sigue la declaración, tomar muestras o fotos de la sangre —como sugería la juez en su auto—, porque “no había motivo”.

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Además de un delito contra la vida, los policías del caso Raval están imputados por coacciones. Una testigo explicó que una agente femenina de los Mossos se presentó en su casa esa misma noche para preguntarle si había tomado imágenes de lo ocurrido. La vecina, de nacionalidad francesa, admitió que sí y las borró delante de la agente.

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La magistrada ha pedido al Departamento de Interior que identifique a las agentes que intervinieron esa noche en El Raval. Interior aún no ha respondido, según fuentes judiciales, pero el noveno mosso arrojó luz sobre el asunto. Este explicó que “una agente femenina” —de la que dio nombre y apellidos— “entró en uno de los pisos”. “Al verla entrar sola fue tras ella y le preguntó qué pasaba. Le dijo que habían lanzado algo desde un piso”. Cuando vio que hablaba “con una mujer que le pareció normal, que no le pareció la típica persona que arroja objetos por el balcón”, se fue.

Un técnico del SEM, que declaró como testigo, explicó que Benítez tenía la cara ensangrentada y que lo encontró en el coche patrulla “boca abajo” y esposado. Antes, había atendido a una mossa a la que, supuestamente, mordió Benítez (ese fue el origen de la reducción). El técnico no acreditó que tuviera un mordisco y dijo que apenas tenía “rigidez vertical”.

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