Los científicos buscan claves del cambio climático en Peñalara
La Comunidad analiza el fondo de la laguna para un proyecto internacional
Intentamos averiguar cómo ha cambiado el clima en los últimos 20.000 años analizando el sedimento de la laguna”, dice Ignacio Granados, biólogo del Parque Nacional de Guadarrama. Nos hallamos a 2.040 metros de altitud, sobre la superficie helada de Peñalara. Granados y su colega Ángel Rubio empuñan una especie de sacacorchos gigante, de más de 1,5 metros de longitud, con el que taladran el suelo. Su objetivo es medir el espesor de la cubierta de hielo, y analizar el agua que hay bajo este y el plancton del fondo.
“Esta vez el grosor es de 70 centímetros”, constata Rubio. “El año pasado fue de un 1,60 metros”. Granados toma un pedazo del hielo que acaban de romper y lo analiza a simple vista: “Aquí se ven dos tipos de hielo: el que se ha formado del agua de la laguna es completamente transparente o con alguna burbuja si ha quedado atrapado algo de aire. Este pedazo de más arriba sí que es opaco, por el aire de la nieve que ha caído sobre la cubierta. Este hielo en concreto indica la meteorología de los últimos días”.
Granados y Rubio trabajan en el proyecto PaleoNAO, al que la Comunidad de Madrid está adscrita desde 2011. El estudio analiza cómo el fenómeno de oscilación del Atlántico Norte (NAO, en sus siglas en inglés) ha sido afectado por el cambio climático. Este patrón determina el tiempo en el hemisferio norte y corresponde a la diferencia de presión atmosférica entre Islandia y las islas Azores. El recorrido de los vientos, las lluvias, la radiación solar y la distribución de la temperatura dependen de este fenómeno.
La investigación estudia la oscilación del Atlántico Norte y sus efectos
Las muestras de agua no congelada de la laguna son analizadas en función de ciertas variables, como la concentración de oxígeno, la cantidad de nutrientes y la temperatura. Bajo la cubierta de hielo, a 75 centímetros de profundidad, la temperatura es de 0,26 grados centígrados; en el fondo, a 4,5 metros de profundidad, es de 4,67 grados. La concentración de oxígeno también aumenta a mayor profundidad. “El oxígeno que hay en el agua a lo largo del invierno es el que había cuando se congeló. Según van respirando los organismos que quedan bajo el agua congelada, van agotando el oxígeno”. El plancton que recogen los biólogos es analizado en el laboratorio.
“Para ver cómo ha ido cambiando el clima en miles de años relacionamos la cata de sedimento que ya tenemos con la información del hielo, el agua y los bichos que hay ahora mismo”, resume Granados.
La investigación no concluye en un día, sino que es constante. “Comparamos los datos con otros que tenemos de años anteriores y con investigaciones de otros espacios para ver la variabilidad a escala peninsular o a escala europea”. El biólogo añade que el resultado de estas interpretaciones ayuda a predecir qué medidas tomar para aminorar el cambio climático.
El lago de Peñalara ha tenido un seguimiento periódico mensual desde los años noventa. En un principio se trataba de restaurar su ecosistema de la laguna que estaba deteriorada. “Esto en los años setenta, ochenta tenía un uso descontrolado. Había incluso una estación de esquí que quería aprovechar el agua de la laguna para los cañones de nieve”, explica Pablo Sanjuanbenito, director del Parque Nacional.
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