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El PNV recupera su hegemonía por el voto útil y el castigo al poder de Bildu

Los nacionalistas anteponen su discurso económico para derrotar la apuesta soberanista de la izquierda abertzale, que sufre la irrupción de Podemos en las tres Juntas Generales

Gesto de satisfacción de Andoni Ortuzar, a quien acompañan el lehendakari y el futuro alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto.
Gesto de satisfacción de Andoni Ortuzar, a quien acompañan el lehendakari y el futuro alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto.LUIS TEJIDO (EFE)

Euskadi se ha decantado con nitidez por el voto útil a quien le puede garantizar salidas a la crisis económica (PNV), ha castigado la intransigencia de un estilo de gobierno impositivo (EH Bildu) y, finalmente, ha creído conveniente que hay un espacio para adaptarse a las nuevas exigencias sociales (Podemos).  Estos tres pivotes conforman la fotografía de las elecciones municipales y forales en el País Vasco con la vuelta del PNV a su hegemonía perdida mientras propina una dolorosa derrota en Gipuzkoa a su principal rival, la coalición soberanista. En el resto del recuadro, los socialistas resisten la irrupción de nuevas candidaturas de izquierda y el PP vasco diluye su debacle con la victoria del populista Javier Maroto en Vitoria.

El PNV ha rentabilizado al máximo en las elecciones del 24-M su unidad de acción jamás conocida. Aquella vieja dicotomía de las dos almas -soberanista y autonomista- ha quedado superada por un único discurso guiado por la prioritaria apelación al compromiso en la búsqueda de soluciones a una recuperación económica, que en Euskadi empieza a tomar cuerpo. El lehendakari, Iñigo Urkullu, se ha volcado en proyectar este mensaje, al que han ayudado durante las dos semanas de campaña el anuncio de nuevas inversiones en empresas, principalmente de Bizkaia.

Con esta estrategia, la dirección nacionalista quería anteponer la confianza que merece su estilo de responsabilidad de gobierno frente a la imposición exhibida por EH Bildu y que el resto de partido ha venido criticando durante esta legislatura, sobre todo en el territorio abertzale de Gipuzkoa. El PNV ha rentabilizado al máximo esta comparación al recibir -de manera especial en San Sebastián- el voto útil de miles de votantes que han situado como objetivo prioritario de estas elecciones la salida del poder de la coalición soberanista.

Sin la presencia de ETA en la vida diaria y cuatro años después de su legalización, la izquierda abertzale sufre un serio castigo con la pérdida del poder en sus feudos más simbólicos. EH Bildu se ve relegada en San Sebastián al tercer puesto, detrás de PNV y PSE-EE, porque la ciudadanía ha entendido mayoritariamente que la capital guipuzcoana está paralizada por un estilo de gobierno incapaz y refractario a los acuerdos. "Somos conscientes de que algunas cosas hemos hecho mal", admitió con una voz temblorosa Hasier Arraiz, presidente de Sortu, al valorar los pésimos resultados alcanzados en una noche electoral en la que retrasaron al límite su comparecencia.

EH Bildu deberá reflexionar sobre el mensaje soberanista que Podemos no ha utilizado

El PNV recupera con Eneko Goia la alcaldía de San Sebastián, 28 años después de que lo hiciera Ramón Labayen, pero su alegría política se extiende a la victoria en el resto del territorio de Gipuzkoa. Por apenas un escaño en las Juntas Generales -el Parlamento foral de cada territorio-, los nacionalistas se vengan de la hiriente derrota -14 puntos- que en 2011 le infringieron la izquierda abertzale al calor de su legalización. A este desenlace han contribuido vuelcos espectaculares en poblaciones neurálgicas del radicalismo como son, principalmente, Mondragon y Azkoitia. En ambas, el PNV recoge el desencanto de una fallida política de residuos de EH Bildu al imponer el contenedor de basuras Puerta a Puerta en medio del rechazo ciudadano. En Zarautz y en Tolosa ha ocurrido lo mismo.

Henchido de satisfacción, el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, ha asumido  que el respaldo electoral obliga a su partido a "vertebrar" el país por medio del acuerdo en unas instituciones a las que se incorporan Podemos y varias candidaturas independientes. Pero el entendimiento se antoja sencillo al existir ya un punto de aproximación con el PSE-EE, capaz de ofrecerle los apoyos necesarios en todas las instituciones porque ha resistido el embate de las nuevas formaciones de izquierda mucho mejor de lo que temían sus dirigentes.

La reflexión queda como asignatura pendiente para EH Bildu y un PP que se hunde precisamente en tiempos de paz. La coalición soberanista sufre la irrupción de Podemos. Este nuevo partido entra con fuerza en las Juntas Generales -debe ser considerada ya la tercera fuerza- y posiblemente ahora lamentará su polémica decisión de no concurrir con marca propia en las municipales, en favor, no obstante, de una amalgama de siglas en distintas candidaturas de independientes o vinculados a Ezker Anitza-IU y Equo. Además, la incorporación del voto alojado hasta ahora en la abstención ha preferido respaldar a aquellas voces que mantenían un discurso más pegado a la realidad socioeconómica y no a las reivindicaciones soberanistas.

Mientras, los populares debaten sobre su incierto futuro. Ahora mismo,  quedan reducidos a Javier Maroto, refrendado al alza como alcalde de Vitoria después de protagonizar una ardua polémica social sobre las ayudas económicas a los inmigrantes que no se integran. Más allá, el vacío. Además, el reparto de escaños para las Juntas Generales ha ninguneado su victoria en el territorio alavés y es segura su salida de la Diputación, a donde volverá el PNV con el previsible apoyo de los socialistas, hundidos en esta plaza por su inacabable crisis interna. En Bizkaia y en Gipuzkoa, los populares son meramente residuales y así comprometen el discurso de su actual dirección, Arantza Quiroga, incapaz de asegurarse una mínima estabilidad desde que resultó elegida en un convulso congreso.

El PP queda reducido a Javier Maroto, que sale reforzado con su discurso populista

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