Vermú, ovación y medalla para ‘Papitu’ Benet i Jornet
La SGAE rinde un cálido homenaje al dramaturgo enfermo
No está Josep Maria Benet i Jornet, conocido por todo el mundo como Papitu, para protocolos y actos solemnes, así que el homenaje que se le ofreció ayer adoptó el simpatiquísimo formato de aperitivo tradicional, con su vermú, sus patatas y aceitunas. La Sociedad General de Autores (SGAE) convirtió la entrega de su Medalla de Honor al dramaturgo, que padece Alzheimer, en una ceremonia festiva, arropando a Papitu de la mejor manera posible que es rodeándolo de amigos. El acto tuvo lugar en el auditorio de la sede de la SGAE en Barcelona transformado para la ocasión en bar con sus mesitas y sus manteles de cuadros sobre los que se dispuso el aperitivo. El homenajeado hizo su entrada acompañado de su hija Carlota y con una mano en el bolsillo y una gran sonrisa. Al prorrumpir todo el mundo en un gran aplauso, Benet i Jornet miró en derredor y soltó un jocoso “Ai, Déu meu!” con expresión de pillastre. Le acomodaron en una mesa con íntimos como Sergi Belbel.
Ramon Muntaner, director de la SGAE en Cataluña y Baleares, se encargó de situar el acto en su amable contexto. “Oficialmente lo hemos organizado para darte la medalla pero la verdad es que hemos querido tomar el vermú juntos”, explicó dirigiéndose a Papitu, que no paraba de sonreir.
Muntaner recordó que Benet i Jornet se hizo socio de la SGAE el 30 de noviembre de 1964, “un lunes”, cuando tenía 24 años y acababa de estrenar Una vella, coneguda olor. Una pantalla mostró entonces una foto de un jovencísimo Papitu de aquel año en la que aparecía, precisamente, tomando un vermú, y que fue saludada con gritos de “¡guapo!”. De fondo musical brotó Blowin in the wind, lanzada ese año por Bob Dylan. Y luego Sabore di sale, de Gino Paoli: “Sapore di sale, sapore di mare/ Un gusto un po'amaro di cose perdute”.
Muntaner cuantificó en 117 obras de teatro las registradas por el dramaturgo en la SGAE y “la friolera” de 4.493 capítulos de series de televisión. Citó algunas de las piezas y recordó el papel de Benet i Jornet en la creación de series como Poble Nou, Nissaga de poder o Ventdelplà. Leyó luego el representante de la SGAE “unas palabras que has escrito tú”, refiriéndose a Papitu, a lo que este contestó en tono de broma “¿Yo?”. Unas palabras de Material d'enderroc, sus memorias: “Para escribir teatro, literatura en general, se ha de sudar, mal sino. Y sudando no hay bastante. Hace falta alguna cosa más. Más allá del aprendizaje y del oficio, algo que viene dado, sino no me lo explico. Un soplo no racionalizable pero crucial”. Y tras leer concluyó Muntaner: “Gracias Papitu, por todo lo que nos has dado”. A continuación, la guionista y colaboradora de Benet i Jornet Marta Molins glosó cariñosamente la relación del homenajeado con el audiovisual, recordando algunas divertidas anécdotas como la vez en que Papitu se dejó cinco capítulos de Poble Nou en el techo de un taxi y se perdieron, o cuando un especialista brasileño en culebrones auguró un fracaso total a la telenovela catalana. “Papitu no le hizo ni caso y de hecho el primer capítulo logró 1.200.000 espectadores y la serie se convirtió en un fenómeno”. Repasó Molins las series “made in Papitu” y apuntó algunas características como la presencia de “mujeres fuertes”. “Papitu es un gran empático con las debilidades humanas”, reflexionó, antes de calificarlo de “sensible, tozudo, rebelde y entrañable”.
Jordi Casanovas se encargó de glosar a Papitu como dramaturgo. Señaló cuatro trazos característicos que lo han convertido en referente de la dramaturgia catalana actual “y padre o incluso abuelo” de la misma. La perseverancia en la escritura, la reinvención (su capacidad de mutar y de transitar diferentes géneros), su relación con la tradición, revisando a los autores anteriores, y la vitalidad, demostrada al guiar a los jóvenes autores.
Finalmente, el presidente de la SGAE, José Luis Acosta, le hizo entrega de la Medalla de Honor destacando “la calidad de su obra, de su familia y de sus amigos”. Respondió por el homenajeado su hija Carlota. Todos los presentes se levantaron entonces de sus sillas para ovacionar a Papitu, muy emocionado. Y el aperitivo siguió con más fotos, más música y más vermú.
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