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Bromas muy intencionadas

Quimi Portet presenta su noveno disco ‘Ós bipolar’ entre sonrisas y guitarras en la Sala Barts de Barcelona en el Guitar Festival BCN

Quimi Portet durante su concierto de este jueves en la sala Barts de Barcelona.
Quimi Portet durante su concierto de este jueves en la sala Barts de Barcelona.LORENZO DUASO

No, no es una broma. Cuando Quimi Portet dice que es un astro intercomarcal no hace broma, sólo lo parece. Sus conciertos, modestos en medios, sobrados de música, jamás acompañados por multitudes, son pequeñas muestras de artesanía familiar, pequeñas cajas con detalles en marquetería, ingenios que consiguen sonrisas entre quienes se ponen a tiro.

No, Quimi Portet no hace bromas, sólo lo parece, y bajo sus canciones hay verdades, también pequeñas, sus propias verdades envueltas en una pátina de humor que parece barniz aplicado con pincel, a mano. Y así fue una vez más, esta en la presentación de Ós bipolar, su noveno disco, en la sala Barts de Barcelona dentro del Festival Guitar BCN 2016.

Se podía esperar que considerando su personalidad comarcal, Quimi Portet luciría alguna camisa de artista, con esos estampados que en ocasiones viste, quién sabe si medio en broma, como riéndose de él mismo. Y quien esto hace tiene patente de corso para hacerlo también del mismísimo cielo. O de los propios catalanes, tan conspicuos y serios ellos. Pero no, esta vez lucía una camisa comarcal, quizás porque todos los destellos estaban reservados a su banda. En esta gira Quimi Portet, prescinde de bajo para interpretar su repertorio con batería, eso sí la de Angel Celada, inmenso, capaz de llenar con su instrumento las tripas de un portaaviones. Y a la derecha del astro estaba la guitarra, fina, preñada de efectos, encargada de perfilar las columnas de ritmo de Celada, de Jordi Busquets, tan huesudo y filiforme como elegante con el instrumento. Fue troglodita cuando hacía falta, dulce cuando lo contrario se imponía.

Y en el centro Quimi Portet. Comenzó algo frío, o quizás es que el ambiente era frío, o vete a saber, resultó complicado ubicarse en un día que había cambiado de cielo varias veces. Pero poco a poco la cosa comenzó a fluir como fluye en los conciertos de Quimi Portet, con suavidad familiar. Inicio sinuoso con Ós bipolar, tema que da título a su último disco, primeras muestras de gamberrismo controlado con Pamela, nombre que en la canción se repite como si lo entonasen unos indios sin vaqueros y empuje cavernícola servido por Dones nues antes de afirmar que tocaba una canción para la reflexión, un On vas cowboy? que habla de motoristas de provincias que sienten su cabalgadura entre las piernas como si estuviesen en el país de Donald Trump.

Dedicatorias

Más tarde llegarían las dedicatorias, una, Francesc Pujols, a Sisa, allí presente junto a Pau Riba. De inmediato invitación a Joan Miquel Oliver para que diese un toque jazzy a Sunny Day, cantada por Portet con su sentido paródico, siempre acentuado en esta pieza de contrastes y hermosa alma de cotidiana fealdad. Luego sonó El meu hàmster va anar a Cubaen una toma reggae y cuando en la letra se dijo Sabadell, el público, conocedor de una broma imperecedera, gritó. Y es que cada vez que en un concierto de Quimi Portet se dice Sabadell hay que gritar. Cosas intercomarcales. A partir de ahí, con el público ya entonado, llegó el desparrame, esa fiesta que parece una gamberrada pero que escondió, una vez más, música tersa, rock de guitarras e ideas esparcidas bajo la sonrisa de quien parece tomárselo todo a broma. Una forma de afrontar seriamente nuestro mundo.

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