Cariño, hoy tengo cita con el amante
Nacho Aldeguer dirige una cuidada y original versión de 'El Amante', obra de Harold Pinter en la que se mezclan teatro, infidelidad y gastronomía
“Cariño, me voy a trabajar. ¿Viene hoy tu amante?”. Así de contundente arranca El Amante, de Harold Pinter. “Es una primera frase definitiva”, opina el actor Daniel Pérez Prada, “el comienzo más brutal que he visto en una obra de teatro, porque te sumerge de lleno en el conflicto de la función”. Pérez Prada interpreta a Richard, el marido, en esta versión de la obra de los años sesenta dirigida por Nacho Aldeguer (en el Teatro Pavón Kamikaze hasta el 2 de abril). Le da la réplica Alicia Rubio, Sarah, su mujer, y les acompaña en escena Alex García, que también ejerce de productor.
Pero antes de sumergirse en la intimidad de esta pareja británica de clase acomodada, una fiesta recibe al público. “Bienvenido, David”, dice Richard enseñando el nuevo chaise longue que la pareja ha adquirido. Los invitados de los protagonistas son los propios espectadores. “¿Os apetece una cerveza?”, dice, divina, Sarah. Enseguida un camarero trae una caña. Porque esta función es una experiencia gastro-teatral.
Tras esa primera bebida viene un cóctel. Y después, un aperitivo: un mochi (un pastel de arroz japonés). “El otro día fuimos a un restaurante a cenar, nos encantó y le pedimos al cocinero que nos hiciera algo”, comenta Sarah con cierta frivolidad. El chef al que hace referencia es Diego Guerrero, al frente del restaurante DStage, con dos estrellas Michelin. “A Diego le gustó el proyecto y se ha implicado hasta el final”, apunta García, mencionando también a los otros dos colaboradores gastronómicos: Mahou y Zacapa.
“Ese cóctel rompe un poco las reglas establecidas”, dice Nacho Aldeguer desde el ambigú del teatro, donde se representa la obra con una cuidada y acertada escenografía. “Cuando la gente va al teatro se pone solemne, distante y algo reverencial. Con este arranque queremos implicarla, si les apetece; obligarla a sumergirse en el espectáculo”, añade. Porque tras esa fiesta, el espectador penetra de lleno en la intimidad de esta pareja: en sus miedos, sus verdades y sus mentiras.
Morbo al atardecer
Richard y Sarah son una pareja que se quiere, que se habla con sinceridad y que lleva una década junta. “¿Has pensado que mientras me estás siendo infiel, yo estoy en la oficina trabajando?”, espeta Richard. Aunque ambos tienen un amante —“lo mío es una putita”, aclara el marido—, él parece estar hastiado. “Las cosas se encuentran en un equilibrio precioso”, responde Sarah, que no quiere renunciar a esos momentos morbosos que suelen ocurrir al atardecer.
“Un 76% de las parejas que llevan más de 10 años juntos han tenido un amante”, dicen en un programa de radio que escucha la pareja en su casa de las afueras. “Quería profundizar en el tema de la sinceridad”, dice Aldeguer, que reconoce que El Amante lleva tiempo quitándole el sueño: comenzó hace tres años a trabajar con el texto del Premio Nobel, un juego teatral que transita del drama a la comedia; de situaciones crudas y realistas a algunas que rozan el absurdo. Para el director, la clave del texto es una reflexión sobre la libertad y la verdad: “¿Puedes hablar con libertad de lo que sientes sin poner en peligro tu pareja? Sinceramente, y aunque han pasado casi 60 años desde la creación de la obra, creo que aún no”.
Un complicado juego de roles sexuales
El Amante es uno de los textos más característicos de Harold Pinter, premio Nobel de Literatura en 2005. En esta obra, de una hora de duración, el dramaturgo británico profundiza en la vida de una pareja jugando con las apariencias, con la verdad y con la mentira. También con los roles sexuales, el morbo y la imaginación.
Mientras las escenas de la pareja felizmente casada destilan monotonía, comodidad y cercanía, los encuentros con el amante emanan vicio, pasión y erotismo (en la versión de Aldeguer, muy bien representado con un timbal, cuyo sonido se asocia al sexo desenfrenado). Además, en un alarde de transparencia, la pareja se cuenta todo. Porque en realidad, nada es lo que parece.
A pesar de que la obra se estrena hoy en el Pavón Kamikaze, las entradas están agotadas: “Esperamos prorrogar”, dice el elenco.
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