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Los constitucionalistas ganan en la costa y las áreas metropolitanas; los independentistas, en el interior

Arrimadas basó su éxito en zonas urbanas, metropolitanas y costeras

Juan José Mateo

Los resultados del 21-D reflejan que la fractura política que divide Cataluña coincide perfectamente con dos bloques territoriales. La población que vive en la costa y las áreas metropolitanas apuesta por los partidos constitucionalistas, mientras que los catalanes residentes en el interior lo hacen por los independentistas. Una fotografía que muestra la división entre la Cataluña urbana y la rural y entre la Cataluña que tiene el castellano o el catalán como lengua materna.

Albert Rivera e Inés Arrimadas celebran la victoria en las elecciones catalanas.
Albert Rivera e Inés Arrimadas celebran la victoria en las elecciones catalanas.ERIC GAILLARD (REUTERS)

No hubo nada casual en las estrategias que emplearon durante la campaña los partidos constitucionalistas e independentistas. Mientras Ciudadanos, PSC y PP reservaron a sus candidatos para las grandes ciudades y sus áreas metropolitanas, Junts per Catalunya y ERC concentraron el grueso de su campaña en el interior de Cataluña. El resultado final —43,5% de los votos para un bloque y 47,5% para el otro— refleja un complicado equilibrio entre el mayor peso poblacional de las zonas que han dominado los constitucionalistas y la mayor extensión territorial de las conquistadas por los independentistas.

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“Lo que se ve en ese mapa es sobre todo dónde están los castellano-hablantes y dónde no”, dice el politólogo Roger Senserrich. “En las zonas costeras es donde hay más densidad de gente nacida fuera de Cataluña o con padres y abuelos de fuera de Cataluña, mientras que en el interior hay muchísimos menos”, describe. “En muchas zonas del interior de Cataluña no se escucha hablar en castellano, es una sociedad cien por cien catalanizada, y por eso es el vivero del voto independentista”, sigue. “[Históricamente] El número y la segmentación es bastante estable”.

Aunque el patrón de la división en bloques parece inamovible, sí hay variaciones en sus componentes. El despegue de Ciudadanos se explica por los caladeros de votos que ha conseguido incorporar hasta alterar el microsistema electoral de esta Comunidad, catapultando a Inés Arrimadas —25,37 % de los votos—, limitando a Miquel Iceta —13,88%— y hundiendo a Xavier García Albiol —4,24%—.

Distritos naranjas

Por ejemplo, en 2015, el llamado cinturón rojo de Barcelona se tiñó de naranja, porque pasó de votar mayoritariamente al PSC a inclinarse por Ciudadanos. La tendencia se ha agudizado en 2017. El mejor ejemplo es el distrito barcelonés de Nou Barris, una zona siempre dominada por el PSC que Ciudadanos le ha arrebatado y consolidado como propia: ganó con el 22,71% de los votos en 2015 y ahora lo ha hecho con el 31,24%.

Con el mismo paso firme, Ciudadanos ha logrado expandirse por toda la costa, especialmente en zonas del sur de Barcelona —provincia que dominó con el 26,44% de las papeletas— y Tarragona —ganó con el 27,34%—.

En el otro bloque, ERC se ha impuesto en el sur de Tarragona y en zonas muy rurales. Pero la Cataluña interior ha sido terreno de Carles Puigdemont. Su candidatura arrasó con el 36,69% de los votos en Girona y el 32,49% en Lleida.

“Las zonas metropolitanas, y eso incluye las de Barcelona o Tarragona, tienen un patrón de voto diferente del resto del país, porque allí el voto a partidos de ámbito estatal es mucho más alto”, resume Jordi Muñoz, doctor en ciencias políticas de la Universidad de Barcelona. “Por ejemplo, hay zonas del área metropolitana de Barcelona en la que los partidos soberanistas tienen sobre el 25% de los votos, mientras que los resultados de la Cataluña central, o de Girona, ofrecen la foto inversa”, sigue. “Allí los soberanistas tienen el 75%”, añade. Y recuerda: “Son los dos polos de un continuo: en medio hay matices, como Granollers, Sabadell o Terrassa, Lleida ciudad... y uno de los más importantes es Barcelona ciudad, que es muy grande, internamente muy diversa, y al final, electoralmente, como una mini Cataluña”.

El mejor resumen de la división entre el interior y la costa de Cataluña es Girona. Sin siquiera pisarla en campaña, Puigdemont triunfó en la ciudad en la que fue alcalde con un abrumador 36,85% de los votos. Y el PP se hundió hasta el 3,01% pese a que el mismo Mariano Rajoy se desplazó hasta allí para hacer campaña.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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