Adiós a Nicaragua, 38 años después
El PSC se despide de su sede histórica con casi todos los exdirigentes y reivindicándose como partido
Los socialistas catalanes han despedido el sábado la que ha sido su sede durante 38 años en el número 75 de la calle de Nicaragua de Barcelona con nostalgia por lo que fue el escenario de tantas victorias electorales. También del hundimiento del partido.
La militancia, con una media de edad avanzada, recibió a modo de recuerdo una caja con un trozo de cemento, como si se tratara de que estaba cayendo el muro de Berlín. No faltó ninguno de los que fueron líderes del socialismo catalán (Raimon Obiols, Narcís Serra, José Montilla, Pere Navarro y Miquel Iceta), a excepción del fallecido Joan Reventós, fundador del PSC y cuyo nombre llevará la nueva sede, en el número 191 de la calle de Pallars, en el barrio del Poble Nou de Barcelona.
La antigua fábrica de lámparas de automóvil, con cinco plantas y un aparcamiento de 400 metros, ha sido la referencia del partido que llegó a gobernar todas las instituciones de Cataluña y que ahora ostenta en la alcaldesa de alcaldesa de L'Hospitalet, Núria Marín, su cargo institucional de mayor relevancia.
El edificio ha sido el escenario de discusiones acaloradas, como la de la primera reunión del consejo nacional para elaborar las listas de las autonómicas de 1980, también de conspiraciones y traiciones. De noches de victoria y de momentos muy emotivos, como el homenaje a Ernest Lluch, asesinado por ETA o a Carme Chacón, la exministra de Defensa fallecida el pasado mes de abril.
Entre esas paredes falleció también un militante en septiembre de 2015 durante un acto y quedaron resquebrajadas por una bomba que colocaron los GRAPO el 10 de septiembre de 1990.
Miquel Iceta, en su línea, no dejó pasar la oportunidad para reivindicar al PSC. “No somos fruto de una casualidad, ni de una operación de márquetin, ni un chiringuito de tres o cuatro y lo nuestro no se forjó en un plató de televisión", en referencia a Ciudadanos, Junts per Catalunya y Podemos. “No permitiremos que nuestra sociedad se quiebre, no nos resignaremos a la parálisis política. La lengua no nos dividirá. Somos y seremos un solo pueblo”, dijo.
El acto congregó también a dirigentes históricos, como Josep Maria Triginer, el representante de la Federación Catalana del PSOE, uno de los tres partidos que se fusionaron en el actual PSC, cuando el congreso de unidad de julio de 1978. Tampoco faltó Josep Maria Sala, que fue secretario de organización y que pisó la cárcel por el caso Filesa de financiación ilegal de los socialistas. O Lluís Reverter, la mano derecha de Narcís Serra en el Ministerio de Defensa. Ni José María Álvarez, ahora secretario general confederal de la UGT y antes dirigente del PSC.
“Nuestros adversarios políticos durante décadas reniegan del pasado, han de cambiar de nombre, están condenados. Nosotros no”, recordó Raimon Obiols, que bromeó con que él va y viene de Bruselas y reivindicó el PSC como un partido “imprescindible para Cataluña”.
“Aquí han nacido acciones políticas que han sido claves para el futuro de Cataluña”, dijo Serra, mientras que Montilla rebatió la célebre cita de Ignacio de Loyola y celebró la mudanza a pesar de la incertidumbre política. Pere Navarro, el primer secretario que ha ocupado el cargo durante el menor período de tiempo, se mostró convencido de que el PSC sabrá responder a los nuevos retos. Nadie recordó a Pasqual Maragall y su figura solo apareció en los vídeos que se emitieron.
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