Colau lidera el boicot del secesionismo al Rey
La alcaldesa ha mantenido una posición ambigua respecto al independentismo
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, recurre con frecuencia a la ambigüedad cuando ha de pronunciarse sobre el independentismo. Pero el posicionamiento final, normalmente, cae del lado del secesionismo. La decisión de no participar ayer en el saludo oficial al Rey antes del Mobile World Congress es el último ejemplo de gestos que provocan el aplauso de los partidos independentistas y el rechazo del PSC, Ciudadanos y el PP, que la acusan de lanzarse a los brazos del independentismo.
Colau anunció el pasado sábado que no participaría en los recibimientos protocolarios al Rey durante el congreso de los móviles que se celebra esta semana en Barcelona. De esta manera buscaba escenificar su crítica a Felipe VI porque, en su opinión, no tuvo “un mínimo gesto de empatía hacia la gente que sufrió las cargas policiales [del 1 de octubre, tras el referéndum ilegal de independencia]”. Una idea a la que también se acogió el presidente del Parlament, Roger Torrent, para no saludar al Monarca.
“En una democracia avanzada cualquier cargo público, el Rey también, ha de poder ser criticado y cuestionado. Coincidiré cordialmente con el Rey pero no participaré en el besamanos que es un acto de pleitesía y vasallaje impropio de una democracia del siglo XXI”, explicó ayer la alcaldesa en su cuenta de Facebook.
Buscando la estabilidad con ERC y PDeCAT
Tras el referéndum ilegal del 1 de octubre, el PDeCAT y ERC habían ofrecido estabilidad a Colau si sacaba a los socialistas del Gobierno municipal. La alcadesa los necesita para afrontar el final del mandato pues solo tiene 11 concejales de un total de 41. Colau efectivamente consumó la ruptura con el PSC a través de una consulta, que mostró la división interna respecto a esa posibilidad. La alcaldesa posteriormente pactó con PDeCAT y ERC que se abstuvieran para facilitar la aprobación de los presupuestos de este año. Pese a ello, el nodel PSC obligó a Colau a recurrir a una cuestión de confianza. El acercamiento a los independentistas al negociar las cuentas se produjo en paralelo a otra colaboración de los comunes con el nacionalismo en el Parlament, donde se abstuvieron en las negociaciones sobre la presidencia.
La decisión de Colau abrió un nuevo frente de conflicto político. No solo porque pone en tela de juicio el papel institucional del Ayuntamiento en un evento fundamental para la promoción económica de la ciudad sino porque reaviva el debate sobre su posición en el procés. La líder municipal de Ciudadanos, Carina Mejías, criticó ayer que Colau actué “al dictado de los independentistas”.
Calculada ambigüedad
La alcaldesa siempre ha jugado con una calculada ambigüedad en los temas relacionados con el soberanismo, pero llegado el momento de pasar a la acción, se alinea con las posiciones independentistas. Su formación, Barcelona en Comú, está dividida en lo que a la política nacional refiere. Por un lado figuran los que proceden de Iniciativa per Catalunya, partidarios de mantener el pacto con los socialistas (roto en noviembre pasado tras una consulta interna, en la que el 45% votó en contra) y recuerdan que su principal bolsa de votantes, cuantitativamente, está en los barrios obreros y no en los independentistas. Y por otro lado, están los que apoyan el independentismo.
Nada más llegar al Consistorio, Colau dio un golpe frontal a la Casa del Rey. El 24 de julio de 2015, antes del primer pleno del mandato, el gobierno municipal ordenó retirar del Salón de la Reina Regente el busto de Juan Carlos I. “Hay una sobredimensión simbólica de la Monarquía que contrasta con una infrarrepresentación de otras tradiciones ciudadanas más propias de la urbe”, argumentó el primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello. El día anterior, Felipe VI estaba en Barcelona, entregando despachos a los 35 nuevos jueces graduados.
Un año después, las críticas de la alcaldesa a la presencia del Ejército en el Salón de la Enseñanza tampoco sentaron bien al Ejecutivo de Rajoy. “Sabéis que nosotros preferimos que no haya presencia militar en el Salón, pero simplemente para separar espacios”, dijo entonces Colau. Pese a todo, el Ejército seguirá este año con su estand en el salón de oferta académica y laboral.
La semana pasada, el teniente de alcalde Jaime Asens sacó adelante una iniciativa que también desató la indignación de los partidos constitucionalistas y el aplauso de los independentistas: la recepción para las familias de los exconsejeros presos y de los Jordis. Colau y Asens insistieron en que se trataba de “democracia y de defender los derechos humanos, no de independentismo”.
Una ayuda fundamental para el referéndum ilegal
La posición de Ada Colau respecto al referéndum ilegal de independencia del pasado 1 de octubre ejemplifica su ambigüedad frente al independentismo. La alcaldesa de Barcelona siempre se había mostrado partidaria de un referéndum “con garantías”, pero el día de la votación acabó haciendo fila bajo la lluvia para votar.
El discurso oficial del Consistorio era que en la celebración del referéndum no pondría en riesgo ni al Ayuntamiento como institución ni a sus trabajadores. Sin embargo, acabó poniendo a disposición de la Generalitat una decena de equipamientos municipales. Colau además recibió a los 700 alcaldes catalanes que apoyaban el referéndum pese a que el Tribunal Constitucional ya lo había suspendido cautelarmente. “Esto no va de independencia, va de la defensa de los derechos y las libertades de Cataluña”, dijo entonces la alcaldesa.
Tras la decisión del Gobierno central de intervenir la Generalitat ante la apuesta del Govern y el Parlament de seguir adelante con la declaración de independencia, Colau se posicionó en el medio, rechazando tanto la declaración unilateral de independencia como la aplicación del artículo 155 de la Constitución. El pasado 26 de octubre, en contra del parecer del PSC, el Ayuntamiento rechazó la intervención de la Generalitat. El 2 de noviembre, Colau aseguró que Puigdemont era el presidente legítimo de Cataluña. “Pese a haber sido cesado, lamentablemente por el 155, es él quien ostenta la legitimidad de las instituciones catalanas, como mínimo hasta que haya elecciones y recuperemos el autogobierno”, dijo.
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