Rilke vuelve a Ronda, la ciudad inesperada
La profesora Carmen Rivas publica la primera obra monográfica dedicada a la relación del poeta con la histórica ciudad malagueña.
Entre 1910 y 1914, Rainer María Rilke (Praga-1875, Val-Mont-1926) cambia cincuenta veces de residencia. El poeta del desasosiego busca un refugio para guarecerse de sus particulares tormentas, itinera por Europa (Italia, Rusia, Francia, el Imperio Austrohúngaro... hasta hallar asilo en el castillo del Duino, cerca de Trieste, que inmortalizó en sus elegías) como quien pretende alcanzar un paisaje, un entorno exterior, que se identifique con su abismo interior. Y así, llega en el invierno de 1912 a un punto del Sur que, extrañamente, no tenía marcado en su ruta: era Ronda, la ciudad inesperada.
"Emprendí viaje hacia el Sur, me detuve asombrado ante Córdoba, tuve tiempo de percatarme de que Sevilla no me decía nada, y algo me llevó a Ronda", escribe el poeta a su amante y confidente Lou Andreas-Salomé desde la ciudad malagueña. Es ese "algo" fortuito fuera de toda planificación el inicio misterioso de una relación de asombro e identificación que convertiría a Ronda en una de las ciudades que más influyeron en su concepción estética y que con más afecto dibujó en sus escritos. "El espectáculo de esta ciudad es indescriptible, asentada sobre la mole de dos rocas cortadas a pico y separadas por el tajo estrecho y profundo del río", le confiesa por carta a su mecenas Marie von Thurn und Taxis.
Ronda le ofrece un abismo de piedra y tiempo "semejante al que ya trae en su interior. El Rilke que llega hasta aquí es un ser profundamente angustiado ante la imposibilidad de escribir y la obligación ineludible de hacerlo, prácticamente al borde del suicidio. Superado este momento, Ronda le ofrece soledad y largos paseos, dehesas, pájaros, ríos, Tajo, la noche, el pastor, el ser en lo cósmico-terrenal... todo ello le reconcilia con él mismo y le permite escribir sin salir apenas de la habitación del hotel en el que se hospeda durante días, hasta que surge la Trilogía española, entre otros poemas".
Lo explica la profesora Carmen Rivas Rubiales (Sevilla, 1961), vecina de Ronda desde su infancia y autora de la primera obra monográfica sobre la relación idílica de la ciudad serrana con uno de los mayores poetas de la historia en lengua alemana. Viaje al Sur, Rilke en Ronda es un trabajo monumental en el que ha empleado siete años de búsqueda de documentación y que ve la luz el próximo 14 de junio gracias al servicio de publicaciones de la Fundación Unicaja. Prologado por Antonio Pau, la voz más autorizada en Rilke de nuestro país, este libro recoge "los pormenores de un encuentro crucial, una cita inaplazable, un cruce de existencias predestinadas: el poeta en su altura y la ciudad que lo alcanza", escribe el experto en la presentación de la obra.
Rilke se hospeda durante tres meses en el Hotel Reina Victoria, un edificio "en la linde de nada", desafiando el abismo del Tajo al borde de uno de los precipicios rocosos más imponentes de nuestra geografía. Levantado en 1908 por los ingleses que se habían encargado de la construcción del ferrocarril de Bobadilla a Algeciras, "era un recinto lujoso, con amplios salones, rodeado de jardines y con balcones al abismo que en ese invierno permitió a Rilke estar prácticamente solo", explica Rivas. Es en la habitación 208 del albergue donde se fragua toda la literatura que produjo Rilke durante su estancia -la Trilogía española, el poema El Ángel y las decenas de cartas remitidas a su conocido entorno de mujeres confidentes y amigos- sobre los que la estudiosa ha construido este libro.
"Llegué a Rilke por Cernuda -explica Rivas- y en concreto en sus estudios sobre literatura sitúa la correspondencia del poeta checo entre las más hermosas y singulares que conozcamos". De este modo, el entusiasmo mostrado por Rilke ante Ronda es compartido con sus corresponsales europeos: Lou Andreas Salomé, Marie von Thurn und Taxis, Sidonie Nádherný von Borutin, Anton Kippenberg, Rodin, Leo von König ... "A residencias repartidas por toda Europa llegaban durante aquel invierno de 1912 a 1913 cartas prolijas en descripciones, impresiones y detalles en las que Rilke hablaba de la ciudad y sus casas encaladas, sus monumentos o el río Guadalevín con toda la ropa puesta a secar, las encinas, olivares, rocas, matorrales, caminos tan intrincados donde hasta las liebres a duras penas podrían orientarse, como él mismo dejó por escrito", detalla Rivas.
"Fue un maravilloso acierto haber dado con Ronda, en la cual se resumen todas las cosas que yo he deseado: una ciudad española atalayada de un modo fantástico y grandioso…”, prosigue Rilke en sus cartas. Y así se va fraguando, hasta confundirse, la relación del poeta con la ciudad que lo acoge. Aquel que llegó a España atraído por su fascinación por el Greco, y se instaló en Toledo, donde no pudo escribir; el mismo que lo intentó en Sevilla, ciudad que trató con profundo desafecto al no coincidir con su angustiada situación interior, halló en Ronda "el cambio decisivo, desde el fondo, desde la raíz", le dirá por carta a Marie Von Thurn und Taxis.
La autora de Rilke en Ronda ha diseñado ex profeso para este trabajo cuatro rutas de paseo por Ronda persiguiendo los lugares que Rilke recorría a diario durante horas y que han quedado registrados, tanto en las misivas como en las series de fotografías y postales con comentarios al dorso que se encuentran en la Biblioteca Nacional de Suiza, así como las se custodian en la Universidad estadounidense de Harvard.
Asimismo, en el inicio de concepción de este trabajo monográfico, Carmen Rivas contó con la colaboración de los poetas -ya desaparecidos- Félix Grande y Francisca Aguirre. A modo de homenaje, el libro incluye un CD en el que ambos recitan algunos de sus versos preferidos del poeta alemán.
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