Un clamor por la igualdad en la Cabalgata de Reyes más sostenible
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, reivindica el esfuerzo para tener “una ciudad más verde y saludable”
Un clamor por la igualdad y contra la discriminación recorrió ayer Barcelona desde que sus Majestades, los Reyes Magos de Oriente, pusieron el pie en la ciudad. Apenas pasaban unos minutos de las cuatro de la tarde cuando el pailebote Santa Eulàlia arribaba al Moll de la Fusta de Barcelona. Dentro, Melchor, Gaspar y Baltasar saludaban sin cesar a los miles de niños que los esperaban, carta en mano, a los pies del embarcadero. Por delante, un baño de masas en una colorista cabalgata por el centro de la ciudad, toneladas de caramelos al aire y miles de deseos guardados en un sobre.
El rey Baltasar recibió, de manos de la alcaldesa Ada Colau, las llaves de la ciudad, y reivindicó el respeto y la generosidad de los niños en un discurso que, por primera vez, recayó en la voz del rey negro. “A los Reyes nos gusta mucho que compartáis los juguetes y que juguéis. Y también nos gusta que pidáis juegos que no sean violentos ni sexistas”, dijo su Majestad. Desde el protagonismo de Baltasar hasta las palabras de una eufórica alcaldesa, Ada Colau, la jornada se caracterizó por el llamamiento a combatir la discriminación y alentar el respeto y la igualdad. “Se pueden pedir juguetes grandes, pequeños, de todos los colores, porque no hay juguetes para niños ni para niñas. Todos los juguetes son para todos”, apuntó Colau. Y concluyó: “Como ciudad, deseamos que ningún niño pase hambre, que ninguno sufra discriminación en ninguna parte del mundo”.
Majestades con parecidos razonables
Detrás de sus suntuosas vestimentas, los Reyes Magos de Oriente guardaban cierto parecido con conocidos personajes de Barcelona. El espigado Gaspar, amante de la cultura, tenía un aire con el teniente de alcalde, Joan Subirats. Melchor, el más ducho en las lides de la mar al salir presto del pailebote que los llevó a tierra, recordaba, por sus ojos almendrados, al fundador de Open Arms, Oscar Camps. Baltasar también se asemejaba, en sus dotes escénicas y de interacción con los niños, al actor Babou Cham.
La alcaldesa también aprovechó para defender que, como ciudad, están “intentando” portarse bien, aunque admitió que queda “trabajo por hacer”. “Estamos sacando coches. Queremos menos contaminación, una ciudad más verde y saludable. Una ciudad acogedora donde todo el mundo pueda encontrar su casa”, apuntó, apenas cinco días después de poner en marcha la zona de bajas emisiones, que prohíbe circular por Barcelona a los coches más contaminantes.
La cabalgata, de hecho, también ha sido la más sostenible, según los organizadores, incorporando innovaciones tecnológicas para reducir el número de generadores y ampliando los dispositivos que funcionan por baterías. La carroza de la paje Estel, que contiene la estrella que guía a los Reyes, por ejemplo, estaba iluminada con luces LED.
Baltasar fue uno de los reyes más aclamados, saludando a choque de manos, a los miles de pequeños congregados en el Moll de la Fusta. Nada más empezar el recorrido, una niña le entregó la carta y su chupete, del que había logrado desengacharse pocos días atrás, según su padre. Otra, hecha un amasijo de nervios, entregó al rey negro una carta gigante embalsamada en purpurina en la que podía leerse “Paz y Amor”.
Pero Melchor y Gaspar tampoco se quedaron atrás en lo que a popularidad se refiere. Niraj, de 10 años, se acercó corriendo a Melchor para preguntarle qué quería que le dejase para cenar. “Chocolate”, respondió. "¿Pero blanco o negro?", insistió el pequeño, obnubilado por la presencia del rey tan cerca. "Ambos", sonrió su Majestad. La euforia colectiva arrasó también con la alcaldesa Colau, que fue jaleada por los asistentes.
Entre las miles de cartas recogidas, los niños optaron mayoritariamente por ceñirse a enumerar los juguetes que querían. Alguno, más sincero, admitía haberse portado "regular". Como Valeria, que prometía portarse "mucho mejor" el año que viene y pedía "plastelina y juegos de escribir". Guillem también optaba por la honestidad —"Me he portado bastante bien; no mucho, pero bastante"— y acompañaba su lista de peticiones con un collage con las imágenes de los juguetes y el precio correspondiente. Hubo quien, como Lucía, que pidió "felicidad y que Maduro se vaya del gobierno de Venezuela". Otros, más mayorcitos, también pidieron a los Reyes Magos "la independencia de Cataluña".
La cabalgata, que contó con una puesta en escena futurista donde la iluminación de carrozas y vestuario coparon la atención, contó con la participación de 1.200 personas y recorrió cinco kilómetros en los que se repartieron cinco toneladas de caramelos. Según la Guardia Urbana, unas 950.000 personas asistieron a la cabalgata.
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