La lección del milano real: no todos somos resilientes
Los fenómenos adversos en edades tempranas perjudican durante toda la vida a esta rapaz amenazada. Este efecto puede registrarse en otras aves, peces, reptiles y mamíferos, incluidos los humanos
No todas las especies se adaptan a eventos extremos como la sequía, incendios u otros fenómenos climáticos adversos, ya sean temporales, como un huracán, o de largo recorrido, como el calentamiento global. La manida resiliencia, la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos, es un privilegio de unos pocos. Un estudio liderado por la Estación Biológica de Doñana (EBD) – CSIC y publicado en Nature Communications demuestra que una sequía sufrida por los milanos reales al nacer y durante sus primeros meses de desarrollo causa daños de por vida, provocando una disminución de su supervivencia con efectos graves sobre la población y precipitando, de no actuar con urgencia, el tiempo que resta para la extinción de la especie en el Parque Nacional.
La literatura científica ha analizado decenas de animales y plantas que migran hacia hábitats más propicios ante el cambio climático o que experimentan modificaciones para sobrevivir a las nuevas condiciones. Sin embargo, la investigación en la que ha participado Julio Blas, científico de la Estación Biológica de Doñana, demuestra que esto no es así para todas las especies. Tomando como ejemplo al milano real (Milvus milvus) y a partir de datos obtenidos durante tres décadas sobre la población que habita el Parque Nacional de Doñana, el trabajo demuestra que las aves nacidas durante una sequía arrastran los perjuicios toda la vida.
El seguimiento de los milanos ha permitido determinar que el estrés asociado a las sequías durante la etapa natal genera la falta de recursos nutricionales y reduce la esperanza de vida. Estos efectos sobre el individuo tienen consecuencias sobre toda la población de Doñana, donde se refugian las últimas 21 parejas en peligro crítico de extinción. De no remediar las causas de mortalidad juvenil —los modelos demográficos pronostican una extinción a corto plazo— y al considerar que parte de los individuos nacieron en sequías previas, las previsiones para el declive poblacional se acortan, con una disminución del 40% en los tamaños de población pronosticados y un acortamiento del 21% del tiempo hasta la extinción. “El cambio climático puede erosionar las poblaciones más rápida y severamente de lo que se cree cuando no se consideran estos efectos natales”, advierte la investigación.
“Hemos analizado qué efecto tiene un evento climático extremo, que en nuestro caso fueron los años de sequía en Doñana, sobre sobre la capacidad de supervivencia, la reproducción y el comportamiento de una especie muy concreta. Queríamos ver el efecto de la sequía actual y queríamos también mirar el efecto de la sequía que pudo existir en el momento en el que nacieron los ejemplares. Llevamos 30 años registrando la población y disponemos de información acumulada para 700 individuos y datos de 1.200 eventos reproductivos”, explica Blas.
El modelo de la investigación puede servir para analizar otras especies. El estudio señala que “los individuos nacidos en hábitats de mala calidad, ambientes estresantes o años de baja disponibilidad de alimentos muestran un deterioro de la supervivencia y la reproducción en la vida adulta en peces, reptiles, aves y mamíferos, incluidos los humanos”. Investigaciones previas con otras especies han demostrado que unas condiciones adversas para el desarrollo afectan a “la morfología individual, el metabolismo, la inmunocompetencia, la fisiología, la sociabilidad y la personalidad, con repercusiones de por vida”.
Blas es cauteloso en este aspecto: “No dudamos que estos efectos sean generalizables a otras especies. Pero, como en cualquier investigación científica, debemos ser cautos con la extrapolación del resultado. Nosotros nos hemos centrado en el milano real porque disponemos de información pormenorizada de 30 años y podíamos incorporar el parámetro de la sequía de forma retrospectiva. No obstante, es muy probable que estas conclusiones ocurran igualmente en otros muchos seres vivos”.
Un evento de estrés extremo afecta a una población a través de dos vías simultaneas: reduce la aptitud de los individuos adultos que lo afrontan y perjudica el desarrollo de los nacidos durante el mismo suceso. De esta forma, los efectos conjuntos son demoledores tanto en ejemplares crecidos como particularmente en los recién nacidos, que quedan dañados para el resto de sus vidas, encuentren o no nuevos eventos de estrés.
En ellos se produce el efecto conocido como “restricción del desarrollo”, por la que una circunstancia adversa limita la calidad del fenotipo y su aptitud futura: “Los fenotipos nacidos en entornos favorables son siempre superiores a los generados bajo dificultades, independientemente del entorno experimentado más adelante en la vida”.
Por lo tanto, los individuos crecidos en un ambiente benigno, con poco estrés, son más fuertes y generan poblaciones más preparadas, mientras que las dificultades afrontadas en etapas tempranas de la vida generan individuos con una capacidad de desempeño futuro muy comprometida.
Para llegar a estas conclusiones, el equipo de investigadores ha examinado la respuesta demográfica en Doñana del milano real, que en condiciones normales puede llegar a vivir hasta 30 años. Cuando esta población aborda un año de sequía debe afrontar un medio hostil, que supone la disminución (4,5 veces menos) de presas disponibles: “un cuello de botella nutricional” que limita el alimento disponible para los polluelos y sus los progenitores, quienes, además, deben realizar mayores esfuerzos para la caza. La consecuencia inmediata es una disminución del número de crías (ente el 46% y el 37%) y una reducción del 330% en la condición corporal de las mismas, aunque no en su tamaño. Para los adultos, las sequías reducen un 17% su supervivencia.
“Las presas que los adultos aportan al nido disminuyen 1,7 veces y estos no son capaces de aportar la nutrición que requiere un pollo durante un año normal. Además, el esfuerzo que hacen para conseguir esa alimentación es mucho mayor que en un año bueno, por lo que, realmente, los adultos se desgastan”, explica el biólogo.
“Nuestra investigación demuestra que muchos de los modelos predictivos utilizados hasta ahora para pronosticar la evolución de las poblaciones de fauna silvestre frente al cambio global pueden ser falsamente optimistas”, afirma el investigador de la EBD. “Tradicionalmente se estudia cómo es la relación entre un parámetro ambiental, como la temperatura o la disponibilidad de agua, y uno de eficacia biológica, como puede ser, por ejemplo, la supervivencia o la reproducción. En función de las previsiones climáticas, se hacen unas predicciones, pero la mayoría de estos estudios no consideran que hay un efecto adicional: cómo fueron las condiciones en el momento del nacimiento del individuo. Si se trata de una especie amenazada o en peligro de extinción, como es el caso del milano real, nos damos cuenta de que no se dispone de mucho tiempo, porque el tamaño de población estimado para dentro de cinco o 10 años, al incorporar el parámetro de las condiciones natales, es un 40% inferior”.
En este sentido, Julio Blas lanza una alerta: “La población de milanos reales de Doñana está ahora mismo en estado crítico en términos de salud poblacional. En los últimos 30 años, la población ha desaparecido de prácticamente toda Andalucía e incluso de la mayor parte de Doñana, quedando restringida al corazón del Parque Nacional. Hay un problema grave de conservación y este año solamente quedan 21 parejas, cuanto llegó a haber 80 hace 30 años. Hay que hacer todo lo que esté en nuestra mano para evitar que se produzca esa mortalidad y, particularmente, la juvenil. Actualmente hay una colaboración estrecha con el Grupo de Conservación del Parque Nacional, que realiza una importante labor con las herramientas disponibles, por ejemplo, suplementando con alimento a las parejas reproductoras. Es necesario adoptar más medidas, y ello pasa por que los responsables de la conservación del medio natural y los responsables de la ciencia se pongan de acuerdo y aporten más recursos, y de forma mucho más rápida. De no hacerlo así, muy pronto dejaremos de ver milanos reales en Doñana, perdiendo para siempre una población adaptada a un medio natural único”.
Más sequías y más intensas
El estudio de la EDB es especialmente relevante porque los episodios de falta de agua serán más frecuentes y duraderos por el aumento de las temperaturas globales. “Las sequías plantean riesgos significativos para las personas y los ecosistemas de todo el mundo”, según Rachel Warren, autora de una reciente investigación de la Universidad de East Anglia (UEA). “No solo aumentan las áreas expuestas a las sequías con el calentamiento global, sino que también aumenta la duración de estas. El cumplimiento de los Acuerdos de París podría reducir el riesgo de sequía severa en todo el mundo. Esto requiere una acción urgente a escala global ahora para detener la deforestación y descarbonizar el sistema energético”, afirma.
Michael Bahn, investigador del departamento de Ecología de la Universidad Innsbruck, coincide: “Con el cambio climático en curso, los fenómenos meteorológicos extremos ocurrirán con mayor frecuencia y los períodos secos serán cada vez más intensos”. Bahn, autor de varios estudios sobre los efectos de la sequía en los ecosistemas, advierte que, “a medida que avanza el cambio climático, los mecanismos que operan en las tierras secas mundiales podrían desempeñar un papel cada vez más importante en muchas de las regiones actualmente más húmedas”.
Sin embargo, sus estudios sí han hallado adaptaciones a eventos adversos en microorganismos del suelo. En este sentido, Bahn afirma: “Nuestro reciente artículo en Global Change Biology destaca que la sequía puede dejar legados en los ecosistemas que cambian la forma en que responden a eventos similares posteriores. Por ejemplo, en un experimento de sequía a largo plazo se observó que la falta de agua recurrente alteró la composición de la comunidad microbiana del suelo e, inesperadamente, hizo que este fuera menos susceptible a la sequía”. En el mismo sentido, en otras dos investigaciones, defiende que la sucesión de épocas de escasez de recursos hídricos altera la memoria ecológica del suelo y mejora la resiliencia de los ecosistemas frente a futuros episodios. “Los cambios que generan en las comunidades del suelo [bacterias y hongos] puede cambiar la forma en que la biodiversidad amortigua los efectos de la sequía”, afirma.
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