Casi dos millones de toneladas menos de CO₂: Alemania busca prolongar el éxito del abono de transporte a nueve euros
El experimento del Gobierno de Scholz redujo las emisiones y evitó el uso del coche en plena crisis energética. Berlín empleará 1.500 millones en subvencionar el transporte público
Un billete de 9 euros para viajar por toda Alemania. El experimento veraniego del Gobierno de Olaf Scholz era, además de caro, arriesgado. Podría haber colapsado el transporte público o no haber conseguido su propósito, que era convencer a los automovilistas de dejar el coche en casa. Pero el abono, que ha estado vigente entre el 1 de junio al 31 de agosto, se considera un éxito. “Ha sido una de nuestras mejores ideas”, dijo el canciller hace unos días. Tanto que ahora toca buscarle sucesor al famoso 9-euro-ticket, como se conoce en alemán. El Gobierno, decidido ya a seguir subvencionando el transporte público como forma de hacer frente a la crisis energética, intenta convencer a los Estados federados para crear un abono mensual barato y válido en toda Alemania.
De momento, Berlín se ha adelantado. Ante la posibilidad de que el acuerdo no se materialice hasta enero, la ciudad-estado aprobó este miércoles su propio billete mensual a precio reducido. Costará 29 euros y funcionará de octubre a diciembre. El abono actual equivalente, solo válido en la capital, cuesta 86 euros, con una versión más barata (63 euros) si se usa solo a partir de las 10 de la mañana. “Es un alivio financiero que los berlineses necesitan con urgencia”, aseguró la concejal de Movilidad, la verde Bettina Jarasch, al presentarlo.
El 9-euro-ticket fue la medida estrella del segundo paquete de ayudas que aprobó el Gobierno para compensar los elevados precios de los combustibles. La invasión rusa de Ucrania ha disparado los costes energéticos en un país muy dependiente del gas ruso que empieza a temer el descontento social. Por eso todo lo que signifique reducir el consumo se recibe con entusiasmo. El abono ha ahorrado la emisión de 1,8 millones de toneladas de CO₂ a la atmósfera, según un estudio de la Asociación Alemana de Empresas de Transporte (VDV). “Su efecto positivo en la lucha contra el cambio climático es comprobable”, aseguró hace unos días la patronal.
El precio, imbatible comparado con el vehículo privado, tuvo su efecto tanto en viajes de trabajo en núcleos urbanos bien comunicados con tren de cercanías, autobús o metro, como en excursiones de placer. “Podríamos haber ido en coche, pero queríamos aprovechar el último día del 9-euro-ticket y así ahorrar un poco”, confesaba Antje, sentada con su marido Helge en el piso superior del tren regional RE3 que acababa de salir de la capital camino al mar Báltico. “Lo hemos usado todo el verano para movernos por la ciudad, aunque es cierto que ya lo hacíamos antes”, añadía, el último día en que el abono estuvo en vigor.
Con Alemania ya fuera del periodo vacacional el 31 de agosto, porque los colegios ya habían empezado, los dos jubilados se disponían a pasar unos días en la isla de Rügen. Calcularon el itinerario, con dos transbordos, siempre a trenes regionales porque los de alta velocidad no están incluidos en el abono. “Si algo tenemos es tiempo”, sonreía Helge. Otra cosa es la comodidad. Tuvieron suerte porque se situaron bien en el andén y subieron de los primeros, pero el tren salía de Berlín lleno, con pasajeros sentados con maletas en las escaleras que comunican la parte alta y baja de los vagones. El vagón de bicicletas, también a tope: había 12. Nada más arrancar, la megafonía anunciaba que la mascarilla es obligatoria y recordaba que el abono de nueve euros no era válido en primera clase, por si a alguien le tentaban los muchos asientos libres en esos vagones.
En los tres meses de experimento se vendieron 52 millones de abonos (la población alemana es de 83 millones de habitantes) y la VDV calcula que alrededor del 20% los compraron personas que no solían usar el transporte público. Las emisiones ahorradas equivalen a la energía que necesitan 350.000 hogares o al recorte de gases que se conseguiría si Alemania impusiera un límite de velocidad a sus autopistas, el único tabú que la guerra en Ucrania todavía no ha derribado. Un coche promedio emite alrededor de 4,6 toneladas de CO₂ al año, recuerda la patronal del sector. Y cada vez hay más. Según datos recientes de la Oficina Federal de Estadística, en el país circulan 580 coches por cada 1.000 habitantes; en cifras absolutas, 48,5 millones, 300.000 más que en 2021.
Los Verdes, impulsores de la idea, se encuentran ahora con que ya no cuesta tanto convencer a sus socios de coalición, socialdemócratas y liberales, para acordar un nuevo abono lo más barato posible y cuanto antes. La popularidad del billete de nueve euros es incontestable entre la población, aunque también se han escuchado quejas de usuarios habituales hartos de aglomeraciones y hay expertos como Christian Böttger, profesor de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Berlín, que pone en duda el estudio de VDV y sostiene que no hay pruebas de un trasvase significativo del coche privado al transporte público.
El tercer paquete de ayudas alemán, aprobado a principios de mes, incluye una partida de 1.500 millones para financiar el nuevo abono. Será necesario, eso sí, que los Estados federados contribuyan al menos con la misma cantidad. Y ahí está el problema. Piden más dinero de Berlín o, como Baviera, se muestran reticentes y argumentan que el abono no soluciona los problemas de las zonas rurales, peor comunicadas en transporte público. Si hay acuerdo, el billete podría costar entre 49 y 69 euros al mes, según figura en el texto pactado por los tres partidos del Gobierno federal. Los Verdes presionan para que sean 49 euros.
Como Berlín, también Renania del Norte-Westfalia ―en ambos Estados los Verdes forman parte de la coalición de Gobierno regional― ha buscado su versión temporal del billete barato hasta que llegue el acuerdo nacional. Desde este mismo mes, cualquiera que tenga un abono local podrá usarlo gratis para viajar por todo el Estado (de 18 millones de habitantes) los fines de semana.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.