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La capa de ozono va camino de recuperarse gracias a la prohibición de sustancias químicas, que ayuda a mitigar el calentamiento global

Un grupo de expertos respaldado por la ONU cree que la mayor parte de la capa atmosférica que protege al planeta de la radiación ultravioleta se recuperará en 2040, aunque habrá que esperar 40 años para que lo haga en la Antártida

Miguel Ángel Medina
Capa de ozono
En morado, el agujero de la capa de ozono según una imagen de la NASA de octubre.AP

Hace 35 años, el Protocolo de Montreal decretó la eliminación de 96 sustancias químicas —usadas en su mayoría en aerosoles y refrigeración— que estaban causando un agujero en la capa de ozono, el área de la estratosfera que protege la Tierra de los rayos ultravioleta. Cada año se comprueba que los resultados de ese acuerdo internacional son más positivos: según un nuevo análisis de un grupo de expertos respaldado por las Naciones Unidas hecho público este lunes, la capa de ozono va camino de recuperarse totalmente en 40 años. Además, la eliminación progresiva en todo el mundo de estas sustancias químicas ya contribuye a la mitigación del cambio climático: puede ayudar a evitar que el planeta se caliente hasta 0,5 grados más a finales de este siglo.

El último informe del Grupo de Evaluación Científica del Protocolo de Montreal sobre estos productos dañinos confirma que la eliminación progresiva del 99% de las sustancias prohibidas que agotan la capa de ozono ha logrado protegerla, y ha contribuido a que se recupere de forma notable en la estratosfera superior y a que disminuya la exposición de las personas a la radiación ultravioleta nociva del sol.

La capa de ozono es fundamental para la vida, ya que filtra la peligrosa radiación ultravioleta para que no llegue a la superficie de la Tierra. El ozono se crea en la atmósfera superior por la interacción entre las moléculas de oxígeno y la radiación ultravioleta del Sol. En la atmósfera inferior, se forma debido a reacciones químicas entre contaminantes, como los gases de escape de los vehículos y otras emisiones.

En la década de los ochenta se descubrió un enorme agujero en la capa de ozono en lo alto de la atmósfera sobre el Polo Sur, causado por el daño producido por los clorofluorocarbonos (CFC), gases utilizados para refrigeradores y espumas aislantes. Este descubrimiento condujo al Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional para detener la producción de CFC.

En el documento —presentado este lunes durante la 103ª reunión anual de la Sociedad Meteorológica de Estados Unidos— se explica que, si se mantienen las políticas actuales, se espera que la capa de ozono recupere los valores de 1980 alrededor del año 2040 en todo el mundo, si bien habrá que esperar a 2045 para que se recupere totalmente en el Ártico, y hasta 2066 para que lo haga en la Antártida, el punto donde peor se encuentra esta zona de la estratosfera. Las variaciones en el tamaño del agujero de ozono en la Antártida, sobre todo entre 2019 y 2021, se debieron principalmente a las condiciones meteorológicas. Sin embargo, la superficie y la profundidad han disminuido desde el año 2000.

Diferencia entre la capa de ozono en 1979 y 2009 en una imagen de la NASA de ese último año.
Diferencia entre la capa de ozono en 1979 y 2009 en una imagen de la NASA de ese último año. HANDOUT (AFP)

“Según el último informe cuatrienal, la capa de ozono se está recuperando, lo que es una fantástica noticia. Nunca se destacará lo suficiente hasta qué punto el Protocolo de Montreal ha contribuido a la mitigación del cambio climático. En los últimos 35 años, el Protocolo se ha convertido en un verdadero defensor del medio ambiente”, ha explicado este lunes en un comunicado Meg Seki, secretaria ejecutiva de la Secretaría del Ozono del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

El décimo informe del Grupo de Evaluación Científica confirma la repercusión positiva que ese tratado ya ha tenido en el clima. La Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal, acuerdo adicional alcanzado en 2016, exige la reducción progresiva de la producción y la utilización de algunos hidrofluorocarbonos (HFC).

Los HFC no agotan directamente el ozono, pero son potentes gases de efecto invernadero. Según el Grupo de Evaluación Científica, esta enmienda debería contribuir a evitar entre 0,3 y 0,5 grados de calentamiento global de aquí a 2100 (no se incluye la contribución de las emisiones de HFC-23).

“Un precedente para la acción climática”

“Las medidas adoptadas en relación con el ozono sientan un precedente para la acción climática. El éxito obtenido gracias a la eliminación progresiva de las sustancias químicas que destruyen la capa de ozono nos muestra lo que puede y debe hacerse ―con carácter de urgencia― para abandonar los combustibles fósiles, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar, por lo tanto, el aumento de las temperaturas”, ha señalado por su parte el secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Petteri Taalas.

La última evaluación de la capa de ozono se basa en amplios estudios, investigaciones y datos recopilados por un gran grupo internacional de expertos, muchos de ellos de la OMM, el Pnuma, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) y la Comisión Europea.

Por primera vez, el Grupo de Evaluación Científica ha examinado los posibles efectos sobre el ozono de la inyección de aerosoles en la estratosfera (SAI, por sus siglas en inglés). La SAI ha sido propuesta como posible método para reducir el calentamiento climático mediante el aumento de la reflexión de la luz solar. Sin embargo, el grupo advierte de consecuencias imprevistas, que “también podrían afectar a las temperaturas, la circulación y las tasas de producción y de destrucción del ozono en la estratosfera, así como al transporte”.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Medina
Escribe sobre medio ambiente, movilidad —es un apasionado de la bicicleta—, consumo y urbanismo, entre otros temas. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, ha publicado el libro ‘Madrid, preguntas y respuestas. 75 historias para descubrir la capital’. 

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