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Jim Jarmusch: "Me gustar estar solo pero no soy un solitario"

Icono del cine independiente de EE UU, presenta en Donostia un filme rodado en España

"Muchas gracias por venir porque seguro que podíais estar haciendo algo más interesante". De esta manera galante se presenta a la prensa Jim Jarmusch, marca del mejor independiente norteamericano, defensor a golpe de cabezonería del verdadero cine de autor, hombre libre donde los haya, quien ayer proyectó en la sección Zabaltegi, en el Festival de Cine de San Sebastián, su última incursión cinematográfica, Los límites del control, rodada en Madrid, Sevilla y el campo de Almería.

El filme, el viaje de un solitario y misterioso hombre fuera de la ley, con unos códigos cercanos a la filosofía de los samuráis, se estrenará en España el próximo 2 de octubre.

Su potente mata de pelo blanco contrasta con la oscuridad de su traje negro, del que sobresale en la solapa un pequeño broche con la imagen de Búster Keaton -"es mi director de cine preferido", asegura-. Elegante, sereno y muy serio, de voz profunda, contesta a las preguntas con serenidad y mucha tranquilidad. Los límites del control está protagonizada por el actor marfileño Isaac de Bankolé, junto a actores de diferentes nacionalidades como Luis Tosar (España), Gael García Bernal (México), John Hurt y Tilda Swinton (Reino Unido) o Bill Murray (Estados Unidos).

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El edificio de Torres Blancas en Madrid, construido a mediados de los años 70 por el arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza, es uno de los elementos más destacados, uno de los rincones en los que se desarrolla esta historia tan personal y con tan pocas palabras. "Conozco el edificio de Torres Blancas desde hace 20 años y siempre me ha parecido muy interesante. Es curioso que nadie haya filmado nunca antes en su interior, con apartamentos todos distintos y en los que no existen los ángulos rectos. Es una arquitectura muy innovadora que me interesa muy especialmente".

El barrio de Malasaña de Madrid y las céntricas calles de Sevilla son otros de los rincones en los que se desarrolla la historia de Los límites del control. El rodaje en España ha dejado un buen sabor de boca al realizador de títulos como Bajo el peso de la ley o Broken flowers. "Ha sido una experiencia muy satisfactoria. El único problema es que tuvimos muy poco tiempo de rodaje y acabamos francamente agotados. Ha sido un verdadero placer. Lo que sí he notado es que aquí, en España, hay menos reglas a la hora de rodar que en Estados Unidos". "Aunque es difícil sacar los proyectos en cualquier lugar del mundo y rodar es complicado en todos sitios, sí reconozco que para mí ha supuesto un alivio salir de Estados Unidos".

El filme en el que priman las imágenes por encima de las palabras no es óbice para que su realizador haga toda una declaración de amor a las palabras. "Adoro las palabras, la literatura, sobre todo la poesía porque me parece una abstracción del lenguaje. Es cierto que la gente habla demasiado, incluido yo. Me gusta esa cultura samurai, en la que prima que uno solo habla cuando de verdad tiene algo que decir. Las personas que hablan poco cuando lo hacen suelen ser más interesantes", asegura sentado en el borde del sillón, casi sin relajarse.

Los límites del control es para su director una metáfora, en la que no quiere entrar a analizar. Solo admite el análisis que subyace en el filme y es que las ideas o la imaginación son mucho más poderosas que todo lo material que lo puede rodear: el dinero, el armamento o la fuerza física. "Lo sé desde pequeño, mi padre, la policía, todos los representantes de la autoridad siempre me quisieron inculcar la idea de que yo no sabía como funcionaba el mundo. Eso siempre me pareció un insulto. Hoy puedo decir y demostrar que mi imaginación es tan válida como la de todos ellos". Alejado de cualquier ejercicio del realismo y no porque lo rechace -"adoro el realismo y el neorrealismo"-, Jarmusch califica su último filme como toda "una celebración del artificio del cine", en el que los personajes son todo menos discretos, ocultos en un auténtico juego de disfraces.

No se considera un personaje solitario, pero sí le gusta vivir en soledad. "Me gusta estar solo, pero no me considero un hombre solitario. A lo mejor por eso me interesa crear ese tipo de personajes un tanto outsider, fuera de las corrientes principales", asegura.

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