Muerto sí, pero no como político
Canal + emite ‘Boss’, un drama sobre el alcalde de Chicago, enfermo terminal, interpretado por Kelsey Grammer
Corrupto, ambicioso, despiadado y, además, moribundo. Ese es Kelsey Grammer en Boss, la serie que esta noche (21.30) llega completa a Canal + con un hola y un adiós. Hola a uno de los mejores trabajos dramáticos del popular actor cómico que dio vida al doctor Frasier Crane tanto en la serie Frasier como antes en Cheers. Adiós porque eso es todo, dos temporadas de la serie producida por Gus Van Sant (quien también dirigió el primer capítulo) centrada en Tom Kane, alcalde de Chicago que da rienda suelta a su sed de poder ocultando sin embargo la enfermedad degenerativa que marca la cuenta atrás de su vida.
“Supongo que los números no fueron buenos, pero para mí la experiencia no pudo ser mejor. La segunda temporada incluso más que la primera”, declaró esta semana el realizador. No es falta de modestia, porque el director de Mi nombre es Harvey Milk o El indomable Will Hunting le da toda la valía de la serie a su protagonista, Grammer, ganador del Globo de Oro al mejor actor dramático por este papel que creó junto a Farhad Safinia. “Lo más interesante de Tom Kane es que es un luchador”, afirma Grammer, de 57 años, enamorado de un papel que ha devuelto el brillo a su carrera, marcada por numerosos altos y bajos. No dice con ello que se le parezca. Al contrario, Grammer ve a Kane como alguien muy diferente a él, algo que le gusta porque ahí está su talento como actor, en la transformación. “Yo solo lo habito. No soy él”, resume este graduado de Arte Dramático en Julliard, más conocido por sus comedias.
En Kane encontró uno de sus mejores villanos precisamente cuando vive uno de los momentos más felices de su vida, al haber sido padre este año por quinta ocasión con su cuarta esposa, 25 años más joven que él. “No soy de los que me llevo el personaje a casa. Como cualquier buen actor shakespeariano, me quito el disfraz y lo dejo detrás de la puerta”, dice con cierta mofa.
Si la primera temporada de Boss asegura el mandato y el poder de Kane por todos los medios posibles, políticos y de otro tipo, pese a la amenaza de muerte que pesa sobre él, la segunda temporada en opinión de Grammer es “la selva”, donde después de librarse de todo su equipo (“maté a uno, despedí a otro”, recuerda con desapego) el alcalde tiene que encontrar nuevas formas para continuar aferrado al poder.
Este declarado republicano no tiene una buena opinión de los políticos, a los que considera “narcisistas por naturaleza”, además de patológicamente mentirosos. “No creo que exista desde hace años un político que diga la verdad. No pueden permitírselo”, afirma, aunque aun así consigue mantener su amistad con el alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa, o con el de Boston, Tom Menino, además de haber sido invitado a dar el discurso de apertura en la convención de alcaldes de EE UU, sin importarles los métodos poco convencionales que utiliza este edil televisivo. Quizá ellos también compartan con Grammer esa otra visión de Kane como alguien “llevado por el amor que siente por su ciudad”.
Y al igual que Kane, la serie Boss se niega a morir. Como Grammer reconoció a este periódico, la serie estaba concebida como una obra en seis actos. Su final tras la segunda temporada recorta los planes, aunque quizá no para siempre, dadas las negociaciones que existen entre Lionsgate TV, sus productores, y la cadena Starz para desarrollar un telefilme de dos horas que mantenga vivo a Tom Kane. “Sé que hay rumores, pero ni Grammer ni la cadena me han ofrecido nada”, afirmó Van Sant sin desmentirlo. Al fin y al cabo, como coinciden ambos, el mundo de la política es uno de los mejores platós para presentar un buen drama. “Siempre pensé que cuando me retire podría dedicarme a la política. No es que quiera ser como Kane aunque quizá es imposible sobrevivir en este mundo si no eres como él”, reconoce el actor, que por el momento prefiere mantener su trabajo artístico.
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