El arte español, entre la internacionalización y las cascarillas
Un simposio celebrado en el Reina Sofía trata de hacer una detallada cartografía de la situación que ahora sufre el sector
Hace treinta años, en España no se podía ver arte contemporáneo. De la mano de la Transición y del Gobierno socialista de Felipe González empezaron a llegar decenas de museos de arte contemporáneo por todo el territorio español, galerías equiparables a las europeas y muchas exposiciones. En medio de ese crecimiento relativamente incontrolado, se hicieron bastantes disparates en aras de la megalomanía de algunos gobernantes de Comunidades Autónomas. Pero lo cierto es que pudo ser conocido. Tres décadas después, en un escenario económico absolutamente hostil, ha llegado el momento de replantearse todo el entramado. Los modelos se han quedado obsoletos y los artistas tienen que emigrar como el resto de los españoles afectados por la crisis.
¿Cuáles deben ser las nuevas maneras de actuar? ¿Tiene sentido que los museos sigan tal como los conocemos? ¿Deben sobrevivir las galerías? ¿Hay que primar a los artistas españoles sobre los extranjeros? ¿Están bien pagados?¿Las instituciones son el problema? Estas y muchas otras preguntas se han oído durante el simposio que durante dos días se ha celebrado en el Museo Reina Sofía en colaboración con la Fundación Banco Santander, para intentar definir los nuevos Horizontes del Arte Contemporáneo en España. Dora García, Estrella de Diego, Marina Vishmidt, Patrizia Sandretto, Lola Jiménez-Blanco, Jesús Carrillo, Gloria Picazo y Joaquín Vázquez son algunos de los expertos que han retratado la situación y apuntado algunas soluciones, coordinados por Rosina Gómez Baeza, socia directora de YGB Art.
Por qué están unos y no otros es una de las cuestiones que más duele dentro del sector
Durante los dos días que ha durado, se ha hablado del valor social del arte en periodo de crisis; de la Formación, investigación y profesionalización de los agentes; de la construcción de relatos; de arte, coleccionismo y creación de patrimonio; y de autonomía y creación de redes. Se ha tratado de hacer una detallada cartografía de la situación que actualmente sufre un sector que en los últimos años ha dejado de disfrutar de un lugar estratégico en la economía española.
Un estudio de la historiadora y crítica Jazmín Beirak con el que han trabajado diferentes mesas asegura que las decisiones sobre arte contemporáneo se han organizado en función de intereses ajenos a los problemas estructurales de la creación en España (falta de medios de producción, becas, intercambio cultural, legislación desfavorable, educación artística). Cuenta Beirak que los múltiples organismos nacionales o autonómicos (se han llegado a sumar más de 30) han hecho exposiciones con artistas españoles fuera de España, pero casi siempre arropando actividades políticas. Así en realidad, ni se ha promocionado a los artistas ni se han consolidado redes que permitieran una continuidad, pese al alto coste de las exposiciones. Cada muestra organizada por Seacex, por ejemplo, costaba entre 180.000 y 240.000 euros. Además, en general, casi siempre han sido los mismos nombres los que han protagonizado esas exposiciones.
La promoción de los artistas en el exterior suscitó encendidos debates. Gloria Picazo, directora del centro de Arte de La Panera en Lérida opina que hay que defender el arte local y se queja de que, desde la Transición, las instituciones culturales se han echado en brazos de lo internacional. Nacho Ruiz, de la galería murciana T20 auguró un inminente vacío generacional dado que los artistas españoles que quieran ser reconocidos tienen que marcharse al extranjero. Solo cuando han triunfado fuera, aquí se les pone atención; una queja que repitieron varios asistentes y que la artista Dora García rechazó de plano. Su consejo es que se trabaje y se espabile. La profesora y crítica Estrella de Diego puso paz en el debate recordando que antes de los 80 aquí no se podía ver arte contemporáneo, a la vez que reclamaba seguridad económica para los artistas.
La obra que se compra y dónde se compra es otro de los temas de los que más se ha hablado. En estos momentos el presupuesto de los museos para compras es prácticamente cero
Simplificando mucho, fuera cual fuera el debate central de la mesa, las intervenciones acababan derivando en el tipo de exposiciones que hay que hacer tanto dentro como fuera y en cómo hay que elegir a los artistas. Por qué están unos y no otros es una de las cuestiones que más duele dentro del sector. Gabrien Pérez-Barreiro, director de la colección Patricia Phelps de Cisneros afirmó con toda la ironía del mundo que ser español no es un valor artístico y recordó que uno de los artistas más importantes de México es el madrileño Santiago Sierra.
La obra que se compra y dónde se compra es otro de los temas de los que más se ha hablado, aunque siempre partiendo de que en estos momentos el presupuesto de los museos para compras es prácticamente cero. Los coleccionistas privados lo tienen más claro. Patrizia Sendretto (presidenta de la Fundación Sandretto Re Rebaudengo) habló de la necesidad de que colecciones privadas como la suya colaboren con los museos, más en un momento en el que en todas partes hay dificultades de presupuesto. João Fernández, subdirector del Reina Sofía, asumió esas dificultades y se quejó de que cuando hay tal especulación salvaje en torno al arte, los museos no llegan a completar sus patrimonios porque no pueden competir con los multimillonarios que han entrado en el mercado para desequilibrarlo, en alusión a los 142 millones de dólares pagados por la jequesa catarí Sheikha Al Mayassa Bint por los Tres estudios de Lucian Freud de Francis Bacon.
Y frente a unos museos y un mercado en crisis, la última mesa estuvo protagonizada por los antisistema del arte. Joaquín Vázquez, co-fundador de BNV Producciones, reconoció la contradicción de participar en unos encuentros organizados por un museo nacional y por un banco y aseguró que la creación ha sido expropiada por el poder, por lo que solo se pueden mover es las ranuras que no han sido ocupadas. “La institución es el problema. No hay que perder tiempo pensando en como se arregla”. Eva Fernández, fundadora de Cine sin autor, pidió el final del derecho de autor y la gratuita disponibilidad del arte. Marisa Pérez, coordinadora de la Fundación de los Comunes, señaló que este país está quebrado y arruinado por lo que hay que crear instituciones al margen de las oficiales para que el arte sea de todos y los artistas puedan vivir de su trabajo. “Sé que ese simposio somos los residuales, las cascarillas. Pero solo organizándonos de otra manera, con otras voces y otras palabras, podremos hacer algo”.
Babelia
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