Karlos Arguiñano: “Soy un valor seguro en televisión”
Para el cocinero y presentador, hay una "burbuja" de programas de cocina
Cuesta imaginar a Karlos Arguiñano (Beasáin, 1948) como una persona retraída en la calle, pero así se define él. "Sí, soy un tímido y con un sentido del ridículo fuera de lo normal. Y fíjate si hago tonterías y digo cosas, pero sólo de lo que controlo", asegura. En su salsa, televisión y gastronomía, brota este cocinero parlanchín, directo y sin remilgos que hizo de la cocina un fenómeno mediático dos décadas antes de que esta nueva ola de programas y realities alrededor de los fogones se convirtiera en moda. "Una burbuja", apostilla, "aunque esta no nos va a arruinar".
Si se compara la parrilla televisiva actual con la de 1991, cuando él dio el salto a TVE, pocos espacios y rostros han sobrevivido, y casi ninguno con tanto éxito. "Veía a Elena Santonja en Con las manos en la masa y me gustaba lo que estaba haciendo. Ella llevaba invitados, no cocinaba. Pensaba: 'Eso lo haría yo, un programa de cocina', pero jamás me imaginé que iba a durar más de seis meses", recuerda. Un cuarto de siglo y más de 5.500 programas después, su receta en Antena 3 sigue liderando muchas mañanas, por encima de las tertulias políticas y de los amoríos que se emiten a esa franja horaria. ¿Es un chollo Arguiñano para las cadenas? "Un chollo no creo, pero sí un valor seguro", señala. "He estado años sin mirar las audiencias y ahora sólo un par de veces por semana. No me agobian. Si estuviera en un horario peleón con la obligación de dar un millón y medio diario para que tu trabajo no se vaya al garete... pero no es el caso ahora", comenta.
El guipuzcoano disfruta y gusta, así que, a sus 66 años, tampoco tiene muy meditado cómo y cuándo colgará el delantal en televisión. "Mucho no me puede quedar [risas]. La verdad es que no he pensado en eso, pero no me gustaría dejarlo todo de golpe. Tal vez haría antes un programa solo el fin de semana, lejos del prime time. De momento, tengo firmada esta temporada y la siguiente", explica.
He estado años sin mirar las audiencias de televisión
Karlos Arguiñano fue, junto a Pedro Subijana o Juan Mari Arzak entre otros, uno de los pioneros a finales de los setenta de la Nueva Cocina Vasca, movimiento revolucionario clave para entender los éxitos actuales de los fogones españoles. Aunque su carrera tomaría luego otro rumbo. "Estaba también en la línea creativa, eh. Pero me di cuenta de que me iba a costar mucho más para hacer mucho menos. Tenía más posibilidades por la vía tradicional. ¿Para qué vas a hacer en televisión una langosta termidor si nadie tiene dinero para comprarla?".
El binomio cocina-televisión resultó la solución en su momento a "unos pufos económicos" que le apretaban y la palanca para levantar un imperio. Además de asomarse cada mediodía por Antena 3 con la bandera del perejil, produce y comercializa vino y aceite, tiene un restaurante, una escuela de cocina, una productora de televisión que se encarga, además de su programa, de otros clásicos de la parrilla como Decogarden o Bricomanía, un equipo de motos que compite en el Mundial, está metido en la pelota vasca y ha editado decenas de libros. El último, En familia con Karlos Arguiñano (Planeta), 350 recetas hechas recientemente en su programa. "Siempre he sido de izquierdas y me he dado cuenta ahora, después de los 60, de que soy empresario. Pero sigo siendo de izquierdas, lo tengo claro. Siempre he pensado que hay que estar con los pobres, a los que no les toca la lotería. Lo que más me enorgullece es que, con 20 años y con lo ignorante que era, me puse a pagar sueldos y los he pagado todos".
Nunca ha ocultado su inclinación ideológica, pero en los últimos tiempos, entre sofrito y sofrito, sí la ha hecho más visible con sus críticas a los políticos y banqueros. "Tampoco es nada combativo decir si no se iba a detener a los que ahora están en la cárcel. Son cosas de pura lógica. Que veas que el lehendakari extremeño [Monago] hace tantos viajes a Canarias y luego sus compañeros de partido se ponen de pie y le aplauden... ¡Alguien tendrá que decir algo!", exclama. "El otro día estuve en la presentación de los premios Planeta y me tocó en una mesa muy curiosa, con Sánchez Dragó, Pilar Urbano, Elpidio Silva y Revilla. Y este le miraba al juez, me miraba a mí y me decía: 'Mira, a empezar de cero", cuenta entre carcajadas. ¿Alguna vez le han dado un toque de arriba? "Nada, ni de arriba ni de abajo. Las televisiones nunca me han dicho lo que tengo que decir, y esto lo tengo que agradecer públicamente".
"Siempre he rechazado presentar concursos de cocina, y he acertado"
Vista la legión de seguidores, las cadenas le han ofrecido en varias ocasiones saltar a otros formatos, ya sean de gastronomía, como los concursos tan en boga ahora, o de otro tipo, pero él siempre lo ha tenido claro. "He dicho a todo que no, he sido cabezón en esto. Mi formato es el que manejo bien. No quiero estar en un programa de mucho éxito durante seis meses y luego retirarme. He demostrado que tengo razón", sentencia. Eso sí, reivindica orgulloso su papel de pionero por el idilio que ahora se vive entre la televisión y la gastronomía.
Él fue, probablemente, el primer cocinero mediático en España. Tras su primer año en TVE (el estreno televisivo se había producido en la cadena pública vasca, ETB), en 1992 ya recibió un premio como personaje revelación de las pantallas y, al año siguiente, obtuvo el Ondas. Desde entonces, ha pasado por varias cadenas, ha probado suerte incluso en otros países, como Argentina, y siempre con el favor de la audiencia.
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