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New Order exhibe su clasicismo en la última noche del Sónar

Bajo un aguacero los responsables del certamen anuncian que ha habido 115.000 visitas y confirman su satisfacción por la consolidación del Sónar+D

Asistentes bajo la lluvia esta tarde en el Sónar.
Asistentes bajo la lluvia esta tarde en el Sónar.Massimiliano Minocri

Puntuales como el té. A las 22:30h de ayer noche New Order se reencontraron con el Sónar abriendo la última noche en su escenario más grande. Nada más salir a escena ya saludaron al personal e inmediatamente comenzaron su recital con “Ceremony” para seguir con “Crystal”, inicio de un repertorio que estaba previsto se nutriese en buena medida de su último disco, “Complete Music”. Con un espectáculo eficiente aunque no deslumbrante, la banda continuó con “Restless”, dando vida a un festival que en la tarde de ayer realizó su balance de edición.

Y los números han avalado al proyecto, que este año ha alcanzado las 115.000 visitas, lo que supone que cada día han visitado el tramo diurno 45.000 personas y 69.000 el nocturno. El festival se felicitó por la marcha de su proyecto Sonar+D, que este año alcanzaba su cuarta edición. Planteado como lugar de encuentro entre empresa, tecnología y creación, la dirección del festival manifestó haber logrado el formato idóneo para el +D, que también ha sido avalado por cifras notables, tales como 4.700 acreditados de 2.600 empresas procedentes de unos 60 países. Todo parece indicar que la vía abierta por el Sonar más allá de los escenarios se ha confirmado como una apuesta tan novedosa como original, tal y como en su día lo fue el propio festival. Por cierto, esta edición ha mantenido la mayoría de visitantes extranjeros, que suman un 53% de la asistencia, proviniendo de 101 países. A todo esto el Sonar anunció que este año contará con dos nuevas ciudades, concretamente Estambul y Hong Kong, lo que sostiene el crecimiento internacional de la marca.

Los ingleses siguen siendo los extranjeros más presentes en el festival, que en cuanto a público acoge visitantes de 101 países que supone un 53% del total

Por lo que hace a la tarde de ayer dos fueron los aspectos que destacaron: la lluvia y el ruido. Siendo el Sonar un festival que apenas se ha mojado en 23 años, el chaparrón que cayó a media tarde resultó noticioso. Nada ocurrió, ya que al haber césped artificial y suelo de piedra no apareció el barro tan característico de Glastonbury. El público se limitó a guarecerse en las carpas del Village y demás espacios cubiertos del festival y la lluvia, cuando ya había amainado, sirvió para que los cámaras que sirven la señal a las pantallas, realizasen estéticos desenfocados que tomaban el ya entonces sirimiri como motivo estético. Ningún concierto hubo de ser cancelado a causa de la tormenta.

Por lo que hace al ruido, éste se articuló de diferentes maneras. Con Oneothrix Point Never, que realizó un directo arrasador por agresivo, se articuló entorno al death metal cruzado con la electrónica. Daniel Lopatin (Oneothrix) usaba la voz a través de un micro que la distorsionaba, y junto a un guitarrista organizó un caos letal. Mucho más matemático y ordenado resultó Alva Noto, artífice de una electrónica quirúrgica, limpia, caracterizada por las texturas de sus sonidos. Más tarde actuó junto a Ryoji Ikeda, con quien firma el proyecto Cyclo, y allí, gracias al japonés, la cuadratura electrónica de Alva Noto se polucionó con ruido. Sonar y ruido, unos clásicos anuales.

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