Demolida la Casa Guzmán, obra maestra de Alejandro de la Sota
El arquitecto Josemaria Churtichaga define el chalé que ha reemplazado a la obra de De la Sota como “un trasto prescindible e inculto”
La Casa Guzmán, un proyecto clave del arquitecto Alejandro de la Sota situado en Algete (Madrid), ha sido demolida. “Siento una profunda tristeza, era una obra muy conocida internacionalmente”, se queja el decano del Colegio de Arquitectos, José María Ezquiaga. “Es un auténtico despropósito”, dice el arquitecto José María Pérez, Peridis. El arquitecto Josemaría Churtichaga define el chalé que ha reemplazado a la obra de De la Sota como “un trasto prescindible e inculto”.
Mientras vivió su primer propietario, Enrique Guzmán, amigo de De la Sota y quien le encargó la casa, enseñaba la vivienda a todos los estudiantes de arquitectura que se acercaban a verla. Fallecido Guzmán, sus herederos decidieron demolerla y construir en su lugar un bloque de tres plantas.
“Lo bueno de hoy en día es que podemos hacer una casa abierta que se cierre; parece que es una tontería, pero es así, esa es la gran novedad. Estar dentro de tu casa y que en ella penetre el jardín, que no pises una raya al pasar de dentro afuera”. Con estas palabras explicaba Alejandro de la Sota (Pontevedra, 1913-Madrid, 1996) su proyecto de la Casa Guzmán. Y así era la vivienda, construida en 1972: un ejemplo de la mejor arquitectura española contemporánea, perfectamente integrada en su entorno natural.
Desde la Fundación Alejandro de la Sota explican esas características que convierten esta casa en una obra clave del arquitecto admirada internacionalmente: “Cada mes visitan la fundación estudiantes de todo el mundo, de Londres a Japón o Uruguay, y es uno de los proyectos que más les gusta”. Además, sobre el proyecto se han hecho tesis doctorales, y la maqueta de la Casa Guzmán se encuentra en el Museo de Arquitectura de Múnich (Alemania).
Fueron precisamente estudiantes de arquitectura (de la Universidad de Alcalá) quienes se acercaron hace poco a la construcción y descubrieron que nunca más se podrá ver. Alejandro de la Sota Rius, hijo del admirado arquitecto, cuenta que desde la fundación trataron de hablar con los herederos de Guzmán para ayudarles a encontrar un comprador que valorara el diseño de la casa y la mantuviera en su estado original, pero no lo lograron. “Lo que ha hecho su actual propietario es legal, otra cosa es lo que hacen las instituciones, que no protegen este tipo de patrimonio”, se queja.
El alcalde de Algete, Cesar de la Puebla, dijo a EFE que el edificio no tenía ningún tipo de protección, por lo que técnicos municipales debieron entregar el permiso de derrumbe y de nueva construcción. Los técnicos del departamento de arquitectura municipal han señalado que la Comunidad de Madrid es la que tendría que haberle otorgado a la construcción la protección pertinente para poder evitar que fuera eliminada. Desde el Gobierno regional, por su parte, defienden que su objetivo es garantizar toda la arquitectura de la región y piden "la colaboración" de ayuntamientos, patronatos y fundaciones que puedan alertar de dónde se encuentran este tipo de construcciones artísticas.
"Falta sensibilidad arquitectónica"
“Era una obra que está identificada en todos los estudios del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid [COAM]”, dice el decano, José María Ezquiaga. “Estamos todavía muy lejos de que la sensibilidad arquitectónica empape toda la sociedad, es triste que una película o un cuadro se consideren arte desde el primer momento de su creación, y sin embargo la arquitectura contemporánea no se entienda como arte”, añade.
Coincide el arquitecto José María Pérez, Peridis, admirador de De la Sota: “es un profesional que hacía de la función, belleza, todo lo que construía era hermoso y funcional, un ejemplo de cómo se puede hacer una gran arquitectura con materiales y formas sencillas que creen espacios funcionales”, cuenta. “Creo que toda la obra de De la Sota debería estar protegida”, señala.
“Siento una tristeza enorme por esta demolición”, comenta el arquitecto Josemaría de Churtichaga. En su opinión, Enrique Guzmán, el primer propietario, pertenecía “a una generación culta que valoraba el Movimiento Moderno y la labor de un arquitecto exquisito y sutil como De la Sota”; sus herederos, en cambio, “han sustituido esa joya de la arquitectura por un trasto precindible e inculto”. “La sociedad española no protege la arquitectura, no la cuida, no comprende que es un valor cultural a conservar”, concluye.
Indignación en las redes sociales
La arquitectura está acostumbrada a que desaparezcan muchas de sus obras sin hacer ruido. El arquitecto Josemaría de Churtichaga señala algunas: “la Pagoda de Miguel Fisac, la UVA de Hortaleza...”. En estos momentos se está derribando el Taller de Precisión de Artillería y corren peligro las Cocheras de Cuatro Caminos.
Con la Casa Guzmán, en cambio, ha habido una cierta reacción. “Se ha desatado la indignación en las redes sociales, hemos visto muchas menciones, y además la entrada de la página web de nuestra fundación que anuciaba el derribo ha tenido más de 150.000 visitas”, señala Alejandro de la Sota Rius, hijo del arquitecto. Aunque la vivienda ya no se pueda salvar, quizá esta reacción signifique “que la sociedad está comenzando a apreciar este tipo de arquitectura”. “Ojalá esta pérdida irreparable sirva al menos para que se ponga en valor la arquitectura contemporánea”, resume De la Sota Rius.
Babelia
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