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La traductora de David Grossman dona su parte del Man Booker a una ONG pacifista israelí

Jessica Cohen apoya a B'Tselem, grupo que denuncia los abusos de la ocupación de Palestina

Juan Carlos Sanz
La traductora Jessica Cohen y el escritor David Grossman, en Londres tras recibir el premio Man Booker.
La traductora Jessica Cohen y el escritor David Grossman, en Londres tras recibir el premio Man Booker.WILL OLIVER (EFE)

La concesión del premio Man Booker internacional, de ficción no escrita en inglés, a David Grossman por su obra A horse walks into a bar —titulada Gran Cabaret (Lumen), en España— ha sido recibida en Israel como un gran éxito nacional. Hasta la ultranacionalista Miri Regev, ministra de Cultura defensora de la anexión de Cisjordania, celebró el logro de un intelectual abiertamente opuesto a la ocupación de Palestina. Otro renombrado autor y pacifista israelí, Amos Oz, figuraba además entre los seis finalistas a uno de los galardones internacionales de literatura más prestigiosos, que fue fallado la noche del miércoles en Londres. Como en la mayoría de las facetas de la vida en el Estado hebreo, el conflicto palestino acaba emergiendo tarde o temprano. Jessica Cohen, traductora al inglés de la novela de Grossman, ha anunciado que dona su parte del premio —la mitad de los cerca de 57.000 euros de importe— a la ONG pacifista B’Tselem (acrónimo en hebreo de Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados).

Nacida en Reino Unido, educada en Israel y residente ahora en Estados Unidos, Cohen ya se había ocupado de la traducción de La vida entera, obra anterior de Grossman, o de la versión inglesa de relatos de Etgar Keret, uno de los autores de ficción israelíes más populares. “Entregaré el dinero del premio a B’Tselem, que desde hace casi 30 años trabaja documentando y denunciando violaciones de los derechos humanos cometidas por Israel en los territorios palestinos”, anticipó la traductora. “No es fácil exponer una verdad que es incómoda, pero que resulta esencial tanto en la literatura como en la vida”, alabó el trabajo de la ONG israelí.

“No voy a malgastar mi aliento esperando un cambio del actual Gobierno israelí, pero mantengo la esperanza de que israelíes y palestinos puedan reavivar los rescoldos de humanidad y empatía que aún les queden”, cerró su intervención Cohen tras recibir el galardón junto a Grossman. B’Tselem cuenta con colaboradores palestinos que documentan actuaciones de las fuerzas de seguridad israelíes y de los colonos en Cisjordania. Uno de ellos grabó en vídeo el 24 de marzo de 2016 al soldado israelí Elor Azaria en el momento en que remataba en Hebrón de un tiro en la cabeza a un atacante palestino que yacía malherido después de haber sido abatido por otros militares. Las imágenes difundidas a través de las redes sociales condujeron a Azaria hasta un consejo de guerra, que le condenó a 18 meses de cárcel por homicidio.

Grossman ha agradecido el reconocimiento internacional a la literatura en hebreo —“una lengua aislada que permaneció 1.800 años en hibernación”, dijo—, expresada en su obra y en la de su “amigo y maestro” Amos Oz, finalista con la novela Judas (Siruela). El escritor premiado forma parte precisamente del Consejo Consultivo de B’Tselem y se ha referido en el pasado a esta ONG pacifista israelí como “un orgullo” para Israel. “Pero cuando escribo una narración no actuó como embajador de nadie, solo pretendo contar una historia”, puntualizó este jueves a la Radio del Ejército de Israel.

La organización que va a recibir la donación de la traductora de Grossman, y otras como Paz Ahora (fundada por Oz hace cuatro décadas) o Breaking The Silence (exmilitares que recogen en el seno del Ejército testimonios de abusos cometidos bajo la ocupación) han sido cuestionadas por el actual Gobierno, considerado el más derechista en la historia del Estado hebreo. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha planteado recientemente la posibilidad de limitar, e incluso prohibir, las actividades de dichos grupos en caso de que reciban financiación del exterior. Una reforma legislativa obliga desde el año pasado a estas ONG, que aspiran a ejercer como conciencia crítica de la sociedad israelí ante la ocupación, a declarar si obtienen más de la mitad de sus ingresos de donaciones de otros Estados o de organismos internacionales.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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