El mundo musical rinde homenaje a Pierre Boulez en su centenario
Francia celebra el legado del compositor y director con el ‘2025 Année Boulez’, un festival de conciertos y eventos

El 26 de marzo de 1925 nacía en Montbrison, un pueblo del interior de Francia, el que se iba a convertir en la figura señera de la renovación musical. Se sabe muy poco de la biografía personal e íntima de Pierre Boulez, el gran Pierre de Francia. De entre lo poco que se conoce, que estudió en su localidad guardando en secreto su pasión musical. No obstante, su padre quería que se dedicara a las matemáticas o la física. De esta inclinación paterna, quedó, no obstante, una fijación por las disciplinas lógicas que marcaron su posterior trayectoria.
En 1944, en un París aún ocupado por los nazis, Boulez se traslada a París para estudiar música seriamente. Fue un buen pianista y un estudiante radical que abominaba del entorno musical de Francia. Eligió a un profesor marginal en el Conservatorio, Olivier Messiaen, que le influyó poderosamente, aunque su relación como alumno fue corta. Boulez siempre quería más e ir más lejos. Ya en un París recién liberado y lleno de miembros de la Resistencia revenidos, cuando no improvisados, Boulez se bate en todos los frentes: encontrar una línea musical de renovación radical e intransigente, ganarse la vida y comenzar una carrera de compositor. Colabora en la Compañía teatral Renaud-Barrault y, a la vez que compone para los montajes teatrales, se inicia en la dirección de orquesta de manera casi subrepticia: no había otro más cerca en el exiguo grupo de músicos de la compañía.
En esos primeros años, Boulez entra en contacto con los cursos de la ciudad alemana de Darmstadt y allí descubre a lo más granado de los que iban a ser sus colegas de aventura, el alemán Karlheinz Stockhausen, los italianos Luigi Nono, Luciano Berio y Bruno Maderna y otro buen puñado de internacionales que querían empujar el legado del serialismo de Schoenberg y convertirlo en un grado de cientifismo en el que veían la salvación intelectual del pensamiento occidental.
A mediados de los años cincuenta, su patrón, Jean Louis Barrault, le ofrece una oportunidad de oro, comandar una serie de conciertos dedicados a la música de vanguardia, sería el Domaine musical. Allí nació la doble o triple faceta de Boulez, compositor de piezas aceradas, director y gestor.
El resto es historia. En los sesenta, Boulez es ya una gran figura de la dirección y tiene sus primeros conflictos con las autoridades francesas. Da un sonoro portazo a su país a raíz de un conflicto con su Ministro de Cultura, el escritor André Malraux, abandona Francia y comienza una carrera internacional que le lleva a colaborar con algunas de las mejores orquestas del mundo, la composición tendrá que esperar.

Pero, a finales de la década, el nuevo presidente de la República, Georges Pompidou, le llama personalmente para que regrese, sus condiciones serían la creación de un centro de investigación musical de alto nivel (el IRCAM), instalado en la joya de la corona, el Centro Pompidou, así como un grupo Instrumental del mayor nivel técnico, el Ensemble Intercontemporain. Nacía el Boulez institucional que ha terminado permeando la cultura francesa e irradiando todo el entorno internacional.
Su último esfuerzo en este ámbito sería la tutela de la Cité de la Musique, un conjunto de instituciones y edificios instalados en el nuevo parque de la Villette. Ese gran equipamiento, abierto a mediados de los años noventa, quedó cojo para las ambiciones de Boulez, ya que lo que sería un gran auditorio de corte sinfónico quedó aparcado, nunca mejor dicho, ya que su espacio se reservó para un aparcamiento de superficie a la espera de tiempos mejores. En 2006 se retomó el proyecto y comenzó la construcción del añorado auditorio y, el 14 de enero de 2015, se abrió con al nombre de Philharmonie de Paris. Boulez, ya enfermo, llegó a saber de que su gran proyecto había llegado a su final, pero a un año escaso de esa apertura, el 5 de enero de 2016, fallecía en su residencia de Baden Baden.
Pronto quedó claro que el recuerdo de su figura era enorme y el centenario de su nacimiento puede decirse que se convirtió en tarea de Estado. Y ese centenario ha llegado, quizá demasiado pronto para evaluar serenamente su estatura histórica. ¿Cómo lo ponderará la historia? ¿Como compositor, director, gestor, divulgador…? Todo eso fue y puede decirse que torció el brazo de manera casi definitiva a una cierta Francia acomodaticia culturalmente.
Pero la historia, si se le da tiempo, tiende a seleccionar los recuerdos. Por ejemplo, la labor del Boulez, director ha sido enorme, y con ello su influencia. Aunque la historia recuerda peor a los directores que a los compositores. Ahí está el caso de Mahler, uno de los más grandes directores de su época, pero al que la historia ha terminado filtrando esa labor para sostener su reputación de grande de la música, básicamente como compositor. No es el único, pero es, quizá, el más paradigmático. Se seguirá hablando del Boulez institucional por mucho tiempo, sus logros están en piedra y muy vivos, pero será sin duda la composición la que mantenga su reputación de gigante de la música, es cuestión de tiempo. Y tiempo es lo que ha faltado a este centenario sobrevenido en el que el todo Boulez es una figura aún presente.

Todo esto viene a cuento del gran homenaje organizado en Francia por su centenario: un macrofestival que empezó en enero de este año y va a tener su momento álgido el 26 de marzo, día de su nacimiento. Una comisión dirigida por Laurent Bayle, que ha sido director de la Cité de la Musique desde 2003 hasta 2021, ha sido el encargado de dar forma al Festival 25 Año Boulez bajo la tutela directa del poderoso Ministerio de Cultura francés, y con participación e interés personal de la Ministra Rachida Dati.
El 2025 Année Boulez consta de 15 grandes conciertos, los más destacados están siendo en la Gran Sala de la Philharmonie, que lleva, por cierto, el nombre de Pierre Boulez. La lista de actos y artistas invitados es enorme. Pero merece la pena citar los tres que quedan pendientes: el día 26, doble sesión en la Philharmonie de París, un taller sobre la obra bouleziana Polyphonie X, una pieza casi retirada del catálogo por su autor y compuesta en los años cincuenta, cargada de teoricismos y que Boulez la tenía en el refrigerador. El taller, presentado por Claude Abromont, incluye un concierto del Ensemble Intercontemporain que dirigirá Pierre-André Valade. Una ocasión quizá histórica para saber si la pieza se sostiene, si ha sido tuneada por el compositor, algo a lo que era muy aficionado, etc. La sesión será a las 18 horas en el estudio del complejo Philharmonie. Y ya en la Sala Grande, la Pierre Boulez, la Orchestre de Paris, a las órdenes del director finlandés Esa-Pekka Salonen, ofrecerá un concierto bajo el epígrafe de Ritual, y lo será en efecto, con el Octeto para instrumentos de viento, de Stravinsky, obra escrita a la memoria de Debussy en los años veinte del pasado siglo; Música para cuerda, percusión y celesta, de Béla Bartók; y, finalmente, Rituel in memoriam Bruno Maderna, de Boulez. Las tres obras son homenajes a compositores desaparecidos en su momento o casi réquiems instrumentales, como la de Bartók. El concierto contiene, además, una coreografía a cargo de L.A. Dance Project, y será transmitido en directo por la cadena ARTE.
En cuanto al último concierto, será el viernes 28 en la Gran Sala con el Ensemble Intercontemporain y Les Métaboles dirigidos todos por Pierre Bleuse, con piezas de Boulez y Michael Jarrell. Quedaría mucho más, conciertos asociados al festival en distintas ciudades del mundo como Montecarlo, Lyon, Gent, Londres, Frankfurt, New York, Helsinki, Munich, Berlín, Toronto, Leipzig, Liverpool, Köln, Québec, Baden Baden, Viena, Cleveland, Chicago... Además de un sinfín de simposios, encuentros, conferencias, mesas redondas, exposiciones y ediciones, a lo que se añaden 19 encargos de distintos compositores.
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