36 novelas negras analizadas: lo mejor para comprar en la Feria del Libro de Madrid
Esta es una lista, sí, pero en la que comentamos y apostamos. Para los amantes del género y los que no lo lean habitualmente. Clásicos, libros arriesgados, maravillas escondidas... Un poco de todo para disfrutar de la ficción negrocriminal
La primera Feria del Libro de Madrid celebrada con cierta normalidad en los dos últimos años ya está en marcha en el parque del Retiro. Una ocasión excelente para disfrutar de la literatura y comprar libros. El drama, el de siempre: ¿por dónde empezar? ¿Cómo navegar sin rumbo fijo por cientos de casetas con ofertas suculentas? En la medida de lo posible, vamos a limitar ese problema con una selección de 36 novelas (y algunas obras de no ficción) analizadas y comentadas. La mayoría han sido publicadas en el último año y se encuentran con facilidad. Como siempre, la selección responde a lo que he leído y puedo recomendar. Seguro que no está todo —de hecho, ya les digo que echarán en falta, por ejemplo, thrillers de giros imposibles: me cansé de leerlos—, pero lo que hay va con el aval de cientos de horas de lecturas. Pasen, lean, compren y disfruten.
Un par de espías
La calle de los espías, Mick Herron (Black Salamandra, traducción de Esteban Padilla). David Cartwright, conocido como el Viejo Cabrón, es el abuelo de River Cartwright, cuya colosal metedura de pata es el inicio de Caballos lentos, la primera novela de una serie que recibe ese mismo nombre y que es una de las grandes alegrías del género de espías en los últimos años. Lo que pasa es que el abuelo, leyenda del espionaje británico, está perdiendo facultades, se acuerda malamente de quién es y supone un peligro andante. Con ese punto de partida, la cuarta novela de la serie (que en inglés va ya por ocho entregas) se convierte en una de las mejores, si no la mejor hasta el momento. Por lo alargarme: ¿quiénes son los Caballos lentos? Aquí cuento algo más de ellos y de Jackson Lamb, su jefe y gran personaje y hablo, de paso, de la serie de Apple TV+, una gran noticia para los aficionados. Pero, por buena que sea la adaptación, acérquense a los libros.
La violonchelista, Daniel Silva (Harper Collins, traducción de Victoria Horrillo). No me cansaré de recomendar a este autor, auténtico rey de la novela de espías espectacular y a Gabriel Allon, su espía, un personaje imposible que solo en sus manos adquiere sentido. Lo mejor, cómo mete las tramas en la actualidad (ISIS, pandemia…) sin dar lecciones ni recurrir a tochos históricos. Pueden empezar por esta o recurrir a cualquiera de las seis últimas de la serie, todas publicadas por Harper Collins. Si buscan espectáculo, no se arrepentirán.
Distintas, excelentes
Spanish Beauty, Esther García Llovet (Anagrama). Original, potente, callejera. Irreverente, distinta, poderosa. Podríamos estar un buen rato con los adjetivos para García Llovet, autora poseedora de una obra diferente, en los márgenes del género, aunque eso a ella le importe más bien poco. En esta novela, breve como todas las suyas pero llena de cosas como siempre, deja Madrid para ir a Benidorm y escribir una bella elegía de una ciudad imposible a través de la vida y los crímenes de esos outsiders que tan bien quedan bajo su pincel.
Aquí les dejo una entrevista con una de las personalidades literarias más interesantes de este país.
Las manos tan pequeñas, Marina Sanmartín (Harper Collins). Un soplo de calidad y frescura el que nos trae esta librera y compañera de ABC en la crítica de la ficción criminal a través de una historia de verdades y versiones, de lealtades y mentiras situada en un Japón nada tópico. Es una novela breve, que arriesga y triunfa. Esto es lo que contaba en la entrevista con EL PAÍS sobre el proceso creador: ”Me parece muy importante que nada salga de la chistera. Es lo peor. Una ficción criminal tiene que ser como una trenza. Todas las cosas están desde el principio y tú vas jugando con ellas hasta que consigues la historia completa”.
Tres que se la juegan
Caso clínico, Graeme Mcrae Burnet (Impedimenta, traducción de Alicia Frieyro). Hablando de riesgos y compromisos asumidos, el autor escocés ofrece en cada novela un reto literario y estira un poco las costuras del género. Si Plan sangriento (también Impedimenta) era el perfecto falso true crime y La desaparición de Adèle Bedeau un drama simenoniano de altos vuelos, aquí nos encontramos con una novela psicológica perfecta en la que el propio autor, amante de los juegos metaliterarios, recibe unos cuadernos escritos hace años por una mujer que sospecha que su hermana se suicidó inducida por un famoso y polémico terapeuta. A partir de aquí, una inmersión alucinante en los sesenta y en un juego de identidades de consecuencias imprevisibles.
Les dejo la entrevista que hicimos con motivo de Plan sangriento.
Los nombres prestados, Alexis Ravelo (Siruela). A ningún aficionado le descubrimos nada si le decimos que Ravelo es uno de los valores más sólidos de la novela negra en español. Con una carrera cuidada y un respeto de orfebre por el trabajo de escritor, el canario arriesga en cada novela y busca siempre un reto. Los nombres prestados, con la que ganó el Premio Café Gijón, narra la historia de Tomás Laguna, un jubilado que llega a Nidocuervo para retirarse a leer y pasear con su perro Roco. Bajo esa identidad falsa, busca alejarse de su pasado de policía franquista y torturador. Marta Ferrer, traductora, también llegó a aquella localidad bajo una identidad mentirosa y con la idea de dejar atrás una vida de terrorismo y huidas. Ninguno de los dos usa su nombre real, ninguno de los dos va a reaccionar como el lector espera. Y a partir de ahí…
Algunas de sus reflexiones, siempre cargadas de intención, en esta conversación.
Los hijos de Shifty, Chris Offutt (Sajalín, traducción de Javier Lucini). Si nos olvidamos de una biografía alucinante (o de su trabajo como guionista de Treme o Weeds) y nos centramos en lo literario, Offut es un autor de fuerza, de esos por los que tiene cierta querencia esta editorial, y alguien por cuya obra merece la pena pasar. Cada novela es una apuesta diferente. Esta es la segunda de la trilogía iniciada por Los cerros de la muerte y en ella nos encontramos de nuevo a Mick Hardin, agente de la División de Investigación Criminal del Ejército que, a pesar de estar recuperándose de un bombazo, se ve envuelto en un sucio asunto a partir de la muerte de Cabronazo Barney. Violencia, un Kentucky casi surrealista y una prosa sostenida con buen pulso son razones para pasar por la vida de Mick.
Gracias, Domingo Villar
No quería escribir esto sin recordar al autor vigués, fallecido hace unos días a los 51 años. Padre de uno de los mejores personajes de la historia de la literatura criminal en español (y gallego) las tres novelas protagonizadas por Caldas y el aragonés Estévez, de presencia más intermitente, son excelentes ejemplos del nivel que puede alcanzar la literatura negrocriminal. “Leo Caldas, su gran personaje, podía ser más o menos efectivo, triste, irónico, inteligente, pero era (es) sobre todo un espíritu franco con el que quedarte a vivir”, decía mi compañera Berna González Harbour el otro día. Si no lo han leído, vayan a por los tres. Si son de los que conocen a Caldas desde hace tiempo, dense un paseo por Ojos de agua, La playa de los ahogados o El último barco (todas en Siruela) y verán qué bien están envejeciendo. Es lo que pasa con los clásicos.
Un poco de todo y bueno
Bobby March vivirá para siempre, Alan Parks (Tusquets, traducción de Juan Trejo). Así como otras series presentes en este artículo están formadas por novelas más independientes, en esta conviene empezar por el principio, Enero sangriento, y ver la evolución del personaje hasta esta tercera. En cualquier caso, Harry McCoy, protagonista con reminiscencias hard boiled, se disfruta igual y habrá que ver si el autor consigue llevar su Glasgow de pubs, música y violencia de los setenta hasta la duodécima entrega, titulada con diciembre. Si mantiene el nivel, ya tiene un seguidor acérrimo.
Aquí, la entrevista que le hizo mi compañera Laura Fernández cuando la serie desembarcó en España.
La señora March, Virginia Feito (Lumen). No sé si queda algo por decir de esta primera novela de una autora española que escribe en inglés y que ha sido uno de los pelotazos del año. Es inteligente, juega con el lector, genera sensaciones incómodas, está bien escrita y bien rematada. Si nos olvidamos del fenómeno y nos remitimos a la literatura, creo que tenemos autora para rato.
Esta crítica de Babelia de José María Guelbenzu lo explica muy bien.
La trama, Jean Hanff Korelitz (Roca, traducción de Librada Piñero). Hanff Korelitz tiene una empresa encargada de todo tipo de negocios dentro del mundo editorial, lo que garantiza que la novela esté bien ambientada. Pero no se queda ahí: este thriller sobre plagios, éxito y egos literarios describe de maravilla el mundo de los escritores y sus ansias y desilusiones. Pero también es un mecanismo narrativo que lleva al lector de la mano hacia un final más o menos sorprendente pero muy efectivo. Ideal para el verano o para escritores con ganas de regodearse en las miserias de otros.
Hoy no quiero matar a nadie, Boris Quercia (Alrevés). Con esta novela empezó el director, actor y guionista chileno su aventura literaria. Y lo hizo con gusto, equilibrio literario y buenas maneras. Santiago Quiñones se llama su personaje y es policía, le guste o no. No es un buen hombre, se equivoca y no siempre lo asume, tiene defectos y debilidades, es un buen personaje. Su visión de Chile es en parte la del autor, con el que pude hablar en el Quais du Polar de Lyon y que posee un discurso poderoso. Le gusta dar un toque si no de humor si de tragicomedia, que hace de las historias de Quiñones novelas algo distintas. Habrá que seguirlo.
Cuarentena, Petros Márkaris (Tusquets, traducción de Ersi Marina Samará). Este mundo necesita la sobriedad y el sentido común del comisario Kostas Jaritos. El personaje creado por Márkaris vuelve en este volumen que incluye otras historias sin él (aunque en una de ellas sale de secundario). Escritas al albur de la pandemia, aguantan bien el envite de la literatura de proximidad y Jaritos, eterno, está tan soberbio como Adrianí, su mujer y uno de los mejores secundarios de la novela negra mediterránea.
Aquí, la crítica de Babelia en la que también se habla de los otros relatos.
Pánico, James Ellroy (Literatura Random House, traducción de Carlos Mila Soler). Los Ángeles, década de los cincuenta. El patio de recreo preferido de las perversiones literarias del gigante Ellroy. En este caso a través de Freddy Otash, un expolicía corrupto y detective privado, un ser violento, furibundo anticomunista, el rey de la extorsión, el gran conocedor del lado oscuro del Hollywood más glamuroso. Otash, un personaje real, se sitúa en esa línea tan difusa en la que Ellroy construye sus novelas a partir de la realidad, grandes relatos que mezclan novela histórica y negra. Es rápida y es buena, pura violencia, adrenalina y personajes oscuros y avanza el bombazo que viene: otra con Otash dentro de año y medio, quién sabe si la última gran obra del rey de lo criminal.
Y, si quieren más, aquí está el perfil que le hice en su última visita a Madrid.
Ella entró por la ventana del baño, Elmer Mendoza (Alfaguara). Quienes tenemos la suerte de leer desde hace años a Mendoza no nos cansamos del bueno de Edgar el Zurdo Mendieta, de su aparente apatía, de sus empeños imposibles, de sus casos resueltos en medio de una de las guerras más brutales que vive el mundo: la del narco en México. Es narcoliteratura pero es mucho más, tiene estilo, carga, profundidad y una musicalidad que solo se consigue con mucho empeño. En este caso, El Zurdo sigue intentando sobrevivir al fuego cruzado del narco cuando se interpone en su camino un caso que lo cambiará todo. Aquí no vale un “te gustará si además te gusta…” porque nadie se parece al bueno de Elmer.
Aquí lo entrevistamos en octubre de 2018, para quien quiera saber más.
El veredicto, Michael Connelly (AdN, traducción de Javier Guerrero). Esta novela, publicitada con el apoyo de la serie de Netflix, es una excusa tan buena como cualquier otra para acercarse a la obra del Dickens de Los Ángeles. Y no es una exageración. AdN está sacando todas sus novelas desde hace un tiempo, su producción es amplia, ya sean de Harry Bosch, de René Ballard o mezcladas, porque se ha aficionado a ir cruzando sus tres series. Eso es lo que ocurre con El veredicto, un ágil thriller judicial en el que Bosch usa a su hermanastro, Mickey Haller, el abogado del Lincoln, como cebo para resolver un caso. Haller no está en su mejor momento y eso complica todo en este procedimental que, como siempre con Connelly, funciona de manera impecable. Lectura de calidad y perfecta para el verano, hayan o no pasado antes por el universo Bosch.
Tres ciudades
Ciudad en llamas, Don Winslow (Harper Collins, traducción de Victoria Horrillo). Conocido mundialmente por sus novelas sobre el universo del narcotráfico, Winslow podría haber repetido la fórmula hasta la saciedad, pero decidió resetearse y empezar una nueva serie, ambientada en la ciudad en la que creció. Esta primera entrega se adentra en la vida de una familia mafiosa de medio pelo, en el destino de un joven que lo quiere dejar y se ve atrapado, en las gentes de Rodhe Island con las que convivió. Una maravilla de novela del último ganador del Pepe Carvalho de la BCNegra.
Les dejo aquí un reportaje sobre su premio, en el que el autor elige y comenta sus novelas preferidas de entre todas las de su carrera.
Ciudad ocupada, David Peace (Hoja de Lata, traducción de Javier Calvo). Es una reedición, sí, y no es la mejor novela de Peace, también. Pero todo eso no quita para que no estemos de celebración por el esfuerzo de la editorial asturiana de traernos toda la obra negra del maestro de Yorkshire. Aunque son libros independientes, la trilogía que se inicia con Tokio año cero funciona como un conjunto. La novela es quizás de las más complicadas del autor, una obra que tuvo que rehacer una vez casi terminada. Pero el resultado es interesante y su lectura fundamental si se quiere entender al responsable del Cuarteto de Yorkshire.
Aquí, una entrevista con el maestro de Yorkshire
La ciudad de los vivos, Nicola Lagioia (Literatura Random House. Traducción de Francisco Javier González) Nicola Lagioia (Bari, 48 años) acababa de ganar el premio Strega, el más prestigioso de los galardones literarios italianos, cuando un crimen traspasó su piel, captó su atención, lo cautivó y lo arrastró. A principios de marzo de 2016, tras varios días de desfase total aderezado con alcohol e ingentes cantidades de cocaína, Manuel Foffo y Marco Prato matan a martillazos y cuchilladas a otro joven, Luca Varani. Con estos ingredientes, Lagioia se lanza a una investigación que desemboca en esta novela de no ficción en la que no importa el qué ni el quién, casi ni siquiera el cómo, sino tratar de comprender el porqué. Y ahí entramos en caminos oscuros.
Clásicos que vuelven
Más allá hay monstruos, Margaret Millar (Tres Puntos, traducción de María Isabel Guastavino). Un joven ranchero californiano desaparece un día de sus posesiones cerca de la frontera con México. Hay un rastro de sangre pero nunca se lo encuentra. Ese planteamiento sirve de excusa a Millar para contar una historia tremenda, llena de fuerza, sobre familias rotas, abusos, odios rurales y otras lindezas. Tres Puntos recupera esta obra y pronto hará lo mismo con La bestia se acerca, que ganó el Edgard en 1956 contra El talento de Mr Ripley o Un cuchillo en la mirada. Ahí es nada. Y sí, era la mujer del también excelente escritor Ross Macdonald, pero ya pagó ese peaje toda su vida. Su obra es enorme por encima de parentescos. Celebremos que se reedite y vuelva a las librerías.
Bajo la dura luz, Daniel Woodrell (Sajalín,traducción de Diego de los Santos). René Shade, exboxeador que trabaja como policía en la pantanosa Saint Bruno (Luisiana) es el protagonista del poderoso debut de Woodrell, una novela intensa y dura, el inicio de una trilogía excelente. El ambiente de los pantanos, los franceses, las mafias de andar por casa, la violencia, las familias destruidas, los perdedores que vagan por la historia hacen de este libro una apuesta segura. Ahora, solo para quienes quieran mancharse las manos de barro.
Brighton Rock, Graham Greene (Libros del Asteroide, traducción de Miguel Temprano). Me remito a lo que dije hace poco aquí mismo sobre el maestro británico: “Un aviso: quien busque un policial clásico se ha equivocado de ventanilla. Ahora, quien quiera una historia de los bajos fondos, del ansia juvenil por triunfar en lo criminal, un paisaje de personajes perdidos y heridos, aquí tiene un buen libro. Publicada en 1938, está considerada la primera gran novela del autor británico para muchos críticos. El Brighton de la década de los treinta —ese lugar de ocio y descanso, pero también de mafias, apuestas, tugurios y crímenes— está muy bien contado, sin distancia, a cuchillo. Pinkie, ese joven de 17 años que lo quiere todo, es solo uno de los grandes personajes de la novela. Pero me quedo con Ida, la triste Ida, su soledad y sus ganas de justicia. La trama camina sola, sin sobresaltos, la violencia escondida con elegancia”.
La presidenta, Alicia Giménez Bartlett (Alfaguara). Una pionera de la novela negra en español, la creadora de Petra Delicado, premio Pepe Carvalho de BCNegra, Premio Planeta, Premio Nadal, adorada en Italia, traducida en múltiples ocasiones… Alicia Giménez Bartlett podría quedarse en Vinaròs disfrutando de un glorioso retiro pero, lejos de eso, inicia una nueva serie, en nueva editorial, con nuevas heroínas (las hermanas Miralles), dos novatas que tienen que investigar el asesinato de un trasunto de Ritá Barberá. Ritmo, sentido del humor y una trama que funciona con sencillez para este policial que gustará a todos los amantes del género sin violencia extrema o experimentos.
Hace unas semanas pasamos un día con ella por la Valencia de esta nueva novela. Este es el resultado.
No ficción: true crimes y un diccionario
Me van a perdonar la trampa, pero era mucho lío titular de otra manera, así que esta selección incluye también algún notable ejemplar más allá de la novela. Pasen y vean, no se corten.
Apetitos feroces, Rachel Monroe (RBA, traducción de Eduardo Iriarte). Este true crime inclasificable cuenta cuatro historias de cuatro mujeres (cinco, si contamos a la autora) enganchadas de distinta forma al crimen a través de un despliegue de conocimientos y una puesta en página de manera inteligente y ligera de una intensa labor investigadora. Cada capítulo daría para un libro, pero Monroe controla el espacio, limita la narración, condensa los hechos. Prueba de todas las virtudes del libro es el segundo capítulo, La víctima, una oscura historia en torno a la familia de Sharon Tate. Cada caso conmueve y revuelve pero es la capacidad narrativa de la autora y su habilidad para colarse en cada narración sin hacer una exhibición del yo más mundano o egocéntrico lo que convierte este libro en algo muy especial.
La manufactura de la muerte, Alexandra Midal, (Errata Naturae, traducción de Silvia Moreno). Es curioso cuando pasa con un ensayo lo que me ha ocurrido con este: no compro la idea en la que se sustenta, la gran apuesta de su tesis, y me fascina y me atrapa igualmente. Se trata de un sesudo y vibrante retrato de uno de los primeros, y uno de los más prolíficos y más hábiles asesinos en serie de la historia, Henry Howard Holmes, en general conocido como H. H. Holmes. Pero en su análisis de los mecanismos de las muerte y su relación con los modernos modos de producción va mucho más allá. Es la parte con la que no comulgo, es lo que hace del libro algo fascinante.
Diccionario apasionado de novela negra, Pierre Lemaitre (Salamandra, traducción de José Antonio Soriano). Fuera caretas: no sé qué es más divertido, si constatar las ausencias que cada uno considere que hay en el libro o buscar a sus ídolos y leer qué tiene que decir de ellos Lemaitre. Un diccionario de autor, nada canónico, deslumbrante, divertido e ideal para todos los fans del género. Una apuesta personal de uno de los mejores autores de género en Europa en las últimas décadas pero, más aún, de un lector exquisito y, como todo lector de verdad, apasionado.
Coda
Los mejores de 2021, elegidos para este blog por un jurado diverso, sirven para rematar el artículo. Son ocho, de ahí lo de 36. Aquí lo tienen. Imposible no encontrar algo a su medida.
Babelia
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