Periodismo sin complejos ante los ‘alvises’
La entrevista al líder de Se Acabó La Fiesta era pertinente porque se enmarca en uno de los debates más vivos de la profesión: cómo enfrentarse a la mentira y a los activistas del bulo
EL PAÍS publicó el lunes una entrevista a Alvise Pérez, cabeza de lista de Se Acabó La Fiesta, la agrupación electoral ultra que sorprendió en las elecciones del 9-J al lograr tres escaños en el Parlamento Europeo. Con un enlace en la edición digital, el periódico añadió un texto titulado El elefante en la habitación, que explicaba el porqué de su publicación.
El Estatuto del Defensor del Lector prevé que este, a iniciativa propia, aclare cómo se han elaborado las noticias y por qué se tomaron determinadas decisiones. La entrevista, a juicio de esta defensora, se enmarca en uno de los debates más vivos del periodismo, que versa sobre cómo enfrentarse a la mentira y a los activistas del bulo que pretenden socavar la democracia, en un momento de auge de la extrema derecha. Sobre cómo atender el derecho de los lectores a recibir información rigurosa sin caer en la manipulación de quienes deforman los hechos y los datos para armar un relato tramposo a su favor. Sobre la vigencia de las herramientas del periodismo de calidad.
Para ello, esta defensora ha examinado el proceso con quienes intervinieron en la publicación, incluido el autor de la entrevista, Miguel González. Además, ha recabado la opinión de una veintena de periodistas de EL PAÍS y, con la ayuda de estas conversaciones, ha extraído las siguientes reflexiones profesionales.
Una entrevista pertinente. Prácticamente todos los periodistas consultados ven oportuno que se entrevistara a Pérez, por su condición de cargo electo y porque escucharle forma parte del retrato periodístico de la realidad. Y ello pese a que era previsible que usaría la entrevista en EL PAÍS para arremeter contra el periódico y alimentar polémicas a su favor, como ha hecho. La actitud profesional, por tanto, era darle la palabra.
Un pacto incumplido. La conversación se produjo el día 14 en el estudio fotográfico de la sede de EL PAÍS. Antes, Alvise Pérez se había comprometido por escrito, según los mensajes de WhatsApp que ha podido ver esta defensora, a las condiciones establecidas por EL PAÍS: que podía grabar la conversación, pero solo utilizarla en el caso de que, una vez publicada la entrevista, considerara que se habían manipulado sus palabras para mostrar esa parte del encuentro. Antes de que el periódico terminara el trabajo, Pérez ya había lanzado un extracto a través de sus redes, entre amenazas que pretendían marcar los ritmos de publicación. Cuando el periódico salió a la calle con la entrevista, él difundió la grabación en bruto.
El género periodístico. La entrevista es un género del periodismo que puede plasmarse de muchas maneras, pero que en la prensa escrita consiste en extractar con criterio periodístico una larga conversación ―en este caso duró unos 90 minutos en una sola cita, pero podría haberse hecho en varios encuentros― con dos fines: que el entrevistado dé titulares y retratarlo a través de sus palabras. Puede haber comunicaciones posteriores para afinar la formulación de las frases y el texto final no tiene por qué seguir la estructura cronológica de la conversación, sino que se puede ordenar de otra manera, con un criterio en la que pesen más el ritmo y la comprensión del conjunto. Es lógico registrar esta conversación para no perder ningún detalle, pero esa grabación no es la entrevista.
Objetivo cumplido. La pieza publicada contiene dos noticias: Alvise Pérez anunció que su agrupación electoral será un partido político y, también, que planea presentarse a las próximas elecciones generales. Además, la entrevista hace un retrato del personaje, cuyo discurso va cargado de infundios, medias verdades y bravuconadas. Ahora, es fácil encontrarle fallos a la entrevista, pero no era un reto fácil y, sin embargo, cumplió sus fines.
Las reglas profesionales. Una de las conclusiones más extendidas entre los redactores es que ante este tipo de personajes la mejor fórmula es aplicar las reglas profesionales del periodismo. Pero ¿qué hacer cuando es el entrevistado quien se salta los compromisos? ¿Es posible ejercer el periodismo con rigor mientras al otro lado se ridiculizan los hechos? ¿Hay que desmontar las mentiras al repreguntar en una entrevista o es mejor chequear después lo que se dice en las contestaciones? No existe una respuesta simple a estas preguntas. Pero estos retos no pueden llevar a que el periodismo desista de su papel fundamental de contar la realidad, porque su prioridad es atender el derecho de los lectores a saber. Aunque se sufran trasquilones en el proceso, desde perder los estribos a perder el relato.
La aclaración. El periódico publicó un texto junto a la entrevista para explicar por qué se hacía. Era un escrito en primera persona y con un titular en cursiva (que identifica los artículos de opinión) pero sin firma, potestad que solo tienen los editoriales, pero que, al ir fuera de la sección de Opinión, no podía catalogarse como uno de ellos. “Probablemente fue un error titular ese texto con una cursiva”, afirma José Manuel Romero, subdirector de Nacional. “No era un artículo de opinión como tal, sino una explicación sobre las circunstancias en que se produjo la entrevista y sobre el derecho a la información de los lectores”.
Algunos de los periodistas consultados, y también algún lector, han cuestionado este texto, porque consideran que no era necesario ofrecer explicaciones, que nunca se habían dado así en otras entrevistas similares. Esta defensora opina que nunca sobran las aclaraciones a los lectores, pero que el formato era confuso. Quizás para el futuro se podría adoptar una fórmula que indicara que es una “nota de la dirección”, para no dejar dudas de quién es el interlocutor detrás de las explicaciones.
Sin complejos. La única opción profesional ante los activistas de la mentira es la valentía: preguntar, indagar y hacer entrevistas, aunque no sean fáciles. El periodismo no puede quedarse bloqueado ante quienes retuercen la realidad y no respetan las reglas intelectuales. Ellos se sienten ganadores con el zasca. Pero el reto de este periódico es a largo plazo y se gana con la información de profundidad. Con coraje y sin complejos.
Para contactar con la defensora puede escribir un correo electrónico a defensora@elpais.es o enviar por WhatsApp un audio de hasta un minuto de duración al número +34 649 362 138 (este teléfono no atiende llamadas).
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