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Toque y taconazo de Toquero

El Athletic supera al Albacete con un goleada imprevista (4-0) y un gran tanto del delantero rojiblanco

No había diferencia. Ni en el marcador ni en el estilo ni en la ambición ni en la actitud. No había distancias, de hecho el Albacete se las comía al Athletic obligándole a la imprecisión, al apresuramiento y amenazándole con aproximaciones muy poco amistosas. Era el típico partido que le hace dudar al grandullón y engrandece al pequeñito. Por mucho que esté Llorente fijando a los centrales, que ande Muniain revoloteando por sus posesiones entrelíneas, que De Marcos sea una granada que nunca se sabe cuando va a explotar, el Albacete, bien armado de moral y con munición muy escondida, tenía más escuadra y cartabón. Daba al principio más miedo, un terror psicológico, pero hay asuntos que son insustituibles: los actores. Y al Athletic le salieron los dos más característicos. Primero apareció Muniain: con ese tranco sencillo, miró al balón, miró al hueco y se la puso a Susaeta de vicio, con el portero sorprendido en el área pequeña y el balón rodando. Un pase interior que el delantero del Athletic elevó sin nervios ni prisa por encima del portero. Era lo que buscaba un Athletic enfervorizado, a veces apresurado. Romper la dinámica, obligar al Albacete a salirse del guión, a inventar sobre la marcha, a imaginarse otro partido. A ser lo que fuera.

ATHLETIC, 4 -ALBACETE , 0

Athletic: Iraizoz; Iraola, San José, Javi Martínez (Equiza, m. 80), Aurtenetxe; De Marcos, Ander Herrera (Íñigo Martínez, m. 81), Iturraspe; Susaeta, Llorente (Toquero, m. 66) y Muniain. No utilizados: Raúl; Íñigo Pérez e Ibai Gómez.

Albacete: Campos; Alba, Joan Castillo, Santamaría (Herreros, m. 34), Zurdo; Candela, David Rocha (Miguel Núñez, m. 69); Tete, David Torres (Curto, m. 54), Adriá; y Calle. No utilizados: Miguel; Colorado y Añón.

Goles: 1-0. M. 24. Susaeta. 2-0. M. 64. Ander Herrera. 3-0. M. 78. Toquero. 4-0. M. 86. San José.

Árbitro: Estrada Fernández. Amonestó a Iturraspe, Castillo, Muniain, David Rocha, Candela y Javi Martínez.

Unos 35.000 espectadores en San Mamés.

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Y ya era otra cosa. El Athletic juega igual, juegue contra quien juegue, lleve el resultado que lleve, necesite lo que necesite. Esperar un Athletic especulativo con un gol en el marcador era como ver nevar en agosto. Y así llegó el gol de Ander Herrera, un golazo, más que por la belleza, que la tuvo, por la dificultad del disparo, de medio lado tras un fulgurante contragolpe. Era cuando en la segunda mitad el Albacete ya no bajaba y el Athletic ya no hacía más que subir a su casa, por peldaños, ascensores o montacargas. Ahí comenzó la diferencia. La que había marcado Ander Herrera, con su dinamismo, y sobre todo, Muniain, con su inspiración, y Javi Martínez con su sabiduría (se debate la grada con el puesto de Javi Martínez, que si central o centrocampista, es decir cuando tienes un futbolista que vale por dos).

El Albacete murió por inanición. Hacía muchas cosas bien (ordenar su defensa, trabajar en el medio y amenazar con su grandullón, Calle, buen futbolista), pero el Athletic comía y comía, de Muniain, de Herrera al que siempre se le pide más, como a los grandes que aspiran a muy grandes.

Y en esto llegó el éxtasis a San Mamés. Si se hace una encuesta antes de cada partido importante y se reclama quien debe ser el goleador del Athletic, el mesías, el salvador, la mayoría dirá que Gaizka Toquero. Creerá que lo hará Llorente, o quizás Muniain, quien sabe si Susaeta. Pero todos esperarán a Toquero, al líder anímico, al voluntarioso guerrero, al suplente que siempre está, al calvo de oro, de plata o de bronce. Y va y Toquero se marca un gol de tacón, con un golpeo elevado, por encima de las punteras de los defensas, como quien lava, como si le cayera el balón golpeado por un niño después de aparcar el coche. Y lo clava en la red. Y el público que grita ¡Toquero, Toquero, Toquero!, el mismo que reclamaba a ¡Llorente, Llorente, Llorente!

Y así murió el Albacete, que aún encajó un cuarto gol, obra de San José en un córner, cuando la defensa manchega ya estaba descuartizada; no es que le diera igual, es que no podía y tampoco tenía nada que hacer que el Athletic no quisiera. Fue hermoso mientras duró, pero al final quedó el taconazo de Mr. Toquer.

San José, en el instante del cuarto gol al Albacete.
San José, en el instante del cuarto gol al Albacete.ALFREDO ALDAI (EFE)
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