Toquero, el luchador que admira a John Cena
El gol del delantero, con un taconazo sublime, devuelve a este futbolista de brega a los altares de La Catedral
Andaba el Athletic enredado con el asunto del gol, tras dos partidos a cero, uno con un segunda B, el Albacete, y otro con el Getafe, de Primera. Y todo se le endosaba a la ausencia de Llorente, el referente del gol en el equipo rojiblanco. Sin Llorente, parecía que el barco se hundía. De hecho hasta algunos medios comenzaron a anunciar la posibilidad de que Aduriz, un tanto postrado en el, Valencia, pudiera retornar a Bilbao en el mercado de invierno. Todo suponía un descrédito para Toquero, un delantero con poco gol y muchísimo trabajo, un depredador de los pulmones contrarios, una mosca para los defensas rivales, pero sin gol. Y ayer se cubrió de gloria. No solo marcó un gol, el tercero del Athletic ante el Albacete, sino que lo hizo de una forma mayestática, de tacón, un taconazo elevado, con toda la intención del mundo para sortear a defensas y portero. Vamos, que no se la quitó de en medio. La puso ahí y el balón llegó a la red, con la mansedumbre con la que llegan los grandes goles.
Toquero, proveniente del fútbol de bronce, llegó al Athletic desde el Sestao, de Segunda B, en 2007, cuando Caparrós rebuscaba futbolistas en todos los equipos vizcaínos. El técnico sevillano dudó al principio porque pensó que su alopecia delataba una avanzada edad. Pero era un muchacho de 23 años al que se le había caído el pelo de forma temprana. Y lo fichó. Por sus orígenes, su fútbol boquiabierto, su aspecto de eterno agotado y su entrega a veces incluso exagerada, se convirtió en el ídolo local. Los ídolos no siempre son lo mejores sino aquellos en los que el público ve reflejada su actitud. Hay ídolos para las grandes tardes (Iribar, Rojo, Sarabia, Guerrero) e ídolos para los momentos malos, cuando se agradece más el sudor que la sutileza. En eso Toquero es el sustituto de Urkiaga, un bravo lateral capaz de chocar contra la valla publicitaria por perseguir un balón imposible. San Mamés es muy dado a los segundos y más críticos con los primeros.
Toquero, no obstante, fue capaz de sumar ayer ambas cualidades: la entrega y la sutileza. Y lo hizo tras sustituir al ídolo máximo, Fernando Llorente, que aún anda recuperando la forma perdida tras más de un mes de baja. Desde que taconeó el balón, solo se oyó su nombre en la grada de La Catedral. Y eso que Susaeta había marcado con sutileza un centro sutil de Muniain, que Herrera había hecho el segundo con un guante de seda y hierro en un difícil disparo y que el último en marcar, Mikel San José, realizó un salto prodigioso para cabecear el cuarto gol. Todo era Toquero, el regreso del lehendakari de La Catedral y del apasionado de John Cena, otro ídolo de la lucha libre americana, que simula a un marine y a quien Toquero rinde culto en sus goles imitando su gesto con los dedos cruzando sus ojos. Lógico que a un luchador nato le guste un luchador artístico. Ambos dan espectáculo, aunque el de Toquero es de verdad.
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