Eclipse de fútbol en San Mamés
El Athletic malgasta media docena de ocasiones, incluido un penalti, y el Sporting empata en el último minuto
Quizás, con el sudor, se fue la magia; quizá en el resplandor de su gloria europea, llegó la ceguera; quizás es una ley física la que impide ver demasiado lejos cuando se tiene el armario semivacío. Quizás de tanto andar se le hizo largo el camino al Athletic, que sufrió un eclipse en San Mamés, demasiado largo, demasiado profundo, y que dura ya cuatro partidos y que le alejan de la zona noble. Un empate ante el Sporting y sufrido, como es costumbre en el Athletic, en el último minuto deja un olor a derrota que enmudeció San Mamés, resignado a la gloria ocasional de su final de Copa y de su tránsito europeo.
Porque a pesar del eclipse, profundo, casi un agujero negro en algunas fases del encuentro, el equipo de Bielsa le fabricó media docena de ocasiones al de Clemente, incluido un penalti que detuvo Juan Pablo al inesperado lanzador, Muniain, debutante en estas lides, en detrimento de especialistas como Llorente, Iraola y Susaeta. Media docena de ocasiones y dos de ellas de un tipo como Llorente son un bagaje suficiente para limarle las asperezas a cualquier rival, más si el Sporting tembló tras el derribo de Botía a Llorente. Ahí se le acabó la gaseosa. Porque hasta entonces parecía un equipo atrevido, con pocas uñas, pero bien situado en el campo y con alguna intención ofensiva. El penalti le hizo cerrar los ojos y cerrar las líneas. Toda una invitación al Athletic para que dominase el juego y pusiese el ritmo que acostumbraba.
ATHLETIC, 1 - SPORTING, 1
Athletic: Iraizoz; Iraola, Javi Martínez, Amorebieta, Aurtenetxe; Herrera (Ibai Gómez, 45), Iturraspe, De Marcos; Susaeta, Llorente (Íñigo Pérez, m. 87) y Muniain (Toquero, m. 84). No utilizados: Raúl; David López, Ekiza y Ramalho.
Sporting: Juan Pablo; Orfila, Botía, Iván Hernández, Lora; André, Eguren (Trejo, m. 78); Mendy (Barral, m. 57), De las Cuevas, Rivera; y Colunga (Ayoze, m. 68). No utilizados: Cuéllar; Damián, Sangoy y Gálvez.
Goles: 1-0. M. 77. De Marcos, culmina un pase de Muniain. 1-1. M. 90. Trejo desvía un tiro de Lora
Árbitro: Iglesias Villanueva. Amonestó a Botía, André, Eguren, Iván Hernández, De Marcos, Aurtenetxe
Unos 39.000 espectadores en San Mamés.
Pero era un Athletic espeso, denso, muy pesado, condicionado por la única salida del balón de Amorebieta, que ha asumido el ritmo venezolano del meneo del balón. Con el tiempo que perdieron Amorebieta en sus transiciones, Juan Pablo en sus saques de portería y el árbitro, se podía haber jugado otro partido paralelo. Sin ritmo, el Athletic es poca cosa. Sin tacto, se descompone, y más que pases durante tres cuartos de partido hubo lanzamiento de piedras, balones perdidos, trompicones. En eso acertó Clemente, en dejar que el balón fuera de Amorebieta y en que el ritmo fuera bajo, como si del último partido de la temporada se tratase. Es decir, una invitación al aburrimiento colectivo, incluidos ambos equipos.
Así murió la primera mitad, con el penalti errado por Muniain y un paradón de Iraizoz en una falta de Colunga, amén de dos errores en boca de gol de Llorente y Muniain. Y nació parecida la segunda hasta que el Sporting dio un paso más atrás y Susaeta un paso más adelante. Llorente era una referencia más anímica que deportiva. Y Muniain, enrabietado con su atrevimiento fallido, se convirtió en el ingeniero de la media punta hasta que habilitó a De Marcos para hacer el gol que parecía definitivo. Pero tiene un problema el Athletic toda la temporada: tanto cuando agobia como cuando se siente agobiado, mete a toda su gente en el área para atacar como para defender. Y por allí, por la suya, apareció Lora, que fue cocinero antes que fraile, es decir delantero antes que defensa, y se encontró un rechace en el área grande, más solo que un anacoreta, con todo el Athletic en el área pequeña. Su disparo necesariamente tenía que tocar en alguna pierna y tocó en la de Trejo lo justo para desviarla a la red. Era el minuto 90, el minuto habitualmente fatídico, donde el Athletic ha dilapidado tanto pedigrí y cuando ha perdido tantos puntos en esta Liga. Una situación que se antoja incorregible. Una maldición propia de un eclipse de fútbol en San Mamés.
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