Juega el rey de Gales
Bale, capital para la clasificación histórica de su selección en la Eurocopa, defiende la fuerza del grupo antes que cualquier individualismo
Ian Rush era un delantero bigotudo del Liverpool que tenía una facilidad pasmosa para el gol. Mark Hughes, que pasó por el Barça de Terry Venables, también mantuvo un idilio con las porterías rivales. Ryan Giggs, el ‘gentleman’ de las carreras y quiebros, se ganó el reconocimiento planetario con su fútbol por la banda izquierda del Manchester United. John Hartson, Gary Speed, Dean Saunders y John Benjamin Toschak fueron también grandes futbolistas que dejaron huella. Pero todos, galeses ellos, lo hicieron en clubes; jamás con la selección. Ese honor fue para el equipo que lideraba el delantero John Charles en el Mundial de 1958 –eliminados en los cuartos de final por un tal Pelé, que después levantaría la Copa Jules Rimet-, única ocasión en la que los Dragones Rojos han disputado un gran torneo. Pero eso ha cambiado gracias a Gareth Bale (Cardiff; 26 años), el rey de Gales. “Es un poco surrealista estar en la Eurocopa… Siempre que había un gran evento, lo veía sentado frente al televisor, por lo que estar involucrado es increíble”, suelta el delantero. Hoy (18.00 horas) se miden con Eslovaquia. “No hemos venido para pasar el rato”, resuelve. Pero eso, aunque digan lo contrario desde Dinard –donde está la base del equipo-, depende sobre todo de él.
No somos un equipo de un solo hombre. Estos jugadores son mis hermanos”, Gareth Bale, delantero galés
Together Stronger [juntos más fuertes], el lema y canción de la selección para la Euro (compuesta por la banda galesa Manic Street Preachers), es reivindicativo. “No somos un equipo de un solo hombre. Estos jugadores son mis hermanos”, defiende Bale; “se puede decir lo que se quiera, pero nosotros sabemos lo que estamos trabajando en el campo de entrenamiento cada día”. Y eso es, sobre todo, ejercicios de repliegue porque el técnico Chris Coleman basa su fútbol en una defensa bien exigente. Pero con el balón en los pies, el objetivo es el 11.
Así lo reclama el seleccionador, que en las últimas sesiones ha decidido encimar a Bale con dos o tres defensas a cada ocasión que toca el esférico, una situación de partido que entiende será real. Y, como le da libertad de movimientos y le pide que se subraye por dentro, se relame ante la posibilidad de que pueda jugar al espacio ante centrales rudos de Eslovaquia como Skrtel y Durica, que sufren con los desplazamientos laterales y las carreras hacia atrás. “Jugar contra ellos dos es un castigo hasta en los entrenamientos. Creo que no le va a ser nada fácil”, responde desde Vichy el ariete eslovaco Sestak. Aunque por Dinard no dudan; la incidencia de Bale con Gales es más que expresiva, toda vez que de los 11 goles que hizo el equipo en la fase de clasificación siete fueron suyos y en otros dos participó. “A cualquiera le gustaría tenerlo en su selección. Es una suerte y esperemos que meta miedo a los rivales”, le elogia su compañero Joe Allen. “Para llegar lejos en una competición, necesitamos jugadores que pueden marcar la diferencia. Gareth es uno de los mejores del mundo y está con nosotros. Es algo especial”, argumenta Coleman.
Alubias por ferry
El jueves por la mañana partió un barco con 60 kilos de las típicas smoked beans [alubias] hacia Dinard. Se ve que los cocineros de la selección se habían quedado cortos en las previsiones y que recibieron con alivio al ferry, cargado con latas de la marca Heinz.
Piropos que gritan a los cuatro vientos del mismo modo que persisten en la idea de que no dependen de él. “Sin Bale no hubiéramos llegado hasta aquí, pero tenemos otros jugadores que nos convierten en un conjunto muy organizado y que pelea siempre junto”, reivindica Coleman, que ayer festejaba su 46 cumpleaños. Le secunda Bale: “Cuando perdemos la pelota, todos luchamos por recuperarla. Nunca nos rendimos ni morimos. Simplemente, tiramos hacia delante”. Aunque necesitan de la mejor versión de Bale –recuperado de la lesión muscular sufrida en la final de la Champions, por más que apenas jugara 25 minutos en el último amistoso-, puesto que sólo han ganado un partido de los últimos siete, ante la menor Andorra. Pero desde que Coleman cogiera al equipo, la selección ha pasado de ser la 117 a la 26 en el ranking de la FIFA. Y desde que eclosionara Bale como Dragón -es el único de la selección que no juega en Gales o en Inglaterra-, se fraguó su camino a la Eurocopa.
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