Muguruza descubre la armonía
Tras años de altibajos, Garbiñe se ha redimensionado esta temporada a partir del equilibrio emocional. En Singapur desea recuperar el trono, "sin obsesiones", y convertirse en la primera 'maestra' española
Tiene Singapur un aire profundamente contradictorio. Su paisaje combina la naturaleza selvática con el sello hormigonero de las grandes metrópolis y en apenas un segundo, lo que cuesta acceder a una estación de metro, entrar o salir de un hotel o un comercio, se pasa de experimentar un bochorno tropical al invierno más crudo, el que resulta de las exageradas bocanadas de los aires acondicionados. No hay término medio: exceso o defecto. Siempre, sin excepción. Sudorina o piel de gallina, tradición o modernismo, la quietud de su maravilloso jardín botánico o el trasiego de las larguísimas avenidas; sol y cielo celeste o, como este sábado, una tromba torrencial de agua que tiñó las vistas de primera hora de un tono grisáceo y nebuloso.
Recuperado el azul y verde habituales, a mediodía, Garbiñe Muguruza atendía en un centro de convenciones situado a orillas de la bahía a tres enviados especiales, con los que departía sobre eso, de excesos y defectos, de equilibrios, subidas y bajadas, y de cómo ha descubierto una nueva dimensión cromática, la del gris, que le ha permitido firmar su año más prolífico y acercarse a esa estabilidad que tanto se le reclamaba desde hace tiempo. “Ahora sé llevar mejor el éxito y mantengo mejor el nivel, soy más luchadora”, reflexionaba la número dos del mundo, que este domingo (13.30, Tdp, contra Jelena Ostapenko) emprende su tercer asalto consecutivo al trono de las maestras y el desafío de recuperar el mando que perdió hace poco en Pekín.
“Me siento un poco aliviada, porque el hecho de haber sido ya la uno es como: ya, ok, ya no va a estar todo el mundo haciéndome la misma pregunta… Lo que no quita que me muera por volver a ser la número uno, por estar en esa situación otra vez, pero ya lo he conseguido y ahora ya no es una obsesión”, precisaba la española, la primera tenista que logró el pasaporte para la cita de estos días en Singapur, mucho más fresca que hace exactamente un año, a estas alturas y en el mismo marco.
“Me he sabido dosificar un poco más. He intentado no tomármelo todo a vida o muerte, que fue como me lo tomé el año pasado quizá: los picos altos eran muy altos y los bajos muy bajos. Este año he sido más estable y creo que eso me ha ayudado a no llegar aquí agotada”, comentaba.
En 2017, dos títulos y cinco semifinales
Se ha aproximado Muguruza a la proporcionalidad, a la justa medida, a la armonía, y el cambio le ha guiado hacia sus mejores resultados. Su estela ya no dibuja curvas, sino una linealidad muy fructífera. Ya no hay tanto arrebato en las malas ni demasía en las buenas. Esta temporada, a excepción de un par de accidentes puntuales en Stuttgart y Eastbourne, ha competido siempre y ha alcanzado la zona franca de los torneos, tanto en los Grand Slams –los octavos han sido la cota más baja– como en los de perfil inferior. Más allá de los premios en Wimbledon y Cincinnati, su trayectoria subraya cinco semifinales (Brisbane, Roma, Bimingham, Stanford y Tokio) y presenta a una jugadora más ponderada en todos los frentes: cuerpo, mente, resultados.
“No ha habido un clic que me haya hecho cambiar”, indica; “me lo he planteado todo partido a partido y eso me ha hecho ver que siempre voy a tener una oportunidad. Cuando acabo el año siempre hago un balance general y antes veía que era una jugadora que o bien ganaba el torneo o bien me quedaba fuera a las primeras de cambio; era o mucho o poco. Lo que de verdad quería era ser más constante y no quedarme en esas primeras rondas. Siempre me ha gustado mucho jugar los partidos importantes y lo que me faltaba era eso, así que me he centrado mucho en mejorar en esos primeros partidos; luego ganaré o perderé, pero estoy mucho más concienciada en todo eso”.
Este año he intentado no tomármelo todo a vida o muerte. Antes los altos eran muy altos y los bajos muy bajos
“No sé qué puedo conseguir o no conseguir”, prosigue, “pero este año he notado una mejoría y no he dado ningún paso hacia atrás, que es muy importante. Me siento mucho más completa y mucho más madura. Siempre se ha dicho de mí que tengo mucho potencial… y cuando se habla de ese potencial me hierve la sangre... Todo el mundo ha tenido siempre expectativas muy altas conmigo, pero yo voy poco a poco. Yo mantengo mi ritmo y ya está. He hecho un gran año”.
Ahora, después de 20 días sin competir, encara de partida a tres pegadoras de raza. Para empezar, el descaro de Ostapenko, y después la sabiduría de Venus Williams y el mazo de Karolina Pliskova. “En este torneo hay que jugar bien sí o sí, porque si no estás fuera”, matiza enseguida. “No sé cuál será el secreto para mejorar lo de 2015 [llegó a las semifinales]. Tendré que jugar mi tenis, estar lo mejor preparada posible, que no me duela nada… Que todo vaya un poco de cara”, resuelve Muguruza, a lomos esta temporada del término medio. Eliminados los extremos, el tenis encuentra a una competidora nata.
GRUPOS Y CRUCES DE LA 1ª JORNADA
Grupo Rojo: Simona Halep (RUM), Elina Svitolina (UCR), Caroline Wozniacki (DIN) y Caroline Garcia (FRA).
Grupo Blanco: Garbiñe Muguruza (ESP), Karolina Pliskova (RCH), Venus Williams (USA) y Jelena Ostapenko (LET).
* Acceden a las semifinales las dos primeras de cada bloque.
Horarios de la jornada inaugural (domingo 22 y lunes 23):
DOMINGO:
11.00: Karolina Pliskova-Venus Williams
13.30: Garbiñe Muguruza-Jelena Ostapenko
LUNES
11.00: Simona Halep-Caroline Garcia
13.30: Elina Svitolina-Caroline Wozniacki
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