Walter Tavares: “Un gigante no puede esconderse nunca”
Tras un periplo inverosímil el pívot de 2,21m se ha convertido en el techo del Real Madrid de Laso que desde hoy busca una victoria ante el Panathinaikos en territorio comanche para pelear la Final Four
Hasta hace nueve años, Walter Edy Tavares (Maio, Cabo Verde, 1992) no había botado un balón de baloncesto. El azar y su infinita estatura (2,21m) le abrieron la puerta a una vida nueva. Tras un periplo inverosímil se ha convertido en el techo del Real Madrid de Laso que desde hoy busca una victoria ante el Panathinaikos en territorio comanche para sacar billete a la Final Four de Belgrado. “Creo que las cosas van a salir bien”, cuenta el gigante, imponente y cercano.
Pregunta. ¿Cómo se ve la vida a 2,21m de altura?
Respuesta. Para el baloncesto te da mucha ventaja, pero la vida cotidiana se hace muy difícil. Un gigante no puede esconderse nunca. Soy muy tímido, pero la gente se queda impresionada conmigo constantemente. Tengo que vivir con ello.
P. Cuando de joven vio cómo crecía (2,00m con 14 años), ¿se asustó?
R. No. A esa edad te hace sentirte superior a los demás. Cuando jugaba al fútbol con mis amigos todos me tenían miedo porque era el más alto y el más fuerte. Quería sentirme una persona normal porque soy muy vergonzoso, pero intimidaba a todo el mundo.
P. ¿Soñó con ser futbolista?
R. Sí. Todos en el barrio queríamos jugar en el Benfica. Hasta los 17 años no sabía lo que era el baloncesto. Pensábamos en futbol todo el día pero, de repente, me cambio la vida.
P. ¿Qué hubiera sido de usted si no hubiera aparecido ese alemán que regentaba un bar frente a la casa de su abuela y llevó una foto suya a los directivos del Gran Canaria?
R. Pues, seguramente, estaría en Cabo Verde, ayudando a mi madre en su tienda pequeñita. Es como un 24 horas que tiene de todo y yo la ayudaba en las tareas y recados que podía. Ella trabajaba sin descanso para darnos de comer. Mi padre era marinero y se pasaba seis meses en casa y seis meses en el mar. Trabajaba en un barco de contenedores y viajaba por el mundo entero. Ellos me marcaron el ejemplo de ser trabajador y humilde. El mejor consejo que me dieron es que hay que recordar siempre de dónde vienes.
P. Llegó a Gran Canaria en 2009 y debutó en la ACB en 2012, ¿cómo fueron esos tres años en los que se hizo jugador de baloncesto?
R. Hay muchísimo sacrificio ahí. Al principio, era un palo. No tenía ni fuerza ni coordinación. Nunca había practicado deporte en serio. Entrenaba de lunes a domingo, varias veces al día. No sabía nada y todo lo que me decían, lo hacía. Esa oportunidad era lo único que tenía. Si me decían que tenía que estar en la pista a las 6.00 de la mañana, allí estaba. Si me decían que había que entrenar antes y después de la escuela o media hora durante el recreo, lo hacía. Después entrenaba con el equipo tres horas por la tarde. Estaba reventado, pero intentaba dar el máximo siempre y buscar la motivación donde fuese. Aguantaba todo eso para poder ayudar a mi familia algún día.
P. Con esos comienzos tan sacrificados, ¿ha logrado disfrutar del baloncesto?
R. Sinceramente, es ahora cuando estoy disfrutándolo. Todo ha pasado muy rápido en estos seis años que llevo de profesional y todo ha sido trabajo y trabajo. Siempre empezando de cero, cuando debuté en la ACB, cuando me marché a la NBA. Ahora en el Madrid me siento feliz y he descubierto el placer por el baloncesto.
P. ¿La NBA le llegó demasiado pronto?
R. No. Era el momento perfecto para dar el paso, pero no fui al lugar idóneo. En Atlanta me querían pero no me necesitaban. Me ficharon para completar la plantilla no para jugar. El general manager de Atlanta me quería mucho más que el entrenador. No sacaron provecho de mí. No pude desarrollarme.
P. ¿Cómo fue el fichaje por el Madrid?
R. Tenía claro que en la Liga de Desarrollo no iba a estar más de un año. Cuando me cortaron los Cavaliers me di otra oportunidad. Fui allí a trabajar para ganarme la oportunidad de volver a la NBA, pero las condiciones de la liga son muy malas. Por eso cuando surgió el interés del Madrid decidí acabar con ese sacrificio. Desde que Pablo [Laso] me llamó todo fue muy fácil. La manera en la que me habló y me explicó todo me convenció. Me cayó muy bien. Tenía otra visión de él desde fuera. En los partidos se le ve muy intenso y serio, pero me encantó su normalidad.
P. También le quería el Barça
R. Sí, pero el Madrid demostró muchas más ganas de ficharme. El Barça tenía otros planes conmigo y aquí me quisieron de un día para el otro, con todas sus fuerzas. Hicieron un gran esfuerzo para ficharme y además es mi equipo favorito así que todo fue muy fácil.
P. Llegó como el salvador. Su fichaje fue un estímulo para un equipo asolado por las bajas.
R. Sabía que iba a encajar bien porque tengo la capacidad de aprender rápido. Intenté poner todo de mi parte y me estudié todas las jugadas y lo que hacía el equipo. Me dieron un montón de hojas con los movimientos en ataque y defensa… Había quien dudaba sobre si estaba o no preparado, pero yo me marco mis metas y no paro hasta que las consigo. Quiero estar aquí muchos años. De momento, firmé por tres temporadas y mi sueño es ganar títulos, aún no tengo ninguno.
P. ¿Tiene ídolos?
R. Mi ídolo siempre ha sido Cristiano Ronaldo. Le sigo desde que estaba en el Sporting de Lisboa y está donde está por su trabajo. Es un modelo perfecto de deportista, por cómo se cuida y cómo se dedica a su profesión. Es un espejo para progresar. Ahora le tengo cerca, pero de momento solo me he hecho una foto con él sin apenas conversación.
P. ¿Cómo analiza la eliminatoria ante Panathinaikos?
R. Es un rival muy fuerte y su técnico tiene información detallada sobre nosotros. Pero les hemos estudiado bien para intentar superarles. La clave siempre es el primer partido, es el empujón que marca la serie. Esperamos un ambiente griego. La gente allí aprieta mucho, pero nosotros vamos a hacer nuestro trabajo y si hacemos lo que nos dice Pablo va a salir bien, seguro. Se trata de salir con energía desde el principio, no a ver qué pasa.
P. ¿Están descontando las horas para que vuelva Llull?
R. La energía y la garra que tiene en todo momento son increíbles, dentro y fuera de la pista. Siempre ha estado ahí para animar y ayudar. Ya se está viendo al Sergio de antes de la lesión. Se aprende mucho de él. En el entrenamiento de hoy le he intentado taponar dos tiros encima de él, las ha tirado bien arriba y las ha metido las dos. Está de vuelta.
P. ¿Qué quiere ser de mayor?
R. Estudié informática y me gustaría terminar algún día la carrera. También crear una academia en Cabo Verde para intentar sacar talentos. Hay buena materia prima pero falta una buena escuela. Hay mucha gente con ganas de aprender y tener un futuro mejor como el que conseguí yo. Sería la forma de devolver al baloncesto todo lo que me ha dado.
P. ¿Que supuso para usted descubrir este deporte?
R. El baloncesto para mí ha sido una salvación. Además he descubierto el baloncesto a Cabo Verde. Ahora en mi país todos quieren verme por la tele, antes solo veían fútbol.
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