Garbiñe: “No hay partido tonto, cada uno es el último”
Los comienzos de año y la Caja Mágica se le resisten a la número tres del mundo, que departe de forma relajada sobre el horizonte inmediato, su estilo de juego y algunas lecciones extraídas del pasado
Entre el trasiego de la estación de Atocha, a primera hora de la tarde en Madrid, Garbiñe Muguruza (Caracas, 24 años) pelotea en la pista de reducidas dimensiones que ha acotado la firma comercial Maui Jim, una de las múltiples a las que representa. Después de la exhibición, la número tres del mundo se acerca a un pequeño expositor, selecciona las gafas de sol que luce durante estos días y a continuación ocupa un taburete para charlar de forma relajada con EL PAÍS sobre el horizonte más inmediato. Los comienzos de año y la Caja Mágica se le resisten, pero antes de medirse esta noche (hacia las 22.00, Tdp) a Donna Vekic en la segunda ronda, con la intención de romper su techo en el torneo, advierte: “Sé que tarde o temprano acabaré haciéndolo bien aquí”.
Pregunta. Durante estos días, cuando juega aquí, ¿tiene un extra de estrés?
Respuesta. No tanto, no se crea. Intento no acumular muchos actos cuando vengo a Madrid porque por encima de todo quiero entrenarme, cuidar de mi físico y de todos los detalles, estar lo más centrada posible. Antes quizá sí, pero ahora es diferente. Trato de distribuir y dosificar los eventos a lo largo de todo el año, y además ahora solo hago cosas que verdaderamente quiero hacer, que me apetecen de verdad. Intento rentabilizar mi tiempo al máximo, aunque a veces no hay demasiada alternativa.
P. Tiene usted a la gente un poco despistada por los vaivenes de este primer cuatrimestre. ¿En qué punto se encuentra?
R. Siempre que empiezo el año me toca lidiar con mi forma de jugar… Yo sé que siempre es importante mantener una constancia y un ritmo, pero es algo que siempre será complicado para mí por mi forma de ser, por mi forma de jugar, por mi personalidad… Digamos que la constancia no va muy acorde con mi modo de actuar y de ver las cosas. A algunos les cuesta entenderlo, pero es así. Lo de la regularidad…
P. La regularidad, esa palabra que tanto aborrece.
R. Hay momentos en los que consigo ser más lineal y otros en los que soy más irregular, pero yo me encuentro bien siendo así. En estos primeros cuatro meses he vivido momentos buenos y otros más difíciles, pero yo me siento bien, sin más; este año estoy a estas alturas en un punto similar al de otros. Ha ocurrido lo mismo que cualquier otro año, no hay que darle muchas más vueltas.
P. Todo iba torcido hasta que ganó en Monterrey. ¿Hasta qué punto le liberó ese título?
R. Ganar un torneo, da igual dónde sea y cuál sea, siempre supone algo muy especial. Levantar una copa siempre es un premio y te ayuda a despejar todos esos momentos amargos que hayas podido vivir antes. Aunque todo vaya mal, si de repente ganas, te dices: por fin llega un resultado bueno, vamos, adelante, lo estás haciendo bien Garbiñe. Este año lo conseguí en México y eso me ha ayudado; además fue en Latinoamérica y eso siempre me sabe muy bien, porque allí la gente siempre me recibe con los brazos abiertos. Me encanta jugar allí porque hay mucha gente de habla hispana y es casi, casi, como jugar en España.
P. Pero da la sensación de que para usted, todo lo que no sean Grand Slams o grandes escenarios se le hace tedioso. ¿Es así?
R. Todo cambió aquella vez que me quedé a 30 puntos de ser la número uno… Desde entonces te das cuentas de que cada partido cuenta, de que no hay partido tonto, de que no hay torneo pequeño. ¡Todo cuenta, todo! Cada partido es el último. Cuando eres más joven y llegabas a un Grand Slam, instintivamente como que te emocionabas más, pero ahora no. Ahora me tomo cada torneo como algo muy importante, da igual que sea el que sea, más o menos pequeño. Me da igual si es Roland Garros, Monterrey o Madrid. Yo lo que quiero es ganar, ganar y ganar, ser la mejor. Eso es algo que he aprendido conforme ha ido pasando el tiempo y he ido adquiriendo más experiencia.
P. ¿Y qué me dice de Madrid? Aquí no le ha ido bien.
R. No sé exactamente qué me ocurre aquí, porque además el de Madrid es el único torneo de chicas que tenemos en España, pero no sé explicar por qué no he jugado nunca bien aquí. No acabo de cogerle el punto al torneo: tal vez sea por la pista, por los nervios de jugar ante este público o por… ¡Yo qué sé! No lo sé, pero no pierdo la esperanza, porque ya he dicho alguna vez que en algún momento lo haré bien aquí, porque ese es mi deseo y me hace mucha ilusión, la verdad.
P. Entonces, de Roland Garros aún ni hablamos, ¿no?
R. No, no, aún no. El año pasado allí fue un momento muy difícil, porque era la defensora del título. Realmente todo cambió cuando acabó ese torneo. En ese momento me dije: nunca más voy a estar pensando en un torneo sin que haya terminado el anterior o cuando falta mucho tiempo todavía… Sí que es cierto que cuando gané Roland Garros la sensación era extraña, porque todo el mundo me preguntaba sobre eso, constantemente, estuviera donde estuviera. ¡Desde enero! Y yo decía: ¡tranquilidad, falta más de un mes para ir a París! Todo eso me afectó mucho y he de reconocer que noté la presión.
P. Y este año, con Wimbledon, ¿tiene una sensación similar?
R. No tiene nada que ver: ni pienso en ello, ni ahora nadie me pregunta… Da igual. Cuando llegue, llegará, y ya está. No puedo romperme la cabeza dándole vueltas a eso y perder de vista el presente. En París lo pasé mal, pero en el fondo fue una lección muy valiosa que aprendí y ahora la aplico.
DJOKOVIC Y SHARAPOVA AVANZAN
Aunque falló, en palabras suyas, "el smash más fácil" de toda su vida, Novak Djokovic tuvo un feliz estreno en la Caja Mágica, al derrotar por 7-5 y 6-4 al japonés Kei Nishikori. El serbio, que atraviesa por un momento difícil esta temporada, resolvió un duro encuentro que en otro momento bien podría haber sido la final del torneo madrileño.
Antes, por la mañana, la rusa Maria Sharapova alcanzó los octavos de final después de batir a la rumana Irina-Camelia Begu por 7-5 y 6-4. A esas horas también, el galo Benoit Paire apeó a su compatriota Lucas Pouille (6-2 y 6-3). Y ya de noche, Feliciano López se impuso a Pablo Andújar por 7-6 y 6-3. Además, el tenis español sufrió dos bajas: Lara Arruabarrena (6-2, 4-6 y 2-6 con Julia Goerges) y Roberto Carballés (6-3 y 6-2 ante Mikhail Kukushkin).
En la jornada de hoy intervendrán Roberto Bautista, contra Jared Donaldson (12.00, Tdp, y a continuación Pablo Carreño frente a Borna Coric. A mediodía, Sara Sorribes se medirá a Crystina Pliskova. Hacia las 16.00 jugarán Fernando Verdasco (Lorenzi), Carla Suárez (Svitolina) y Albert Ramos (Gojowczyk), y hacia las 18.00 lo hará Guillermo García-López (Ryan Harrison).
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