Simeone pone a prueba la jerarquía del Atlético
Los rojiblancos regresan a Turín ocho meses después del último gran descalabro europeo y tras el fiasco de Leverkusen
Bajo la dirección de Diego Pablo Simeone la terapia grupal contra las grandes derrotas siempre fue el olvido. Durante un tiempo, Lisboa y Milán fueron palabras tabú en el vestuario, como ahora lo es Turín, donde este martes (21.00, Movistar Liga de Campeones) el Atlético puede certificar su pase los octavos de final y pelearle el primer puesto del grupo a la Juventus. Una victoria le asegura la clasificación y le da serias opciones de liderar el grupo. El empate sólo le vale si Lokomotiv y el Leverkusen también firman tablas en su duelo de Moscú. La derrota obligaría al Atlético a jugárselo todo en la última jornada en el Metropolitano ante el conjunto ruso.
El varapalo del pasado de 12 marzo tuvo consecuencias drásticas para el entrenador, para el equipo y para la entidad, que se vio privada de intentar el asalto a la Copa de Europa en su propio estadio. De alguna manera, aquella gélida y aciaga noche turinesa aceleró el cambio de ciclo y reafirmó la necesidad de reconstruir a un equipo que entre veteranos exprimidos y valores sólidos como Rodrigo y Griezmann que ya empezaban a vislumbrar su marcha, fue avasallado por el campeón italiano.
Aquel traumático 3-0 también supuso el primer gran cuestionamiento a la labor del técnico argentino. Fue una tunda de dimensiones internacionales amplificada por la incapacidad del técnico y de sus futbolistas para ofrecer respuestas a un rival que le pasó por encima de principio a fin. La derrota escoció por el objetivo que truncaba, pero más por el cómo se generó. El 2-0 de la ida y la sempiterna etiqueta de equipo sólido invitaron a un optimismo que se derrumbó a golpe de cada gol de Cristiano Ronaldo y del propio desarrollo del juego. Simeone planteó un partido para conservar la ventaja de la ida y no lo varió. Apostó por los balones largos a Morata que en su mayoría se convirtieron en el primer pase de la Juventus para iniciar el juego. Algunos futbolistas detectaron un exceso de temor y conservadurismo en los mensajes que envió el técnico en los días previos y en el propio vestuario del Juventus Stadium. “Es verdad que no nos salió nada, que probablemente nos equivocamos todos y que transmitiéramos la sensación de tener miedo, pero también es verdad que no nos eliminó un cualquiera. Lo mejor es olvidar ese partido”, conceden en la caseta rojiblanca.
Ocho meses después, el Atlético se presenta en Turín con las dudas sobre si su reseteo le da para imponerse ante un rival como la Juventus. La falta de jerarquía preocupa tanto a su entrenador como la falta de regularidad del equipo para jugar partidos completos bajo sus parámetros.
En la última aparición en la Champions, en Leverkusen (2-1), Simeone protagonizó al descanso una de las charlas más duras que se le recuerdan en el vestuario. Les recriminó a sus futbolistas falta de jerarquía, les acusó de miedosos y les reprochó que no acompañaran con rendimiento la apuesta que él hacía por ellos en cada partido. Fuentes del club rojiblanco aseguran que la autoinculpación del entrenador al término de partido —“tengo que mejorar porque el mensaje no llega”—, respondió a su intención de rebajar la tensión con el plantel tras su severa intervención señalándose él mismo ante la prensa. Días después, Simeone mantuvo otra charla en el Cerro del Espino con todo el plantel también con el objetivo de aminorar el efecto de desaprobación que entre algunos jugadores generó la bronca de Leverkusen. Desde entonces, el Atlético enseñó brotes verdes con la reacción en el segundo tiempo ante el Espanyol (3-1) y en Granada (1-1), en palabras de su propio entrenador, jugó “el mejor partido fuera de casa”.
Para este martes, las pruebas realizadas apuntan a la consolidación de Vitolo como mediapunta por detrás de Morata, a la prudencia de inicio con João Félix en el banco, tras su lesión, y al cuatrivote con el regreso de Saúl y Thomas para acompañar a Koke y a Herrera. El asalto de este último a la titularidad ejemplifica esa búsqueda de jerarquía de Simeone que la Juventus y Cristiano Ronaldo pondrán a prueba.
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