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FC BARCELONA
Columna
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Cruyff, Guardiola y también Tito Vilanova

El técnico de Bellcaire, hombre de club hasta que murió en 2014, fue clave como primer y segundo entrenador del Barça

Ramon Besa
Pep Guardiola, sentado junto a Tito Vilanova en el banquillo del Camp Nou.
Pep Guardiola, sentado junto a Tito Vilanova en el banquillo del Camp Nou.MANU FERNANDEZ

Hace seis años que murió Tito Vilanova y se cumplen también 73 del día que nació Johan Cruyff. Aunque pueda parecer una coincidencia que les una el 25 de abril, hay quien cree que no son hechos circunstanciales y por tanto separarlos puede ser contrario al relato del Barcelona. Acostumbra a pasar también cuando se habla de Pep Guardiola y en su currículo no se añade que su ayudante fue Tito. Y, una vez llegados a tal punto, se podría considerar incluso una media verdad mentar a Cruyff sin citar a Carles Rexach.

¿Antagonistas o complementarios o ambas cosas a la vez? Una discusión muy consecuente en cualquier caso con la manera de ser de un club, de una ciudad y de un país que alterna el azul y el grana, el mar y la montaña, el seny i la rauxa, imparables cuando se alinean en la misma dirección y capaces de neutralizarse si van en sentido contrario, como ha sido el caso. Tito y Charly fueron indispensables en la obra de Guardiola y de Cruyff de la misma manera que tienen huella propia sin necesidad de ser mencionados cada vez que se habla de los dos entrenadores del Barça.

Tito Vilanova fue un muy buen jugador y entrenador y, seguramente también, el mejor socio y ayudante que podía tener Guardiola. Ambos fueron de la mano desde que el hoy entrenador del Manchester City fue en su busca para entrenar al filial azulgrana la temporada 2007-2008 hasta que se separaron el 27 de abril de 2012. No se sabe muy bien qué paso entonces, más allá de que se convirtió un adiós deportivo (el de Guardiola) en un bautizo (el de Vilanova) sin que se guardara el duelo en el Camp Nou, una situación que abonó las diferencias con la anuencia del Barça.

A pesar de las buenas intenciones de Andoni Zubizarreta, al club le faltó seguramente sentido institucional, indispensable cuando en los conflictos intervienen terceras personas, y no solo no supo parar la maledicencia sino que desde la junta se sopló a favor del más débil y entregado a la causa (Tito) y en contra del desertor (Guardiola). El mérito de Tito, en cualquier caso, fue grandioso: se hizo cargo del equipo en una situación delicada, ganó la Liga de los 100 puntos y logró que Messi se quedara cuando estaba decidido a irse. Fue un gigante como entrenador del Barcelona.

A corto plazo difícilmente había un técnico mejor que Tito. La enfermedad impidió desgraciadamente comprobar su trayectoria en el banquillo a medio plazo y favoreció la controversia con Guardiola. Resulta peligroso entrar en el terreno personal y más en este caso, sobre todo porque uno no está y no puede expresarse y el otro renunció a continuar en el Barça. Hay constancia, de todas maneras, de que Guardiola se desvivió por tener a su lado a Tito y, además, presume de que fuera decisivo en la consecución de 14 de los 19 títulos y en el ascenso del Barça B.

La renovación de ambos no fue fácil en 2010 cuando Sandro Rosell alcanzó la presidencia del Barcelona. A Tito se le reprochó durante mucho tiempo que fuera el tercer entrenador mejor pagado de la Liga. No fue ningún capricho porque era clave en la gestión del vestuario y de los partidos: no solamente entendía a los jugadores y era su mejor interlocutor, técnico de aquel cadete que formaron Cesc Fàbregas, Piqué y Messi, sino que también sabía cómo y cuándo intervenir en un partido y cual era la mejor alineación posible cuando dudaba Guardiola.

Tito tenía sentido común y dominaba los intangibles que se le escapaban a Pep. “Sin Piqué, se nos caía el invento”, le dijo a Luís Martín en una entrevista a El País en el Mundial de clubes de 2011. Guardiola fue el mejor entrenador del momento gracias también a Vilanova. Y nunca lo disimuló hasta que cada uno siguió su camino y Tito murió en compañía de la familia, amigos y de su querido Jaume Torras, ayudante de Rubi en el Betis. Jaume también calla porque no quiere que se instrumentalice su testimonio en favor de nadie sino que reivindica el legado de Tito.

La grandeza de Tito estuvo más vinculada a los proyectos comunes que a los individuales porque por encima de todo fue un hombre de club, cosa que no siempre suma en el caso del Barça, especialmente cuando la presidencia cambia de manera radical y se pasa de Joan Laporta a Rosell. Vilanova invocó al barcelonismo, fiel a la causa, razón de peso para ser querido en el Camp Nou. Huelga decir que su buena consideración aumentó entre algunos culés por distanciarse de Guardiola a pesar de que a uno no le conviene afirmarse a cambio de negar al otro, y menos a Tito.

Cada uno se queda con la versión que más le interesa de lo que pasó y la utiliza a su favor; yo nunca he oído a Guardiola dudar ni hablar mal de Tito, todo lo contrario; se siente un afortunado por haber entrenado juntos al Barça. Lo que no corresponde es que para citar a Guardiola o a Cruyff se tenga que añadir siempre a Tito para no herir susceptibilidades, pues tiene trayectoria por si solo y el barcelonismo le estará siempre agradecido mande Bartomeu, Rosell, Laporta o el que sea.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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