Evarist Murtra: “Hay que repensar el Barça de arriba abajo”
El ex directivo, referente del barcelonismo, señala que la frivolidad y la mala gestión se apoderaron del club y confirma que votará a Víctor Font en las próximas elecciones
A sus 71 años, Evarist Murtra es un referente del barcelonismo, exdirectivo con presidentes tan distintos como Josep Lluís Núñez y Joan Laporta y miembro de las candidaturas Lluís Bassat y de Sixte Cambra. Uno de sus consejos figura en la lista de cabecera de muchos de los aspirantes a llegar al palco del Camp Nou: “Cuando tengas dudas, piensa en qué es lo mejor para el Barça”. Nada mejor para concretar su obra que su decisiva actuación para alcanzar el acuerdo con Unicef y propiciar que Pep Guardiola entrenara al FC Barcelona. Murta es, a fin de cuentas, el mejor heredero del extraordinario legado barcelonista que dejó su padre en tiempos de Samitier y Kubala y del Barça de Les Cinc Copes.
Pregunta. ¿Cuántos precandidatos le propusieron formar parte de sus listas para las elecciones de 2021?
Respuesta. Uno de forma directa y dos de manera indirecta. A los tres les respondí que no porque ya estoy amortizado, incluso mucho antes de que una operación me haya tenido por un tiempo en fuera de juego. Estoy en un período más de reflexión que de acción, en todos los órdenes de mi vida, también en el empresarial.
P. ¿Y, desde esta perspectiva, qué necesita el Barça?
R. El club se encuentra en una situación delicadísima, especialmente desde el punto de vista económico; y no por repetido el mensaje es menos dramático. Ha habido una mala gestión: los gastos han sido desaforados y las inversiones en fichajes han resultado enormes y desafortunadas. Aunque no es una empresa, el Barça se debe gestionar como si lo fuera. Ha habido mucha frivolidad y el espanto crece cada vez que se conocen nuevos datos. Se ha perdido la solvencia necesaria y exigible y se impone un plan de estabilidad para ganar impulso y después protagonizar la remontada. Y la estabilidad exige especialistas y requiere del consenso de todos. El Barça es un activo muy importante de Cataluña, su marca es universal y prestigia al país.
P. ¿Y cómo se consigue la estabilidad después de tanta inestabilidad, reflejada en el voto de censura contra el expresidente Josep Maria Bartomeu?
R. Hay que repensar el Barça de arriba abajo. No puede tener la estructura deportiva de un club recreativo y, por otra parte, se impone marcar una línea roja: debe ser innegociable que el Barça siga siendo propiedad de los socios, pero a la vez no debe dar la espalda al mercado de capitales y a posibles ingresos que parece que son posibles con los socios adecuados. Y eso requiere de unos gestores muy solventes que no nos cuelen por la puerta de atrás una sociedad anónima encubierta. Es prioritario regular cómo se accede a los órganos de gobierno del club. La actual fórmula es obsoleta. Se exige un aval que nadie explica cómo consigue, ni si hay contra avales, y de dónde provienen los mismos. Y se sobreentiende que el posible presidente tiene que disponer de una solvencia económica que le permita dedicar todo su tiempo al Barça sin recibir ninguna remuneración económica.
P. Un cambio muy importante y estructural.
R. Sí, y precisamente por eso todo el barcelonismo, sin excepción, debe remar a favor de obra; y me refiero igualmente a las instituciones del país, que se benefician y mucho de la atracción que tiene el Barça en el mundo. Al nuevo presidente le toca impulsar este debate desde la cohesión y la unidad que no deberíamos demorar. No creo que los estamentos federativos, que residen en Madrid, estén mucho por la labor.
La prioridad de la futura junta es la de definir un plan de estabilidad potente y riguroso con la mayor rapidez posible
P. ¿Un consenso entre los candidatos?
R. Evidentemente. Sería el mínimo exigible y con el aplazamiento de las elecciones, todavía mucho más. Todos tienen el mismo fin y no sobra nadie en el Barça del futuro.
P. Pero no se dará una candidatura única. ¿Ya ha decidido su voto?
R. Votaré a Víctor Font porque según mi parecer su perfil es el más adecuado para ejecutar la prioridad, que es la de definir un plan de estabilidad potente y riguroso con la mayor rapidez posible, que no será mucha por las grandes incertidumbres que tenemos. Le pondré un ejemplo: hay que hacer lo mismo que se hace cuando un enfermo con múltiples heridas entra en la UCI: se necesita a un cirujano jefe, pero también a muchos médicos especialistas en distintas áreas que estén a su alrededor para intervenir. Y, visto el currículo empresarial de los tres candidatos al que veo más capacitado para formar equipos y encarar los problemas es al candidato Font.
P. Usted colaboró en la junta de Laporta.
R. Sí, colaboré en su junta. El mejor Laporta, que ha sido sin duda uno de los mejores presidentes de la historia del Barça, fue cuando su comisión delegada estaba formada por Albert Vicens, Alfons Godall, Marc Ingla, y sobre todo, Ferran Soriano, que era el estratega de aquella junta y que, además, controlaba la gestión a través de la gerente, Anna Xicoy, y la ayuda también de Xavier Cambra como secretario y portavoz, y Jordi Badia, responsable de prensa. Ese espíritu se rompió con la moción de censura de 2008.
Laporta se ve a sí mismo como un presidente plenipotenciario, al estilo Florentino Pérez en el Madrid
P. ¿No ha vuelto a recuperar la relación con Laporta?
R. No. Pero hay muchas coincidencias en su entorno y el mío. La actual candidatura de Laporta es mejor que la de 2015, sobre todo por lo que respecta al área económica, y cuenta además con la ayuda externa de Xavier Sala i Martín, una buena influencia. Entiendo por lo que veo que Laporta se ve a sí mismo como un presidente plenipotenciario, al estilo Florentino Pérez en el Madrid. El Barça y el Madrid son democracias imperfectas, y el Madrid está dirigido más como una autarquía; no creo que la fórmula funcionara en el Barça.
P. Parece más favorable a equipos de gobierno que a juntas presidencialistas.
R. Sí. Le doy mucha importancia a los equipos de gobierno que saben elegir a un buen gerente o director general, una figura imprescindible en cualquier organización, tanto como la de un buen delantero centro, y más cuando se maneja un presupuesto de 600 a 1.000 millones. El mejor ejercicio de los últimos tiempos fue el que se cerró en 2014-2015 con el liderazgo de Antoni Rossich y Emili Sabadell. El mismo que tanto debate generó por las medidas de austeridad y sobre el que se bromeó porque prohibió hacer las fotocopias en color. Y resulta que lo primero que hizo Bartomeu después de ganar las elecciones de 2015 fue prescindir de Rossich. Las figuras clave de su junta delegada también fueron saliendo progresivamente: Susana Monje, Manel Arroyo, Carles Villarrubí… y todos los que cuidaban del área económica fueron despedidos o se fueron. Los que conocen la historia dicen que desde entonces el presidente se puso en manos de su Rasputín personal.
P. ¿Qué haría usted con Messi?
R. Si yo fuera Messi o tuviera ascendente sobre él, le recomendaría que se pusiera al servicio del presidente y firmara en blanco. Puedo parecer ingenuo, pero intentaría convencerle de que la mejor manera de culminar su carrera sería ligar su vida a la del club con un acto de generosidad en un momento en que la institución lo está pasando mal. Messi le ha dado mucho al Barcelona, y el club ha sufrido Messidependencia, como no podía ser de otra manera. Pero él también ha tenido en cierto modo Barçadependencia, una característica que al parecer desapareció. Hay que recuperarla. El Barça sabría como recompensar a Leo con un acto como éste, incluso con intereses.
P. ¿Es viable el Espai Barça?
R. El Barça necesita adecuar las instalaciones que han quedado obsoletas. Otra cosa es cómo hacerlo, cuándo y con quién. Parece que hay gente interesada en financiar y después explotar conjuntamente esas instalaciones. Lo prioritario es conocer las garantías que da el club y que estas alianzas no signifiquen colarnos por la puerta de atrás una SAD. Hay que pedir prudencia y transparencia.
Las autoridades no pueden correr el riesgo de que la marca Barça entre en decadencia. Hay que buscar complicidades y ayudar al próximo presidente
P. ¿Hasta qué punto el Barça es el reflejo de Cataluña? ¿Aquella sociedad civil que ha sido el motor del país no está en riesgo?
R. Cataluña siempre se caracterizó por su capacidad para mancomunar esfuerzos, y ahora se trata de recuperar este espíritu para superar las diferentes crisis económicas. No es un buen momento tampoco para aquellas organizaciones económicas que habían funcionado muy bien sin ser propiedad privada ni tampoco sociedades anónimas, como las cajas. Las autoridades no pueden correr el riesgo de que la marca Barça entre en decadencia. Hay que buscar complicidades y ayudar al próximo presidente se llame como se llame. No podemos perder el tren después de 125 años de historia. Hay que mantener la singularidad dentro de la globalidad a partir del lema Esport i ciutadania, el mismo que hizo fortuna en los años treinta con el presidente Josep Sunyol. ¿Qué quiere decir hoy ciudadanía? Hay que repensarlo.
P. ¿Qué queda de aquel acuerdo que usted impulsó con Unicef?
R. Para mí es un tema nuclear y que Font quiere recuperar para el club. Ser más que un club no es una herencia, es en todo caso un anhelo y se exige trabajar en la buena dirección para merecerlo. Unicef era un medio para llegar a los niños, y no un fin en sí mismo. Tanto en la época de Laporta, como en las de Rosell y Bartomeu, se ha trabajado desde la Fundación para ayudar a los niños. No es suficiente. Si quiere ser el club de los niños en el mundo, el Barça debe situar el mensaje en el eje central de su estrategia y utilizar todos los altavoces para darlo a conocer. No hay sentimiento más entrañable que el de un niño hacia su club preferido.
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