El Rayo exige al mejor Barça
Koeman se ve obligado a recurrir al equipo titular para remontar un partido que se le escapaba por la falta de puntería ante un ambicioso rival
El Barça necesitó de su equipo titular para eliminar al Rayo de la Copa. No están para concesiones los azulgrana, que remontaron un partido que se les escapaba por su mala puntería, negados ante la portería contraria, sorprendidos por un gol de Fran García. El Rayo se batió como un coloso, física y tácticamente, antes de que se le acabara el aire y fuera abatido por Messi y De Jong.
Messi jugó de salida sin sus dos socios preferidos, que son Pedri y Jordi Alba, y tampoco estaba Dembélé. No pudo el argentino solo contra el Rayo. El partido estaba 1-0 después de que el rosarino perdiera una pelota que acabó en la red de Neto y Koeman tuvo que recurrir a cuanta munición tenía en el banquillo para mantener al Barça en la Copa. Marcó Messi, motivado y descansado después de dos partidos ausente por sanción, habitual martillo pilón de los azulgrana contra el Rayo —18 goles en 11 partidos— y volvió a anotar también De Jong.
Apretó de salida el Rayo, fuerte en la presión y agresivo con la pelota, y se paró bien el Barcelona, más rápido en la transición que en el repliegue, estirado más por Trincão que por Griezmann. Al juego, sin embargo, le faltaba fluidez y precisión por más que se ofreciera Riqui Puig. El volante azulgrana peloteaba cada vez que su equipo lograba salir con el cuero del área de Neto. No era fácil evitar el atropello ni tirar la línea de pase por el acoso del Rayo. Muy encimado, Messi pedía faltas y tarjetas porque le costaba tener el cuero en la cancha de Vallecas.
Aunque el campo estaba mal, los barcelonistas llegaron y remataron con relativa frecuencia al marco de Dimitrievski. El portero fue exigido en un tiro libre de Messi, Catena impidió un remate franco de Trincão, el larguero escupió un chut de De Jong, la cruceta devolvió un disparo de Riqui Puig y tampoco acertó en el punto final Griezmann. Los azulgrana respiraban bien por el costado de Trincão. Al portugués, sin embargo, le costaba acabar la jugada, superado, caído o abatido, pendiente del penalti ante la reprobación de los jugadores del Rayo.
Al Barça le faltó pegada para marcar después de contar cinco ocasiones, todas generadas a la contra y a partir del atrevimiento del Rayo. A falta de control del juego, demasiado discontinuos en su fútbol, los barcelonistas seleccionaron sus salidas en dirección a Dimitrievski. Los muchachos de Iraola, sin embargo, se corregían tan bien que sus carreras hacia atrás eran más rápidas que hacia adelante, difíciles de contrarrestar por el Barça. El partido, a fin de cuentas, respondía al guion marcado por el Rayo, dispuesto a triunfar o a claudicar, nunca a especular, atrevido con su planteamiento, superior en el cuerpo a cuerpo al Barcelona.
Trincão, protagonista
El paisaje no varió con el descanso de por medio porque Messi volvió a disparar a la madera en una falta, Trincão fue derribado a la entrada del área y no aparecía Griezmann, desafinado en el control, poco amenazante, mejor sin balón, como si se hubiera olvidado de la portería de Dimitrievski. No había perdido todavía energía el Rayo a pesar del desgaste colectivo y no solamente se animó sino que igualó el partido para después desequilibrarlo con el cambio de Álvaro García, decisivo para desbordar al Barça.
El extremo superó a Lenglet después de una pelota perdida por Messi, Neto estuvo torpe en la defensa del marco y Fran García puso el 1-0. A Koeman no le quedó más remedio que recuperar al equipo titular para intentar remontar el 1-0. A escena comparecieron Jordi Alba, Pedri y Dembélé y al poco empató Messi después de una asistencia de Griezmann, habilitado por un pase profundo de De Jong.
La contienda giró a favor de los azulgrana, más protagonistas y al tiempo también más expuestos porque nunca se rindió el Rayo. El plan de partido de Iraola se mantenía vigente hasta que compareció De Jong, el centrocampista de moda en el Barça, y remachó el centro preciso de Jordi Alba. La conexión de Messi con el lateral zurdo fue tan precisa como la entrada de De Jong.
No se desmoralizó ni se desvencijó el Rayo, que obligó al Barça a un ejercicio defensivo en el que participó incluso Messi. El rosarino se puso como penitencia defender las jugadas de estrategia después de marrar un gol cantado cuando había regateado a dos zagueros del Rayo. Al igual que Koeman, el capitán sabe que la Copa es el torneo que tiene más al alcance el Barça, alejado del liderato de LaLiga. Los azulgrana regresarán el domingo al Camp Nou después de ocho partidos en cancha ajena que le han permitido sobrevivir en los dos campeonatos, sobre todo en la Copa.
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