La dicotomía del Rayo: un barrio contra un presidente
Los hinchas del equipo madrileño subrayan el espíritu obrero del club frente a las reiteradas “provocaciones” de Martín Presa, al que acusan de vivir de espaldas a la realidad social de Vallecas
El sábado 29 de enero, un día después de que el Rayo anunciara para el equipo femenino el fichaje de Carlos Santiso –entrenador que en un audio de whastapp jaleó una violación de grupo porque fomenta el espíritu de equipo-, en el vestuario del B, alguien anunció que dejaba el club por “principios”. Jorge Blanco, 31 años y preparador físico del femenino B, explicó al vestuario que ni podía ni quería seguir compartiendo institución con alguien que considera que violar a una mujer une al equipo. “Por respeto a los valores del Rayo, a mis principios, a los que me han inculcado mis padres, no podía quedarme. Se ha puesto en valor algo que debería ser normal”, cuenta. Jorge es de Getafe, no se crio en Vallecas, pero hace vida en Vallecas, compra en Vallecas, sus amigos son de Vallecas.
Vallecas es un barrio obrero al sur de Madrid, con 229.246 habitantes empadronados. Con un equipo muy ligado al barrio y a los valores del barrio. Con una afición que en febrero de 2017 consiguió desbaratar el fichaje de Zozulya por considerarle “neonazi”. Con una masa social comprometida y con un sentir muy especial, como resume Narcisa Grao Ibañez, 69 años y única mujer accionista del Rayo: “A mí no me gusta el fútbol, a mí me gusta el Rayo y ser del Rayo. La primera vez que entré al estadio no sabía lo que era un fuera de juego, ni el delantero, ni el extremo, no tenía idea de nada. Pero yo vivía mi Rayo, dentro de que no entiendas, vives tu Rayo”. Y el Rayo también es una plataforma, la ADRV, que se dedica a ayudar a los que más problemas tienen y que durante la pandemia recaudó 40.000 euros para que el Hospital Infanta Leonor, golpeado por la Covid, pudiera comprar material.
Y el Rayo también es la señora Lola, una aficionada de toda la vida, de las primeras y más fieles seguidoras del fútbol femenino, que hace tortillas en casa para llevárselas a las plantillas. El Rayo también es un tejido social tan unido que ha llegado a organizarse en turnos de mañana, tarde, y noche cuando ha habido que hacer recogida de alimentos para los bancos de alimentos. Para que hubiese arroz, pasta, queso y demás productos para todos, sobre todo en las largas colas durante la pandemia.
Que se organiza para la recogida de juguetes para el día de Reyes. O simplemente, como dice Narcisa, sentada en una terraza del barrio, “para ayudar a algún comedor social con dificultades”. Y añade: “A mí me trajeron al barrio con nueve meses. Vallecas es Vallecas y a mí que no me saquen de aquí. Hay algo que no hay en todos los demás sitios: unión. Nos volcamos cuando una persona tiene un problema, todos somos obreros, unos en mejor situación que otros, pero es un barrio obrero. Y por regla general muchos somos de izquierdas. Ayudamos cada uno en lo que pueda”.
Vallecas es Vallecas. La República de Vallecas, como cantaba Ska-P. Y su afición, tan sensible a nivel social, tan de izquierdas, convive desde hace diez años con Raúl Martín Presa, el presidente, que se encuentra en la antítesis. ¿Cómo se convive con eso? ¿Cómo se puede explicar esa dicotomía? Contesta Diego Rodríguez, miembro desde hace diez años de la Plataforma ADRV que aglutina siete peñas y unos 1.200 socios abonados que hacen todo tipo de labor social. “Martín Presa es una persona completamente alejada de la realidad de lo que es Vallecas, cualquier persona que camina por aquí, que conoce un poco el ambiente del barrio, ve que es multicultural y convivimos todos. Él es una persona que no convive, que no ha estado en Vallecas en el día a día en su vida, que viene de otra realidad completamente diferente [de persona con recursos] que no conoce lo que ha podido vivir una persona que es socia o abonada del Rayo desde hace 20 años. Ni la conoce, ni le interesa”.
Y añade: “Presa intenta amoldar una imagen de club solidario con valores, se intenta aprovechar de la corriente que la afición ha venido trabajando desde hace mucho tiempo, y luego… Luego ficha a Zozulya, invita a Santiago Abascal [líder de VOX] al campo o contrata a Carlos Santiso y demuestra que no siente eso”. ¿Qué fue lo más grave para vosotros? “Te he puesto esos tres ejemplos porque son los que han tenido más repercusión, pero si nos pusiésemos a hacer una lista de actos con los que la directiva ha atentado contra los que nosotros creemos que son los valores del club, sería interminable”. Este periódico intentó ponerse en contacto con Martín Presa pero no recibió respuesta.
Rodríguez tiene 28 años, es socio desde que tenía ocho y cuenta que la plataforma nació hace 12 años para aglutinar a las peñas más críticas con los Ruiz-Mateos, antiguos dueños del club. Y que, una vez que hubo cambio de presidente, cambiaron su labor y se volcaron en temas sociales: recogidas de alimentos, juguetes y en inculcar los valores del rayismo a los niños del barrio. “Si no lo hacemos nosotros, nadie en el club lo hace”, dice.
Narcisa lamenta también que el presidente no les haga caso. Y que cuando lo hace, asegura, es para amenazar con que se va a llevar al equipo a otro lado. “Convoca la asamblea de accionistas el 31 de diciembre para que no vaya gente. El fichaje de Santiso es la última provocación. Tuvo a las futbolistas con contratos de señoras de la limpieza, no les daba de alta de la seguridad social…”. ¿Cómo se aguanta esa dicotomía? Contesta Narcisa: “Porque vivimos el Rayo, si no sería imposible…”.
Y así lo explica también Antonio Castilla, 62 años, presidente de la Federación de Peñas y de la Peñas de Discapacitados, que lucha desde hace años para que los minusválidos tengan acceso cómodo al estadio y el club no cobre a sus acompañantes el viaje para llevarlos y traerlos. Castilla observa como la imagen del club se deteriora por su presidente: “Lo de Santiso es sólo lo último. Presa no apoya la parte social del barrio en el que está el equipo. Vallecas es un barrio obrero, totalmente de izquierdas aunque habrá también gente de derecha, pero él se mete en el club como negocio. Es un empresario”.
Castilla utiliza tres categorías y una metáfora para explicar lo que es el rayo y el rayismo. “Hay quienes van al fútbol porque lo consideran un espectáculo. Otros que se implican un poco más y van al campo desde que le llevó su abuelo de pequeño. Y luego hay otro grupo, la masa social para los que sí es más que un partido de fútbol, somos gente reivindicativa. Es como la vida misma: tú puedes ir a teatro con tu pareja, vas a ver una obra que a ti no te implica, pero hay gente a la que sí, porque está elaborando esa obra de teatro. Vallecas es totalmente solidario. Elabora la obra de teatro, no sólo va a verla. Recoge dinero, organiza actos sociales…”.
Los que elaboran la obra de teatro siguen trabajando pese a las que consideran “afrentas” del dueño del club. Porque, así lo resume Diego: “Ser del Rayo es soñar cosas imposibles. En esa dificultad está la motivación para ser del Rayo. Intentamos ir todos a una, somos de un barrio pequeño con valores muy marcados que convierte al Rayo en lo que es. La parte deportiva se parece al día a día en el barrio de Vallecas, la mayoría de la gente es clase obrera, que nos cuesta mucho ganarnos la vida, que tenemos que trabajar desde jóvenes para poder sobrevivir y a la que nadie ha regalado nada”.
Vallecas es Vallecas. Y espera que Carlos Santiso deje el equipo femenino cuanto antes. Lo resumen Narcisa, Diego y Antonio. “En 2022 no se puede tener a un entrenador que jalea las violaciones de grupo”. Según Martín Presa, en declaraciones a la COPE Santiso “pidió perdón de rodillas” y muchas jugadoras han ido a su despacho “llorando” y diciéndole que “es injusto lo que están haciéndole al entrenador”.
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