Memphis se hace oír
El holandés del Barcelona, delantero de confianza de Koeman, intenta hacerse un hueco en el once con Xavi
El colegiado pitó el silbato y Memphis Depay (Moordrecht, Países Bajos; 28 años) se quedó inmóvil a escasos metros del punto de penalti más tiempo del esperado y de lo normal, como si disfrutara del duelo ante el portero del Elche, como si no quedaran pocos minutos para acabar un envite que estaba en tablas. Entonces, arrancó y le pegó con ferocidad al balón para clavarlo en la escuadra. “Tenía claro lo que iba a hacer y lo he hecho”, soltó después con una sonrisa socarrona. “Cree mucho en sí mismo. Es un jugador que atrae rivales, que intimida y que puede darte puntos”, revelan en el vestuario del Barça. Tras el gol, cerró los ojos y se tapó los oídos, festejo que es el lema de su marca de ropa MDC (Memphis Depay Clothing; Hazte ciego y sordo al mundo) y también un guiño para la Fundación de Ghana a la que ayuda. Una forma de resiliencia ante sus detractores, como ha hecho en el Barcelona.
Poco después de llegar, Xavi fue diáfano y contundente cuando le cuestionaron por los minutos que tendría Memphis. “Jugarán los que hagan méritos y estén mejor independientemente de su nombre. Se trata de meritocracia y jugará el que se lo gane”, resolvió el técnico. Aviso para el holandés, hasta entonces ojito derecho de Koeman porque sumaba ocho goles en 15 encuentros; revés aumentado porque en diciembre se lesionó del bíceps femoral izquierdo y porque en el mercado invernal llegaron tres atacantes (Adama, Ferran Torres y Aubameyang) para desdibujar su nombre.
“Pero las ha visto de todos los colores. Por un lado, la vida no le ha regalado nada con una infancia complicada [les abandonó su padre, por ejemplo] y un barrio peor; y por el otro, tuvo una experiencia mala en un gran club como el Manchester United y no piensa dejar pasar otro tren como ese”, explica un trabajador del Barça. “Con la lesión lo ha pasado mal y, aunque tiene un físico privilegiado, ha metido muchas horas en el gimnasio”, añade otra fuente de la Ciudad Deportiva al tiempo que reconoce que siempre se para a hablar con los empleados y que es un bonachón por más tatuajes y pinta de tío duro que tenga, cada vez más guasón porque ya se anima a hablar en castellano de puertas para adentro, toda vez que cada semana toma una o dos clases en La Masia. “Entre él, Alves y Aubameyang se entienden y hay muchas risas”, confirman desde el vestuario; “con todos… Ha entrado bien”.
Inconforme con su suplencia en los dos últimos partidos —”lo estamos dosificando”, expuso Xavi—, Memphis ha replicado con dos goles, pichichi azulgrana con 10 tantos por los cinco de Ansu y Luuk de Jong, sus inmediatos perseguidores. “No pone malas caras”, aceptan desde el camerino. Y eso que cuando llegó al Barça tuvo que renegociar a la baja con Laporta el contrato que ya tenía apalabrado con Bartomeu del mismo modo que luego despidieron a Koeman, su gran valedor. Para su infortunio, la espinilla para enseñarle la puerta de salida al técnico holandés fue el penalti que erró ante Rayo, el único fallado de los cinco que ha lanzado en el Barça. “Fue una apuesta de Koeman. Pero tiene el nivel Barça y quiere demostrarlo”, apuntan desde los despachos de la Ciudad Deportiva. “Es el máximo goleador del equipo. Es muy profesional y es un jugador que debe ser importante”, le reconoció Xavi tras el duelo ante el Elche, como si ya se hubiera ganado parte de esa meritocracia.
“Puede jugar en cualquier posición del ataque”, expone un trabajador del Barça; “tiene mucho gol y necesita muy poco para generar ocasiones, posee muy buen disparo desde fuera del área y, además, tiene pausa dentro de ella, lo que es muy importante”. Así, habituado a dividirse entre Barcelona y Sitges, donde puede pasear mejor a sus dos perros, soltero y apasionado de la música —ha hecho sus pinitos con raps que se pueden encontrar en Spotify—, Memphis aclara con su trabajo y goles que no quiere pasar de moda sino ser tendencia por más que sea la conexión del ayer con el hoy, de Koeman a Xavi.
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