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La donación a Ucrania del dueño ruso del Mónaco

Dmitri Rybolovlev no está considerado uno de los oligarcas próximos a Putin

El presidente del AS Mónaco, Dmitri Rybolovlev.
El presidente del AS Mónaco, Dmitri Rybolovlev.NICOLAS TUCAT (AFP)
Silvia Ayuso

El AS Mónaco ha anunciado esta semana una donación a la Cruz Roja monegasca para “ayudar a la población civil que sufre por el conflicto armado en Ucrania”. Además de la aportación, de cuantía no precisada, el dueño del club, el magnate ruso Dmitri Rybolovlev, ha realizado otra donación más, tampoco especificada, “a título personal”. Una precisión para mostrar un distanciamiento claro con Moscú, que no parece estar de más, en vista del cada vez más hostil panorama internacional contra los oligarcas rusos presentidos próximos al presidente Putin, asediados con duras sanciones económicas en toda Europa y Estados Unidos.

De hecho, Rybolovlev, que por ahora no figura en ninguna lista negra, no tiene que mirar muy lejos para ver lo que está pasando con muchos de sus compatriotas rusos, multimillonarios como él, en toda Europa y hasta en su actual hogar, Mónaco. Desde el inicio de la ofensiva rusa a Ucrania, la comunidad internacional ha cerrado filas para sancionar duramente al Gobierno de Putin y a sus fieles, incluidos todos esos oligarcas que, durante décadas, se enriquecieron a la sombra del Kremlin, a cambio de financiar y no criticar sus políticas. Muchos de ellos tienen inmensas y valiosas propiedades o yates en la Costa Azul, en Mónaco o a pocos kilómetros. Como el magnífico palacete en el cabo Antibes, al sur de Niza, que tiene otro conocido dueño de un club de fútbol europeo, Roman Abramóvich, hasta no hace tanto orgulloso jefe del londinense Chelsea y ahora en la lista negra del Reino Unido y, quizás próximamente, en la de la Unión Europea.

En un gesto inusual, Mónaco, uno de los lugares favoritos de los ricos entre los ricos de Rusia, y donde según la prensa internacional posee un lujoso apartamento una de las exparejas de Putin, Svetlana Krivonogikh, se ha unido a las sanciones europeas, al igual que otro paraíso fiscal habitualmente neutro, Suiza. La semana pasada, las autoridades monegascas bloquearon por precaución un yate atribuido al millonario ruso Sergei Galitsky, propietario del club de fútbol Krasnodar.

Rybolovlev no tiene, en principio, mucho que temer. Pese a ser un oligarca, no se le considera próximo a Putin y, por ahora, no figura en ninguna lista de sanciones occidentales. Este médico de profesión se enriqueció durante la oleada de privatizaciones de empresas estatales tras la caída de la Unión Soviética, a comienzos de la década de 1990. Rybolovlev, considerado la 390ª fortuna del mundo, supo hacerse en esos convulsos momentos con el control de la empresa de fertilizantes Uralkai y, durante años, se benefició de sus estrechos contactos políticos, primero con el Gobierno de Boris Yeltsin y luego con el de Putin, para seguir enriqueciéndose y librarse de diversas acusaciones.

Las cosas, no obstante, cambiaron en 2008. Ese año, cuando era viceprimer ministro el hoy oligarca sancionado por la UE Igor Setchin —a quien Francia acaba de incautar un yate en la Costa Azul— empezó a presionarle para hacerse con Uralkai, que entonces tenía un valor de 34.000 millones de dólares, según recordaba Le Monde en 2012. Finalmente, Rybolovlev vendió su cartera —era accionista mayoritario de la empresa de fertilizantes— en 2010 a un oligarca próximo a Setchin, por un valor estimado de más de 6.000 millones de dólares, y abandonaba Rusia. Es ahí cuando, según los analistas internacionales, Rybolovlev corta todos los puentes con el Kremlin. Un año más tarde, se convertía en el dueño del AS Mónaco.

Según la prensa francesa, otro multimillonario ruso afincado en Mónaco, el dueño de su club de baloncesto, Alexéi Fedoricsev, tampoco tiene que temer por sus bienes en territorio europeo. Fedoricsev “no tiene vínculos ni actividades en Rusia, ya no es ruso, tiene un pasaporte húngaro”, dijeron sobre el también jefe de Fedcom, patrocinador de la Euroliga y del AS Mónaco, fuentes del club de baloncesto a la cadena BFM TV.

Muestra, según este medio francés, de que ninguno de los dos magnates tienen por ahora que temer por su situación, es que el príncipe Alberto de Mónaco se ha dejado ver, desde la invasión rusa de Ucrania, hablando con Fedoricsev y, también, en el palco del estadio Louis II junto con Ekaterina Ryblovleva, hija del dueño del Mónaco, y con el número dos del club, el también ruso Sergéi Dyadechko.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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