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Osaka, la tierra y el espejo de Nadal

La japonesa se preparó en Mallorca y se inspira en el balear para transformar su juego en arcilla: “He robado algo de Rafa y puede salir muy bien o muy mal”

Naomi Osaka, durante su intervención ante los periodistas en Madrid.
Naomi Osaka, durante su intervención ante los periodistas en Madrid.AFP7 vía Europa Press (Europa Press)
Alejandro Ciriza

Son las doce del mediodía en Madrid, día plomizo y más bien frío. Por ahí desfila con cara larga la polaca Iga Swiatek, la reluciente número uno, obligada a echarse a un lado porque el hombro derecho le pide una tregua después de 22 triunfos y cuatro títulos consecutivos; a la hora de comer se asoma Garbiñe Muguruza en sentido inverso, recuperada ya de la articulación –tras 46 días de baja– y dispuesta a acabar con su mal fario en la Caja Mágica, donde nunca ha conseguido ir más allá de los octavos; entre medias interviene Paula Badosa, la flamante número dos, feliz de regresar al escenario que supuso el año pasado “un antes y un después”, precavida ante el peliagudo estreno de este jueves (hacia las 14.00, Teledeporte y Movistar) frente a la rusa Veronika Kudermetova.

Y en medio del desfile, en su burbuja y refugiada bajo unos cascos de grandes dimensiones de la marca que le patrocina, Naomi Osaka hace acto de presencia y dice que lleva un tiempo tratando de no ser tan dura consigo misma; más ahora que el presente le fuerza a pelotear sobre la tierra batida, superficie a la que siempre le ha tenido alergia y que le ha provocado no pocas desilusiones. Sin embargo, la japonesa, ganadora de cuatro grandes y ex número uno, tratando de recuperar el rumbo perdido desde que el curso destapase públicamente sus males en Roland Garros, ha decidido cambiar el chip.

“Quiero pasármelo bien en la pista, intento centrarme en cada torneo y en llegar bien a Roland Garros. Mi objetivo es intentar ganar un título, pero de momento confío en llegar a las semifinales aquí o en Roma”, expone en los bajos exteriores de la Caja Mágica, mientras pule un plan que tuvo el punto de partida recientemente en Mallorca. “Estuve durante una semana entrenándome allí y me siento muy emocionada de cara a mi primer partido”, agrega la 36ª del mundo, que en su paso por la isla –donde también se ejercitó en mayo de 2019– trató de interiorizar las maniobras del balear para invertir su mala dinámica sobre la arcilla.

“Creo que he robado una cosa de Rafa en tierra batida [sin precisar el qué] y que la he entrenado; me puede salir muy bien o muy mal. Desde que lo llevo haciendo está yéndome bien. Quiero fijarme en los jugadores buenos en tierra mientras entrenan para poder aprender. También quiero ver a Alcaraz. Todo niño alguna vez ha intentado ser Nadal”, prolonga la japonesa, cuyo rendimiento sobre arena no deja lugar a la duda: en Madrid, sin ir más lejos, su historial recoge una caída en la primera ronda, dos en la segunda y los cuartos de 2019.

Brotes verdes

Esta temporada, Osaka (24 años) no ha terminado de levantar el vuelo y sigue lejos de esa Osaka que un día parecía que se comería el mundo y marcaría una época. Sin embargo, en las últimas fechas su juego ha ofrecido brotes verdes –final en Miami, contra Swiatek– y su discurso es más optimista que antes.

“No todos los días son perfectos, hablo con mi terapeuta al menos una vez a la semana e intento tener una mirada más abierta ante todas las variables que hay a mi alrededor para que no me afecten y me centre en dar lo mejor de mí. Muchos momentos tristes de mi carrera me han hecho mejorar como persona”, explica. “Hago ejercicios mentales y trato de no estar mucho tiempo en Twitter, para mí es más negativo que Instagram. Ahora la gente puede decir cosas malas, pero yo trato de seguir siendo quien soy”, añade cuando se le recuerda el episodio de este año en Indian Wells, donde se rompió anímicamente tras recibir un insulto aislado desde la grada en pleno partido.

Vídeos, estrés y una espina

En ese empeño por ganar registros, enriquecerse como jugadora y de solventar de una vez por todas la tara primaveral de cada año, Osaka –“todavía soy una estudiante en pleno aprendizaje”– aterrizó una semana antes de lo previsto en Europa para ganar tiempo y trabajar los nuevos mecanismos; entre otros, rediseñar la construcción del punto por una vía más pausada y menos directa, sin tener que apostar permanentemente por el riesgo como lo hace sobre cemento.

“Trataré de tomarme muy en serio la gira de tierra. Voy a ver un montón de vídeos de Nadal para ver cómo se mueve”, advertía tras caer frente a Swiatek en la final de Miami. Tiene una espina clavada la nipona, que en Roland Garros nunca ha conseguido franquear la barrera de la tercera ronda y, de alguna forma, quiere saldar una deuda consigo misma. “Todavía no he ganado un torneo en esta superficie; eso me emociona y a la vez me produce estrés”, adelantaba en 2021. Posteriormente llegó el capítulo de París, su desaparición hasta los Juegos de Tokio y una recta final de año en la sombra. Ahora, Osaka busca la redención. Y, para ello, se propone un desafío personal: la arcilla.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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