Carlos Ortega: “Entrar en el vestuario ha sido más difícil de lo que pensaba”
El entrenador del Barcelona de balonmano, que este fin de semana busca su séptima Copa de Europa, admite la complejidad de suceder a un Xavi Pascual al que destituyeron tras una temporada perfecta
El despacho de Carlos Ortega (Málaga, 50 años) a pie de pista en la ciudad deportiva del Barcelona es austero, como el de un bedel. Allí llegó el pasado verano, fichado por Joan Laporta, para dirigir el equipo de balonmano, donde jugó 11 temporadas (1994-2005) y ganó seis Copas de Europa. El regreso lo colocó en primera línea y también tuvo un punto de veneno porque su antecesor, Xavi Pascual, acababa de ser despedido tras cerrar un curso perfecto (61 victorias sin fallo). Ortega ha ganado todos los títulos domésticos, como se le da por descontado al Barça, y ahora le toca el gran examen de la Final Four de la Champions de Colonia. Este sábado se enfrenta en semifinales al Kiel (18.00), que perdió por lesión a su estrella Sander Sagosen y Hendrik Pekeler, y si gana, en la lucha por el título le espera el domingo (18.00, todos por Dazn) el vencedor del Kielce-Veszprem. El andaluz, como su lugar de trabajo, se expresa con naturalidad y no esconde las dificultades.
Pregunta. ¿Cómo fue recibir un equipo que venía de un año impoluto?
Respuesta. Complicado. Sabía que no era el momento más fácil en lo deportivo y económico, pero algunos trenes solo pasan una vez. Uno no elige los tiempos ni las formas. Yo ya había renovado en Hannover y mi vida era fantástica, sin embargo, se me abrió la posibilidad de entrenar un equipo con opciones de títulos.
P. ¿Algunos lo interpretaron como un marrón?
R. No ha sido fácil, el cambio de entrenador fue bastante abrupto. Indudablemente, la temporada anterior fue la obra maestra de Pasqui [Xavi Pascual], y prescinden de él. Si lo hubieran hecho después de alguna Champions que se perdió, quizás mi llegada habría sido menos convulsa. Pero a mí me llamaron para hacer mi trabajo y aquí estoy. De todas formas, cuando va todo bien, no todo está tan bien. Y cuando las cosas van mal, no todo está tan mal. Y hay que decir también que la plantilla de esta temporada es bastante más corta.
P. ¿Qué cree que le ha aportado al equipo?
R. Dije que había que estar en la Final Four y el objetivo mínimo lo hemos conseguido. A mí me gusta el balonmano de atrás a adelante. En eso estoy, en el trabajo y preparación de partidos.
P. ¿Cómo recibió la plantilla el cambio?
R. Eso fue lo más difícil. La plantilla, con toda la razón del mundo porque venían de la mejor temporada con Pasqui, no entendió en ningún momento el cambio. Y lo comprendo. ¿Ahora viene este aquí después de ganarlo todo? ¿Por qué? ¿Qué nos va a aportar? Una de las cosas más difíciles ha sido ir entrando en el vestuario. Un entrenador necesita gente de su lado. El equipo estaba prácticamente hecho. Ha sido un trabajo difícil, más de lo que pensaba.
P. ¿Y en qué punto se encuentra en ese proceso?
R. Progresa adecuadamente, pero todavía estamos. Me siento mucho mejor y espero que los jugadores también. Es verdad que un entrenador depende de los resultados y cuando alguno no va bien y yo tampoco salgo contento con mi actuación en algún partido… Pero después ha ocurrido lo contrario, y los jugadores no son tontos. Se dan cuenta cuando preparas las cosas.
Entiendo que la plantilla se preguntara: ‘¿ahora viene este aquí después de ganarlo todo? ¿Qué nos va a aportar?
P. ¿Cómo le está afectando la crisis económica del club?
R. Para la próxima temporada he luchado por tener el jugador sénior número 17, pero parece que no será.
P. ¿Usted por qué se hizo entrenador?
R. En mis dos últimos años de jugador ya dirigí en categorías infantiles. Me gustaba tanto el balonmano que seguí en el banquillo. Pasé directamente, no tuve ningún momento traumático al dejar las pistas.
P. Para un jugador que ha ganado seis Copas de Europa, ¿hacerse técnico es una especie de metadona?
R. Sin duda. No tiene nada que ver ser jugador con entrenador. Cuando las cosas van bien, lo disfrutas mucho más como entrenador. Pero cuando van mal, lo sufres más.
P. ¿Cuánto tiene que ejercer de psicólogo?
R. En los grandes equipos, pesa más la gestión del vestuario, que cada uno se sienta importante. La motivación a un grupo es complicada, cada uno es un mundo. Uno lo hace por la familia, otro por el dinero, por títulos, por ego… Eso ha cambiado mucho respecto a mi época de jugador. Antes los entrenadores eran más, no sé si decir dictadores, pero sí directos. Ahora no puedo decir ni hacer cosas que sí vi en los que nos dirigían.
P. ¿Usted se considera un hijo profesional de Valero Rivera?
R. Lo tuve 10 de mis 11 años en el Barcelona y aprendí mucho con él. También diré una cosa: hoy el Valero del Barça es impensable.
P. ¿Por qué?
R. Era un entrenador duro que ahora no se admite. Imposible. Perderíamos muchos jugadores, con seguridad. En su momento era lo que había que hacer, fue el mejor, pero ahora esa corriente no funcionaría aquí. Era lo que dominaba en todo el mundo.
Hoy el Valero Rivera del Barça es impensable. Era un entrenador duro que hoy no se admite. Perderíamos muchos jugadores
P. ¿Sufrió mucho con él?
R. Sufrí y aprendí. Más lo segundo, no fui de los que más sufrí. Era una época en la que todos querían estar en el Barça. Ganaba, no había tantos clubes poderosos, había primas… Luego cuando salieron otros equipos fuertes, algunos jugadores se lo pensaron.
P. Usted ganó seis Copas de Europa como jugador. ¿Ha cambiado mucho el torneo con el formato actual de la Champions?
R. Sí, porque ahora el balonmano es mucho más físico y rápido. Y luego el formato de Final Four hace que ningún equipo sea favorito. Antes, a ida y vuelta, jugar en casa era muy importante. Recuerdo que aquí en el Palau era muy difícil derrotarnos. Nosotros ganamos cinco seguidas y ahora ninguno ha repetido siquiera.
P. ¿Qué se necesita para ganar una Final Four más allá de calidad?
R. Un poco de suerte y portería.
P. Alexia Putellas advirtió tras perder la final de la Champions que necesitaban más oposición en la Liga porque, si no, eso les pasaba factura en Europa. Ese argumento se ha utilizado en alguna ocasión con el Barcelona de balonmano y la Asobal. ¿Qué opina?
R. Es difícil contestar. A veces podemos poner más el foco en la Champions, y eso los equipos alemanes no pueden por la dureza de la Bundesliga. Todo tiene sus pros y sus contras. Pero tampoco hay que desmerecer nuestra Liga.
¿Por qué sería bueno que el Barça perdiera algo en España? ¿Va a haber más dinero? Lo dudo
P. ¿Cómo se ha encontrado la Asobal? ¿Echa en falta cosas además de dinero?
R. Se juega un buen balonmano pese al éxodo de jugadores. Mucho mérito tienen los entrenadores, también de la base. Pero echo en falta más público. Cuando vienes de la Bundesliga…
P. Usted echó raíces en Alemania, un torneo al que los técnicos españoles apenas acceden. ¿Por qué?
R. Para ellos es muy importante que hables alemán. Rarísima vez han llevado a alguien que no lo domine. Yo no lo hablaba, pero tuve la suerte de entrar porque fui con Iker Romero de segundo, que sí lo hacía.
P. ¿Entiende que haya voces que digan que sería bueno que el Barça perdiera algo en España?
R. En la Liga, es normal que todos nos quieran ganar, yo también querría lo mismo. Si solo vencemos por uno, ya es noticia. Ahora bien, ¿por qué sería bueno que el Barça perdiera? ¿Qué va a pasar? ¿Va a haber más dinero? Lo dudo mucho. Y hay que tener en cuenta que por los resultados del Barça en Champions se consigue una plaza más en Europa en muchos casos. A veces en el balonmano español somos muy críticos. Pero, con los medios que tenemos, se juega de forma brillante.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.