Luis León Sánchez, perito en fugas
El ciclista de Mula, de 38 años, termina 14º en el Tour de Francia, el mejor español
El mejor español en la contrarreloj —tanto estilo guiando la cabra siempre, Chet Baker a los pedales, por lo menos— y en la general es Luis León Sánchez, de 38 años. El mejor de los seis supervivientes: 21º en la etapa, a 3m de Van Aert; 14º en la general, a 50m de Vingegaard.
El gregario es el único en el pelotón que sabe lo que tiene que hacer, pero el día que el líder se retira está más despistado que nadie, decían los antiguos. A Luis León, que apura los últimos años de su carrera en el Bahrein trabajando de équipier, de chico para todo, se le retiró el líder, el australiano Haig nada más comenzar el Tour. “Y ese día me dijeron que me tocaría ir a fugas”, explica el ciclista de Mula, que corrió su primer Tour hace 17 años, el séptimo de Armstrong borrado para siempre. Fue de los pocos ciclistas españoles de la época que sobrevivió a las turbulentas historias de dopaje, y ya cuando se acerca su jubilación, y busca solo pasárselo bien practicando el deporte que le gusta, se encontró la víspera de comenzar el Tour, en Copenhague, con que la policía llegaba de madrugada a registrarlos a todos los del Bahrein, sus habitaciones, sus pertenencias. “Fue muy desagradable. Algo que no te esperas, algo que, con los años que llevo en esto, ya no tengo por qué aguantar. Y nadie del equipo da explicaciones de lo que pasa. No sé, me queda un año de contrato aquí, pero quizás me cambie de equipo”.
En el equipo le piden que se fugue y él cumple. “Y ha acabado muy cansado porque he estado en muchas fugas. Sin embargo, salir a fugas es mejor que quedarse en el pelotón. Da un sentido a la carrera. Te sientes ciclista. La buscas, la encuentras, te entregas, analizas, te mueves, haces algo, y hasta intentas jugar tus cartas para ganar”, explica. “En vez de eso, en el pelotón es ir a rueda, tapar el aire a algún compañero, bajar a por agua al coche… desgastarte en rutina, un día tras otro”.
En sus Tour anteriores, Luis León, un ciclista con un buen disparo largo, arrancadas de dos-tres kilómetros en las que, si pilla al pelotón a contrapié, es difícil alcanzarlo, ya ganó cuatro etapas. En 2020, llegó tercero en la de la cuesta de Megève, y no le gustó. “Era una llegada que conocía bien, pero me pusieron nervioso desde el coche del equipo y arranqué desde muy lejos”, dice. “Era imposible que me saliera bien”.
En agosto, la Vuelta, de nuevo el enigma del gregario. ¿Líder? ¿Fugas? ¿Una victoria?
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