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¿Racismo, y ahora qué?

La declaración institucional en el Congreso marca un antes y un después en la lucha contra esta lacra, pero los expertos piden más sanciones y más compromiso de los clubes

Vinicius Jr.
Vinicius en el derbi del domingo.Rodrigo Jimenez (EFE)
Eleonora Giovio

”Vinicius eres un mono, eres un mono, Vinicius eres un mono”, es el vergonzoso cántico que centenares de aficionados cantaron el domingo antes del derbi en las inmediaciones del Civitas Metropolitano. Dentro del estadio el cántico fue: “Vinicius muérete”. Cuando la megafonía solicitó parar, el fondo sur respondió lanzando mecheros y objetos al campo. LaLiga ha denunciado los cánticos racistas ante la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte (que se reúne este jueves).

El Congreso, por su parte, presentó el martes una declaración institucional firmada por todos los grupos en la que condena los insultos racistas al jugador brasileño del Real Madrid y en la que insta a la Liga, UEFA, FIFA, equipos y futbolistas a seguir comprometiéndose con la erradicación del racismo y la intolerancia. Eso, junto a las declaraciones del presidente del Gobierno Pedro Sánchez —”como seguidor del Atlético esperaba un mensaje fuerte del club rojiblanco”— forzó al Atlético a sacar un comunicado 48 horas después de los hechos. Tarde y forzado.

¿Y ahora qué? ¿Este todos a una acabará con los episodios racistas en el fútbol? ¿Los clubes que todavía no lo han hecho tomarán partido para denunciar públicamente estas conductas todas y cada una de las veces que se produzcan? ¿Harán llamamientos preventivos para concienciar a los hinchas y para que se comporten? ¿Se atreverán a echar a los ultras de sus estadios como hicieron Florentino Pérez y Joan Laporta?

Esteban Ibarra es presidente del Movimiento contra la Intolerancia, el Racismo y la Xenofobia y no es muy optimista al respecto. Y habla con conocimiento de causa. Cita el largo historial de episodios de los ultras rojiblancos y dice que, aunque no le consta que todos los que estuvieron gritándole “mono” a Vinicius fuera del estadio eran ultras, tienen un “nido ahí enquistado” que ejerce de arrastre sobre los demás, dentro y fuera del campo y en las redes sociales.

“Era evidente que esto acabaría estallando tarde o temprano, pero llueve sobre mojado. El problema de los ultras del Atlético es crónico desde hace muchísimos años, desde antes del crimen de Aitor Zabaleta, el seguidor de la Real Sociedad asesinado en los alrededores del Vicente Calderón en 1998. Y yo recuerdo incluso haberlo discutido con Jesús Gil que un debate televisivo me dio la razón diciendo que esa gente \[los ultras\] son unos canallas y unos delincuentes... Pero bueno, han seguido ahí ubicados incluso después de la muerte de Jimmy [un aficionado del Deportivo de La Coruña muerto en 2014 tras una pelea con radicales del Atlético] y este mismo año ha habido varios episodios”, dice. Se refiere a los ultras rojiblancos con el brazo estirado en el campo del Manchester City en la Champions y a la sanción de un partido a puerta cerrada por insultos racistas a un jugador del Real Madrid en el derbi de la Youth League el pasado mes de marzo.

Todo sigue igual. Por eso Ibarra —que recuerda que el 1 de diciembre empezará el juicio a 82 ultras del Atlético y del Deportivo que organizaron la riña multitudinaria en los aledaños del Calderón que acabó con la muerte de Jimmy— cree que así seguirá siendo. “A ver si esta va la vencida... Pero para que cambie algo, todos los responsables que tienen autoridad [sancionadora] sobre el hecho tienen que aplicar la ley con rigor y no se está haciendo. Por un lado, la Fiscalía de delitos de odio tiene que intervenir. La Comisión estatal antiviolencia tiene que intervenir, pero lo que se ha demostrado en todo este tiempo es que hay mucha laxitud. Se abren expedientes que acaban no concretándose, se dilatan en el tiempo y las sanciones no llegan. Los clubes, por otra parte, tienen su propia responsabilidad que no están cumpliendo”.

Lo que esta vez sí ha cambiado y que Ibarra celebra es que el Congreso se haya posicionado —cree que tarde— y haya condenado de forma unánime los insultos racistas. Y eso puede ser una medida de presión que haga que no haya vuelta atrás. De ello está convencido Iñigo Errejón, diputado de Más País, que promovió el martes la declaración institucional en el Congreso. Errejón cuenta en conversación telefónica con este periódico que esa declaración marcará un “antes y un después”. Así lo explica: “Me han llegado a decir que me preocupa Vinicius porque soy del Madrid. Y no, lo que me preocupa es que al fútbol juega muchísima gente, chavales que mañana bajan a jugar al parque o a las canchas del patio del colegio y cuando no le pasan el balón a uno, o fallan un gol, o se enfadan con otro, resulta que como lo han visto en la tele han entendido que es normal decirle a alguien que es un puto negro o un mono. Y no. Tenemos que poner el foco en ello, fue simbólico lo del martes, pero marca un antes y un después porque no vamos a hacer como si esto no sucediera. No vamos a mirar para otro lado y a normalizar cosas que no lo son”.

Considera Errejón que eso ha contribuido a aumentar la presión hacia los clubes que toleran esos comportamientos. “A ver ahora quién se cansa antes...”. Pide que todos los estamentos se involucren. “Hay que instar a las autoridades al respecto, Liga, Comisión Antiviolencia, clubes… a que tomen medidas. Si la Liga, imagínate, aplicara una sanción de cierre de campo y económica, estoy convencido de que algunos clubes se lo tomarían más en serio. Hay que empujarles a esos clubes, porque están más cómodos mirando a otro lado. Si se adoptan medidas más duras que les aprieten, van a tener todo el interés en poner límites a una buena parte de grupos que vive de que tengan facilidades del club para desplazarse, de que tengan cuartos para guardar material dentro de los estadios, de que se financien vendiendo entradas que les regalan los clubes porque durante mucho tiempo les era conveniente tener un grupo que siempre estuviera animando. Pero eso no puede ser a cualquier precio”.

Lo que no podía ser a cualquier precio lo tuvieron muy claro Joan Laporta y Florentino Pérez, por ejemplo, que expulsaron a los ultras del Camp Nou (2003) y el Bernabéu (2014). En ambos casos el coste personal fue importante: en el caso del presidente del Madrid hubo lemas pidiendo su dimisión en varios puentes de la M-30 e incluso la profanación con pintadas en la tumba de su esposa. Y en el caso de Laporta, hubo amenazas de muerte a sus hijos. No dieron su brazo a torcer.

La Comisión antiviolencia, que es la que propone las sanciones administrativas, se reúne este jueves. Pero, matizan desde el Consejo Superior de Deportes (CSD) que sin imágenes grabadas que identifiquen a los autores de los insultos es imposible sancionar.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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