Jalen Brunson completa el camino del héroe para devolver el orgullo a Nueva York
El base de los Knicks se reivindica como una de las estrellas de la NBA y permite soñar a la franquicia neoyorquina con sus primeras finales de conferencia desde el año 2000
Nueva York es sinónimo de baloncesto. En sus canchas callejeras, algunas míticas como The Cage o la de Rucker Park, los jugadores anónimos compiten por convertirse en leyendas urbanas. Pero sobre todo, es la ciudad de los New York Knicks, una de las franquicias más legendarias de la NBA. Con un valor de 6.600 millones de dólares (6.100 millones de euros), según Forbes, es también la segunda más valiosa de la liga solo por detrás de Golden State Warriors (7.700 millones de dólares, cuatro veces campeones en la última década), pero después de 51 años sin ganar el título y tras acumular incontables decepciones, se puede concluir que la fama y el atractivo comercial de los Knicks nunca han caminado a la par de su rendimiento deportivo. Sin embargo, algo ha cambiado en el equipo, a un paso de sus primeras finales de conferencia desde el año 2000 tras su victoria de este miércoles contra Indiana Pacers. Ganar la serie (marcha 3-2) supondría liberarse por fin del estigma de equipo perdedor y confirmaría el estatus de su estrella, el base Jalen Brunson, como el héroe que fue capaz de devolver el orgullo competitivo a La Gran Manzana.
Para dimensionar el buen momento de los Knicks, basta con observar la historia. A pesar de ser una de las franquicias fundadoras de la NBA y, junto a los Boston Celtics, la única que se ha mantenido en la misma ciudad desde su nacimiento en 1946, sus dos campeonatos (1970 y 1973) quedan demasiado atrás en el tiempo. Eso sí, sus fans, algunos ilustres como Spike Lee, John McEnroe o Denzel Washington, nunca pierden la fe y cada septiembre aseguran que este sí es el año; ese que nunca llega, pero que podría llegar en esta ocasión.
El segundo puesto en el Este alcanzado durante la temporada regular es ya un hito si se tiene en cuenta de que en 16 de las últimas 25 temporadas, los Knicks no han logrado clasificarse para los playoffs. Una racha muy dura para una franquicia que, entre 1987 y 2001, disputó la fase final del campeonato de forma ininterrumpida. Y de las nueve veces que sí lo han hecho en lo que va de siglo, fueron eliminados en primera ronda en cinco ocasiones. En total, solo en cuatro campañas lograron superar una fase de postemporada, contando la actual.
La gloria, en manos de Brunson
La victoria de este miércoles tiene un claro protagonista: Jalen Brunson y sus 44 puntos. Es la quinta vez que supera la barrera de los 40 en estos playoffs, y quizás la más meritoria teniendo en cuenta que el equipo está físicamente tieso. Tras eliminar a los Philadelphia 76ers y al comenzar la serie de semifinales contra los Pacers con dos victorias seguidas, las expectativas de alcanzar las finales de conferencia por primera vez desde la temporada 99-00 eran máximas. Sin embargo, Indiana consiguió igualar la eliminatoria en casa y aprovechar el cansancio físico que acumulan unos Knicks al límite por la baja de varios jugadores clave como Julius Randle, Mitchell Robinson, Bojan Bogdanovic y OG Anunoby.
Las circunstancias y su condición de líder han obligado a Brunson a rendir al máximo para mantener vivas sus aspiraciones. El base viene de anotar 40 o más puntos en cuatro partidos consecutivos de playoffs, unos números inéditos desde Michael Jordan en las finales de 1993. Algunas de sus actuaciones en playoffs lo han convertido en uno de los jugadores más importantes de la competición y, junto a Anthony Edwards (32,1 puntos por noche en los Timberwolves) está siendo la gran estrella de la postemporada. En primera ronda, contra los Sixers, encadenó 39 puntos y 13 asistencias en el tercer partido; 47 puntos y 10 asistencias en el cuarto; otros 40 puntos en el quinto y 43 puntos y 12 asistencias en el sexto. En semis, no ha bajado el nivel, con 43 tantos el primer duelo contra Indiana y otros 44 en el quinto. En total, 33,9 minutos y 7,5 asistencias por partido lo convierten en la figura del Este.
En el camino al anillo, el físico es el gran obstáculo. La tendencia del entrenador Tom Thibodeau a cargar de minutos a sus hombres, y los problemas con las lesiones han dejado al equipo sin gasolina, como se demostró en la segunda derrota contra Indiana, por más de 30 puntos y con síntomas de rendición. Ahora mismo, tres jugadores de los Knicks están en el Top-10 en minutos jugados por partido. El primero es Josh Hart, con 44 de 48 minutos por partido; el tercero es el propio Brunson (40,8) y el décimo, Donte DiVinzenzo, con 35,5.
Eso sí, el gen competitivo y pundonor son el santo y seña del equipo y de su entrenador, Tom Thibodeau, que desde 2020 ha sido el encargado de dotar al proyecto de estabilidad con tres clasificaciones a la fase de eliminatorias en las últimas cuatro temporadas. En una franquicia acostumbrada al caos y al cambio constante de entrenadores, Thibs es, junto a Mike D’Antoni (2008-2012), el único entrenador en permanecer cuatro o más años en su puesto en lo que va siglo.
En efecto, el periplo de D’Antoni fue el último proyecto capaz de superar una ronda de playoffs. En la temporada 12-13, el equipo liderado por Carmelo Anthony, Amar’e Stoudemire y Tyson Chandler, estaba llamado a poner fin a la maldición de los Knicks, pero ni el talento aglutinado evitó el fracaso. Una ronda de playoff superada en los seis años y medio con Melo, solo tenían un veredicto posible: fracaso.
Un héroe redimido
El camino a la luz no ha sido fácil para los Knicks, y la trayectoria de su estrella encaja perfectamente en esa búsqueda de redención. Tras ayudar a los Dallas Mavericks de Luka Doncic en su asalto a la final del Oeste en 2022, los Mavs pudieron renovar a Brunson por cuatro años y 55 millones de dólares. Una lesión de Doncic le abrió las puertas de la titularidad y llegó a promediar más de 20 puntos por partido sin el esloveno que elevaban su caché. Cuando llegó el momento para renovarle, la postura de Brunson era clara: exigir un contrato mejor.
Sin embargo, los Mavs no volvieron a llamarle, y desde Nueva York apostaron fuerte por él en una operación que ha salido redonda para ambas partes. Hace dos temporadas, Brunson firmó un contrato con los Knicks por cuatro años, a razón de 104 millones de dólares (unos 96 millones de euros) en total, que han salido barato teniendo en cuenta que la mayoría de las estrellas de la liga están cobrando el doble.
En el horizonte, dos opciones. Este verano, el base podría firmar una extensión de cuatro años con Nueva York por 156 millones de dólares (unos 144 millones de euros), con un salario anual de 39,1 millones de dólares (36 millones de euros). La alternativa, más jugosa desde el punto de vista económico, aunque incierta en lo deportivo, sería esperar a 2025, convertirse en agente libre, y firmar un contrato máximo por cualquier equipo que podría alcanzar los 258 millones de euros por cinco años (51,6 millones de dólares, unos 47 millones de euros, por curso).
Por ahora, lo más probable es que Brunson busque continuar en el lugar donde ha encontrado su hogar baloncestístico. Pase lo que pase en la serie contra Indiana, estos Knicks ya han conseguido cambiar la dinámica de la franquicia y la convierten en un destino atractivo para algunas de las estrellas que podrían recalar en Nueva York en el próximo mercado de fichajes, con nombres como Donovan Mitchell o Joel Embiid en el radar de unos Knicks que buscan complementar a Brunson en su asalto al anillo.
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